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Poesía, ese lugar donde habita el feminismo

  • Con la palabra "sororidad" por bandera, una nueva generación de mujeres poetas lucha por la igualdad desde los versos
  • Cuentan con el impulso de las redes sociales para dar visibilidad a su obra y reivindicar a otras poetas que fueron silenciadas

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Poesía feminista: el verso como arma

Decía Gabriel Celaya que la poesía “es un arma cargada de futuro” y lo evidencia una nueva generación de mujeres poetas que convierten la palabra escrita en una fuente de sororidad. Son escritoras "de verso en pecho”, como diría Gloria Fuertes, que, gracias al ‘boom’ editorial del género y a las redes sociales, gozan hoy de una visibilidad que no tuvieron sus precursoras para disparar mensajes poéticos que atraviesan la conciencia social y combaten el machismo.

Usado a lo largo de la historia como instrumento de sometimiento a la mujer, el lenguaje es para ellas una herramienta imprescindible en la misión que supone promover el feminismo, un movimiento que habita la poesía desde hace años pero que ahora acampa en el terreno con mayor firmeza.

“Tú no te sientas a escribir un poema feminista. Te sientas a escribir un poema y de un modo inevitable tu conciencia se filtra en esa escritura”, explica la poeta Elena Medel (Córdoba, 1985), que también dirige la editorial de poesía La Bella Varsovia y coordina el proyecto Cien de cien para dar visibilidad a la obra de las poetas españolas del siglo XX.

Es consciente del auge que vive la poesía firmada por mujeres y asegura que esa tendencia “solo trae cosas buenas”.

La poesía de la sororidad

“Creo que es muy importante que las mujeres nos relatemos a nosotras mismas y seamos nosotras quienes nos representemos”, opina la poeta Rosa Berbel (Estepa, Sevilla, 1997), cuya ópera prima, Las niñas siempre dicen la verdad, se ha ganado alabanzas de escritores consagrados como Fernando Aramburu.

"Creo que es muy importante que las mujeres nos relatemos a nosotras mismas"

Con ella coincide la poeta, actriz y dramaturga María Nieto (La Felguera, Asturias, 1989), que acaba de publicar Siemprevivas, su libro debut: “Yo tengo mi manera de poder canalizar esto, pero creo que todas la mujeres que mediante el arte o mediante cualquier disciplina lo estamos gritando, lo hacemos en nombre de todas”, subraya la poeta, que ha reinterpretado a Federico García Lorca a través de sus textos en Lorca libre.

Esa capacidad que demuestran todas ellas para plasmar en sus textos reflexiones que no son individualistas, sino transversales, la define Medel a partir de un concepto clave, el de sororidad, un neologismo usado para referirse a la solidaridad entre mujeres en un contexto de discriminación sexual.

“Tenemos que aprovechar nuestros privilegios para tender la mano a quienes no los tienen, para ceder la voz”, sostiene la cordobesa.

En esa tarea, el verso es un buen aliado porque obliga al lector a “detenerse”. “Los poemas abren un paréntesis. Durante unos minutos nos exigen una vida entera y creo que ese momento casi de sosiego, de tranquilidad, en el que pones en marcha el pensamiento, brinda una buena oportunidad para pensar y plantearte preguntas como las que propone el feminismo”, añade Medel.

Sobre el territorio poético diseccionan lo que significa ser mujer en el siglo XXI y critican los convencionalismos sociales. Ejemplo de ello son los versos que pueblan el poemario Querida hija imperfecta, de Ana Pérez Cañamares, que escribe:

En ninguno de los librosque leí para ser madre perfectaencontré lo único importante:

La maternidad es un largo caminopara amar mis imperfeccionestanto como te amo a ti

querida hija imperfecta.

El empuje de las redes sociales

Más allá del papel, bullen en las redes sociales miles de versos feministas engendrados por una remesa de poetas que, en algunos casos, se han convertido en influencers, como Elvira Sastre, Irene X, Srta Bebi o Luna Miguel, entre otras muchas.

Dejando a un lado el arduo debate que despierta la llamada “poesía de internet”, cuya calidad literaria es defendida por unos y criticada por otros, es innegable el vínculo que muchos de los jóvenes poetas mantienen con el movimiento feminista y su poder para conectar con los lectores más jóvenes e instarles a reflexionar sobre problemas del presente.

Los tuits y publicaciones en Instagram de estos poetas -o escritores de prosa poética, como algunos se autodenominan- atrapan la atención de millones de usuarios con la rotundidad de sus versos y la sencillez de unas frases cargadas de simbolismo en las que queda retratado su compromiso social; un compromiso que es amable con la mujer porque ensalza su figura y critica de manera ferviente todo tipo de violencia ejercida contra ella.

