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Michel Houllebecq, estrella esquiva y rey de la comedia en San Sebastián

  • El novelista y Gerard Depardieu se interpretan y parodian en Thalasso

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Resumen de la sexta jornada del Festival de Cine de San Sebastián

Un cliente de un centro de talasoterapia se detiene ante otros dos clientes que conversan sentados en una mesa y les hace dos preguntas: ¿Es usted Michel Houllebecq? ¿Es usted Gerard Depardieu? Ante la respuesta afirmativa de ambos, les espeta: “Son ustedes la vergüenza de Francia”. Los dos retoman la conversación como si tal cosa.

Es una secuencia de Thalasso, una cinta francesa que compite en por la Concha de Oro en la que el novelista y el actor juguetean, parodian, pero también muestran sus controvertidas personalidades. Houllebecq es una de las presencias más esperadas del festival aunque su estancia se ha limitado a entrar en el Hotel María Cristina, tomar algo en la terraza, comer y asistir al pase. Nada de rueda de prensa ni entrevistas.

El autor de Las partículas fundamentales o Serotonina, hay que aclararlo rápido, funciona como actor. Su peculiar desaliño y su estatismo expresivo generan una vis cómica muy particular. Thalasso comienza cuando acude a un centro para desintoxicarse. Allí conoce a Gerarad Depardieu (tampoco le conocía en la vida real antes de la película) y durante cuatro días disertan sobre la vida en albornoz, mientras fuman y beben a escondidas.

Thalasso no tiene ninguna vocación intensa ni intelectual: es ligera, cómica y natural. Es una continuación de El secuestro de Michel Houllebecq, de Guillaume Nicloux, que seguía la misma estrategia.

“El estatus profesional de Michel Houllebecq no me interesa cuando rodamos, me interesa su personalidad. Él esa así en la película porque él es así”, explica el director. “Su carácter, su sensibilidad, lo divertido que es y todo lo que provoca. Se trata de no saber lo que vemos, entrar en un estado de apnea que no distingue lo que es original de lo imaginario”.

Como Laurel y Hardy, tienen algo de relación de opuestos. “Michel aprendía su texto como si estuviera en la escuela, pero Gerard en absoluto. Es un tándem singular y me divertía tener las personalidades opuestas que logran un equilibrio”.

Es fácil interpretar el centro de terapias como una metáfora de un mundo aséptico en el que ninguno de los dos encaja. Houllebecq fantasea con presentarse a la presidencia de la República, Depardieu recuerda su simpatía por Putin

Aunque sea un producto deslavazado, la película posee momentos brillantes, como cuando el escritor dice creer en una reencarnación en la que volvería a ver a su abuela y se emociona hasta las lágrimas.  La muerte y la vejez es, de hecho, uno de los temas de Thalasso.

El artefacto podría haber sido más estrafalario si Nicloux hubiese logrado su sueño: contar con Sylvester Stallone, que también es un personaje de la película, aunque interpretado por un doble.