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Coronavirus

La ciudad italiana de Codogno, primer foco de coronavirus de Europa, intenta recuperar la normalidad un año después

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Codogno, primer foco de coronavirus de Europa, intenta volver a la normalidad un año después

Hace un año Codogno, Italia, se convirtió en el primer foco del coronavirus en Europa. La pequeña localidad situada al sur de Milán fue el primer lugar donde se detectó un paciente de coronavirus fuera de China. "Nos trataban como apestados", cuenta un año después a RTVE una tendera del mercado local.

Un día después de la detección de primer caso 500 militares rodearon la ciudad y el alcalde del pueblo, Francesco Passerini, decretó el confinamiento total y restringió la movilidad tratando de enjaular al virus, una intención que no tardaría en desvanecerse.

"Pensábamos que podíamos contenerlo; por una semana lo creímos, pero luego nos percatamos de que era imposible porque ya estaba en otras partes", confiesa Stefano Paglia, jefe de Urgencias de Codogno y de la capital provincial, Lodi, reposando tras su turno en una de las salas en la que tantas horas ha pasado.

El alcalde recuerda con RTVE esos días como los más duros de su vida. "Fueron jornadas enteras sin dormir donde solo se escuchaban las sirenas de las ambulancias", relata con la esperanza de "haber tomado la decisión correcta si eso ha servido para salvar al menos una vida". De los aproximadamente 16.000 vecinos del pueblo, han fallecido 608 vecinos desde que comenzó la pandemia. Ahora, un año después, a penas hay 20 casos activos y todos cumplen la cuarentena en sus casas.

365 días después los vecinos cuentan que ya no tienen miedo, pero si respeto al virus. "Esto no ha terminado, pero esperamos vencer a la pandemia", cuenta un vecino del primer pueblo europeo confinado y al que al día siguiente le siguió parte de Italia.

La Región de Lombardía, alertó a Europa

Solo un día después de la decisión del alcalde de Codogno, el Gobierno italiano confinaba a unas 50.000 personas en diez pueblos lombardos en una medida insólita solo replicada antes en China.

Entretanto, al hospital de Lodi no dejaban de llegar infectados, unos 60 cada tarde, y los muertos empezaban a asustar: "En pocas horas vimos claro que era epidémico", sostiene el doctor del hospital.

Paglia recuerda que la idea dominante en aquel entonces, cuando poco o nada se sabía del enemigo, era que solo lo padecían ellos: "Creímos que estaba solo aquí e hicimos un esfuerzo extremo para contenerlo".

Un "objetivo superior" y "algo infantil" que se fue empañando por el avance imparable del patógeno a otras ciudades como Bérgamo, símbolo de la tragedia, hasta alcanzar todo el país.

Sin saberlo, estaban avisando a un mundo aún estupefacto exactamente veinte días antes de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara la pandemia, el 11 de marzo.

Extraña calma un año después

En Codogno, la vida transcurre ahora sin grandes sobresaltos. Enclavada en la inmensa llanura del río Po, su discreto casco histórico, con templos de ladrillo y logias medievales, apenas se intuye al llegar.

Todo está rodeado por un polígono industrial que da trabajo a muchos de sus 16.000 habitantes. El resto se reparte entre su sector ganadero y la cercana y cosmopolita capital regional, Milán.

Pero su rutina se revolvió de la noche a la mañana aquel febrero, el origen de su resistencia heroica. Un extenuante año después las cosas han mejorado, la gente sigue enfermando aunque en menor número y el nivel de alerta es leve, pero en sus calles sigue percibiéndose una rara quietud.

Ante la iglesia del patrón San Biagio, médico del siglo IV, unos jóvenes rompen el silencio charlando en una terraza, estremecidos por el frío, porque hay placeres que parecen no estar dispuestos a sacrificar ahora que son "algo más" libres. Las calles están casi vacías pero dentro del local no cabe un alma. "No podemos quejarnos", masculla resignada una camarera.

Cristina y Carla pasean por una avenida que se diría construida solo para ellas. Una es profesora y la otra, médica, y ambas juran que no olvidarán aquel día y la sorpresa de ver su pueblo en los medios. "Parecíamos el centro del mundo", ironiza la primera, sin caer en la cuenta de que, en efecto, por un momento lo fueron.

El mayor temor ahora son los nubarrones de crisis económica que planean sobre la zona, pues, como en todo el mundo, muchos negocios no aguantaron y los que quedan claman ayuda urgente.