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Birmania aumenta la represión contra el movimiento de desobediencia civil

  • Pese a la represión, las manifestaciones continúan por noveno día consecutivo
  • La junta militar aumenta las detenciones nocturnas y despliega los tanques en Rangún, principal ciudad del país

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Un monje budista sujetando una pancarta en contra del golpe militar en Rangún, Birmania.
Un monje budista sujetando una pancarta en contra del golpe militar en Rangún, Birmania.

Decenas de miles de manifestantes tomaron las calles de las principales ciudades de Birmania en el noveno día consecutivo de protestas contra el golpe de Estado del pasado 1 de febrero. Lo hicieron desafiando una creciente represión por parte de la junta militar en el poder, que cortó Internet durante la noche del domingo al lunes y desplegó los tanques por el centro de Rangún, principal ciudad del país.

Las protestas recorrieron el centro de Rangún, donde los estudiantes marcharon vestidos de blanco y portando pancartas exigiendo la liberación de la exlíder Aung San Suu Kyi, detenida durante el golpe. El Gobierno militar ha aumentado la presión contra los manifestantes y ha revocado las leyes que protegen las libertades civiles.

Protestaron también flotas de autobuses circulando lentamente y tocando la bocina. También en Naipyidó, la capital administrativa, motos y coches formaron un convoy de protesta. Muchos de los manifestantes en todo el país mostraron imágenes con la cara de San Suu Kyi.

La Nobel de la Paz iba a aparecer este lunes en público por primera vez tras su detención, en la vista del juicio al que se verá sometida por un supuesto fraude electoral en las elecciones que ganó su partido en noviembre. Sin embargo, según ha anunciado su abogado, esta vista judicial se retrasará hasta el miércoles.

Miedo a las detenciones nocturnas

Las redes sociales se han llenado de mensajes de birmanos que están denunciando detenciones nocturnas e incluso la actuación de delincuentes enviados supuestamente por los militares para atemorizar y sabotear los barrios, después de la junta ordenó la liberación de miles de prisioneros.

La preocupación se ha disparado a partir del viernes 11 de octubre, cuando la junta anunció que liberaría a 23.000 prisioneros, con motivo del Día de la Unión. El miedo ha hecho que los vecinos formen patrullas de autodefensa frente al temor a las redadas y al crimen común.

Sin embargo, otras voces advierten contra el riesgo de que se difundan bulos y los vecinos tomen represalias contra inocentes. Según la Asociación de Asistencia a Presos Políticos, más de 384 personas han sido detenidas desde el golpe, en una ola de arrestos en su mayoría nocturnos.

Protestas de los embajadores

La represión en las calles y el despliegue de tanques en varias zonas de Rangún provocó que un grupo de embajadas, incluidas la de la Unión Europea, Estados Unidos, Reino Unido y otros 12 países, publicaran un comunicado en la noche del domingo en el que condenan de forma "inequívoca" la detención de líderes políticos, activistas y funcionarios, así como el acoso a periodistas.

"Llamamos a las fuerzas de seguridad a abstenerse de usar la violencia contra los manifestantes y civiles, que están protestando contra el derrocamiento de un gobierno legítimo", reza el comunicado. "Apoyamos al pueblo de Birmania en su búsqueda de la democracia, libertad, paz y prosperidad. El mundo está mirando", advirtieron.

Algunas cancillerías, como la de Estados Unidos y España, ya avisaron horas antes a sus ciudadanos de que permanecieran en sus domicilios ante "los indicios de movimientos militares en Rangún".

Una larga historia de control militar

"Creemos que el ejército tiene la intención de causar violencia con estos criminales infiltrándolos en protestas pacíficas", dijo Tin Myint un manifestante de Yangon, citando las manifestaciones a favor de la democracia en 1988, cuando el poder militar fue ampliamente acusado de liberar criminales para organizar ataques entre la población.

En la ciudad de Mandalay, monjes del prestigioso monasterio Mya Taung se unieron a las movilizaciones de protesta. La participación de los religiosos budistas se ha repetido en los últimos días, lo que recuerda a las llamadas revolución azafrán contra los militares en 2007 que estuvo liderada por los bonzos.

Además de las protestas multitudinarias en todo el país, surgen también los llamamientos a una intervención militar por parte de Estados Unidos contra los militares, que ya gobernaron Birmania con puño de hierro entre 1962 y 2011.

Aumento de la represión contra las protestas civiles

La junta militar birmana ha aumentado la represión contra el movimiento de desobediencia civil, que este domingo 14 de febrero, prosiguió con las movilizaciones y paros en gran parte del país para oponerse a la toma del poder por los uniformados.

Las autoridades suspendieron los artículos 5, 7 y 8 de la Ley de Protección de la Seguridad y la Privacidad de los Ciudadanos, que exige una orden para poder detener a alguien y retenerlo más de 24 horas, entre otras garantías legales, según informó el medio castrense True News Unit.

Por otra parte, las autoridades también exigirán que los ciudadanos tengan que informar de los invitados que pasen la noche en sus hogares con el fin de localizar de manera más fácil a disidentes y simpatizantes de las protestas.

Desobediencia en redes sociales

A partir de ahora, los policías y militares no necesitarán órdenes para realizar registros, tendrán carta blanca para interrumpir las comunicaciones de los ciudadanos y pedir sus datos a las operadoras de internet. Estas medidas dan cobertura legal a las prácticas de represión.

Además de en las calles, las movilizaciones contra el golpe también se llevan a cabo en las redes sociales, a pesar de la orden de la junta militar de bloquear Facebook y Twitter, lo que muchos sortean gracias a programas VPN, que permiten acceder a internet a través de servidores fuera del país.

Las redes sociales son el elemento que distingue más claramente estas movilizaciones de las protestas contra los militares en 1988 y 2007, que fueron sofocadas de manera violenta por el Ejército.

Sin noticias de Aung San Suu Kyi

No se tienen noticias de Aung San Suu Kyi ni del presidente depuesto, Win Mying, desde que fueron puestos bajo arresto domiciliario el día del golpe militar. En su detención, en la que se presentaron acusaciones de importar walkie-talkies de forma ilegal, vence el lunes 15.

La junta militar, encabezada por Min Aung Hlaing, justifica la toma de poder por un supuesto fraude electoral en los comicios del pasado noviembre en los que la Liga Nacional para la Democracia, el partido liderado por Suu Kyi, arrasó, como ya hizo en 2015.

El secretario general de la ONU, António Guterres, así como Estados Unidos y la Unión Europea han condenado el golpe militar y han pedido la liberación inmediata de los líderes depuestos, mientras que China y Rusia se han mostrado menos críticos.

Los militares, acusados del genocidio de la minoría rohinyá, fueron los arquitectos de la transición de 2011 hacia una "democracia disciplinada" en la que los mandos castrenses se atribuyeron grandes cuotas de poder y una autonomía casi total del poder civil