“Porque un mundo sin mujeres no es más que un mundo vacío y a oscuras. Y nosotras estamos aquí para despertaros y encender la mecha”, reza una estrofa de Somos mujeres, un poema que Elvira Sastre (Segovia, 1992) publicó el 5 de marzo de 2017 y que se hizo viral en vísperas del Día Internacional de la Mujer.

Sastre, que ha publicado poemarios como Baluarte o La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida, supera los 288.000 seguidores en Instagram.

“Me molesta mucho cuando se habla de las redes sociales y se dice que sirven para neutralizar o desactivar el pensamiento crítico porque creo que es al contrario”, señala Berbel, que considera que las redes sociales logran arrastrar a muchos jóvenes hasta la poesía y hace que, a través de ella, se “cuestionen” muchas cosas.

Fuera de España, una de las escritoras más populares es Rupi Kaur, que saltó a la primera línea con la publicación de Leche y miel (2014) y de El sol y sus flores (2017), dos claros ejemplos de prosa poética.

La poeta y también ilustradora, nacida en la India en 1992 y residente en Canadá, supera los tres millones y medio de seguidores en Instagram. Kaur es, para muchos críticos, un fenómeno generacional.

Poetas silenciadas

Mucho antes de que el feminismo se convirtiera en un debate central, numerosas mujeres utilizaron la poesía como medio de expresión frente al machismo imperante. También por ellas, que fueron silenciadas en un contexto histórico en el que la figura de la mujer en la lírica estaba más asociada al perfil de musa, escriben las poetas de hoy. Son plenamente conscientes de que eso que ahora se considera una novedad realmente no lo es.

A nombres de poetas más conocidas -que no siempre reconocidas- como los de Gloria Fuertes, Silvia Plath, Anne Sextonn o Ana Rossetti, se pueden sumar los de otras muchas escritoras de diferentes épocas que de manera más o menos directa regaron su obra poética de ideas feministas y que han sido relegadas al olvido durante años. Es el caso de Vicenta Maturana (1793-1959), que ya en el siglo XIX plasmó en sus escritos el rol de las mujeres de su época, o el de Concepción de Estevarena (1854-1876), de cuyos poemas se extrae una imponente reflexión sobre la sororidad.

Dentro de un periodo más cercano destacan las voces femenistas de varias escritoras contemporáneas que también iniciaron su actividad poética sin el apoyo que brinda internet a las nuevas generaciones. Entre ellas, Francisca Aguirre (1930), Juana Castro (1945) o Noni Benegas (1951), quienes además han sufrido y sufren discriminación de género en el acceso a premios literarios.

Poesía masculina y feminista

La conciencia feminista no solo se cuela en la poesía escrita por mujeres, también -y cada vez más- en la de muchos jóvenes poetas de sexo masculino que disfrutan con la visibilización que está teniendo en los últimos años la obra de sus compañeras y que luchan por la misma causa.

Pueden mencionarse los nombres de Escandar Algeet, Marwan o Miguel Gane, autores con un estilo directo y cotidiano.

“En algo tan efervescente como el feminismo la única postura que tengo clara es la de escuchar. Sobre todo a ellas. Y abrir los ojos, respecto a nosotros. He crecido (y lo sigo haciendo) rodeado de mujeres que cada día salen a la calle a transformar un mundo lleno de obstáculos a cada paso que dan. He escrito poemas/textos sobre ello, sobre ellas, pero cuanto más entiendo, más aprendo a callarme “, opina el poeta Escandar Algeet, autor de La risa fértil, entre otros poemarios.

Consciente de que "la historia está repleta de mujeres silenciadas", entiende el feminsimo como "la mayor energía transformadora de la sociedad". Por eso, no le sorprende que los hombres que escriben hoy hablen de ello, pero entiende, asegura, que su voz "es más secundaria que protagonista".

A ellas, las protagonistas, les dedica versos como estos:

Y entender que:ser valiente en un mundo de hombreses ser mujer.

¿Poetas o poetisas?

El lenguaje no es nada ingenuo y en el mundo de la poesía se ve un claro ejemplo. Los términos “poeta” y “poetisa” se pueden usar indistintamente para definir a la mujer poeta, según la RAE, pero la decisión de optar por un vocablo u otro puede ser polémica.

La palabra “poetisa” tiene connotaciones peyorativas desde el siglo XI. En ese momento histórico en el que empiezan a ser cada vez más las mujeres que publican sus poemas, surge la duda duda de si la palabra “poeta” se refiere solo a un hombre o si podría aludir, en general, a una persona, incluyendo ambos géneros.

Se empieza entonces a usar el término “poetisa”, pero pronto se convierte en un sustantivo burlesco que definía a las autoras de obras de menor valor. Algunos escritores empezaron, incluso, a utilizar la palabra “poetiso” para denigrar a otros autores. Por esa razón, en el presente se reniega a menudo de un término manchado.

Sin embargo, también hay una corriente de autoras, entre las que se encuentra Ana Rossetti, que deciden usar el término “poetisa” para limpiarlo del peso negativo y dignificarlo.