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Coronavirus

Un año de espera para un abrazo entre hermanos

  • Primero los paseos y, desde esta semana en Navarra, las visitas de familiares que viven en otras comunidades autónomas
  • Una medida que ha permitido reencuentros como el de dos hermanos de 99 y 81 años de Grocin, Tierra Estella

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La emoción del reencuentro de dos hermanos nonagenarios un año después

La vacuna esta consiguiendo que los mayores de las residencias vayan recuperando poco a poco la normalidad. Primero fueron los paseos y desde esta semana en Navarra ya están permitidas las visitas de familiares que viven en otras comunidades autónomas. Una medida que ha permitido reencuentros como el que hemos visto entre dos hermanos de Grocin de 99 y 81 años.

Tío, te podemos tocar

José, tiene 99 años y medio y llevaba más de un año sin abrazar a su hermano Félix. Al verse, sus brazos se entrelazaron. La mascarilla no nos dejaba ver sus sonrisas pero se intuían. Eso sí, el brillo de sus ojos era evidente. "¿Que tal estás José?" "Bien ¿y usted?". La emoción les dejó casi sin palabras. Eso sí, José soltó una fuerte carcajada y un grito de alegría al ver a su cuñada y a dos de sus sobrinas. "Tío, te podemos tocar", le decía una sobrina emocionada. Se echaban mucho de menos. Se vieron hace seis meses pero entre plásticos, a distancia, en una sala de visitas de la Residencia San Jerónimo de Estella donde vive José Lezaun.

Estás fenomenal

"El hermano mayor", decía orgulloso Félix. "Estás fenomenal", le aseguraba mientras José también presumía de hermano y nos contaba que Félix era el pequeño de la familia. Las sobrinas no paraban mietras tanto de frotar las manos de su tío, un gesto natural que, como tantos otros, la pandemia nos ha quitado.

La revista Famileo

La familia mantenía el contacto a distancia a través del teléfono. Las llamadas eran diarias, también caía alguna videollamada pero lo que le hacía especial ilusión a José era recibir el lunes la revista Famileo. Una revista de la Residencia San Jerónimo personalizada para cada mayor que vive con ellos. Las familias acceden a una aplicación y cuelgan sus fotos con un pequeño comentario. Esas fotos se agrupan y se imprimen en una revista de ocho páginas que los lunes llega a las manos del residente. "Mira, éstos sos los nietos más pequeños. Aishea y Oian", nos contaba Félix mientras se le caía un poco la baba.

"Las veo y las guardo todas. Tengo un montón así guardadas", hacía José con las manos como explicando que tenía un taco considerable de revistas. "Y la impresión es preciosa", comentaba Félix. Un montón de recuerdos que, eso sí, son incomparables a lo que vivieron en ese cara a cara, en ese abrazo tan sentido y tan emotivo para los que tuvimos la fortuna de verlo.

Conductor, peluquero y florista

El abrazo, la visita, es gasolina para el día a día de José que es un hombre muy muy activo. Durante 39 años fue conductor en Madrid. Se conocía las calles de la capital como pocos. Después regresó a Estella, cerca de su natal Grocin, y fue peluquero. Lo de cortar el pelo le gustaba de verdad, de hecho ha seguido cortando y peinando a compañeros de residencia e incluso al director, a David Cabrero, hasta hace un mes. "En el confinamiento fue una pieza clave en la residencia", nos contaban algunos compañeros-

Ahora José se dedica a plantar y a cuidar flores. Es el jardinero oficioso de la residencia. El trabajo de florista se le da tan bien que recibe muchos piropos. Hasta nutre de flores a la iglesia. "Para que esté bonita", nos dice José que en los próximos meses volverá a recibir una visita tan especial o más que la última ya que "no he cumplido todavía los 100 años. Que los voy a cumplir" dice orgullosísimo José.

Que pena haber perdido tantos abrazos. Que alegría volverlos a disfrutar.