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Lewis Baltz, el fotógrafo de la pesadilla del sueño americano

  • La Fundación Mapfre presenta la primera retrospectiva en España de Baltz
  • Redefinió el concepto de paisaje mostrando la dañina intervención del hombre
  • Reúne 400 fotografías que podrán verse del 9 de febrero al 4 de junio

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Lewis Baltz. 'Night Construction, Reno', de la serie 'Nevada', 1977. Fondation A Stichting, Bruselas.
Lewis Baltz. 'Night Construction, Reno', de la serie 'Nevada', 1977. Fondation A Stichting, Bruselas.

Solares, urbanizaciones en construcción en mitad de la nada, vertederos, especulación urbanística, desertización... en suma, la desafortunada intervención del hombre en el paisaje y en la naturaleza es la clave de la obra de Lewis Baltz (1945-2014), uno de los más grandes fotógrafos del siglo XX cuyo trabajo puede verse por primera vez en España en la amplia retrospectiva que ha presentado este martes la Fundación Mapfre en Madrid.

La exposición Lewis Baltz, la primera retrospectiva mundial tras su fallecimiento hace tres años, reúne del 9 de febrero al 4 de junio cerca de 400 fotografías de uno de los máximos exponentes del denominado movimiento New Topographics (Nueva Topografía), una generación de fotógrafos, entre los que también estaban Robert Adams, Nicholas Nixon y Stephen Shore, que puso patas arriba la idea romántica y bella del paisaje y mostró su más cruda realidad, como producto de la intervención del hombre.

No obstante, la muestra es mucho más amplia y abarca toda la carrera de Baltz, desde sus primeros trabajos como estudiante hasta sus últimos trabajos de gran formato en color y su exploración del lenguaje audiovisual que cultivó tras instalarse en Europa.

"No se explica cómo un artista de la importancia de Lewis Baltz no haya merecido una exposición individual en España porque va más allá del papel de fotógrafo pues es un artista que usa la fotografía para plantearnos los problemas de la realidad que nos circunda a través de la idea de la intervención del hombre en el paisaje", explica a RTVE.es el director de Cultura de la Fundación Mapfre, Pablo Jiménez Burillo, quien cree que el fotógrafo californiano fue "un adelantado a su tiempo".

Retrospectiva de Lewis Baltz en Madrid

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  • Lewis Baltz. 'Monterey', de la serie 'The Prototype Works', 1967. Galerie Thomas Zander, Colonia

  • Lewis Baltz. 'Tract House no. 4', de la serie 'The Tract Houses', 1971. Colección particular, París

La pesadilla del sueño americano

Para Jiménez Burillo, el leit motiv de la obra del artista, esa intervención del hombre en el paisaje, refleja en definitiva la "destrucción de la naturaleza y del mundo" de forma que el sueño americano se acaba tornando "un poco en pesadilla".

"Utilicé la fotografía para distanciarme de un mundo que odiaba y que era incapaz de mejorar", dijo el propio Baltz en una entrevista en 2009, tres años antes de morir, a modo de síntesis de una carrera que empezó con apenas 14 años, cuando este hijo de una pareja propietaria de una funeraria, de padre además forense y alcohólico, entró a trabajar en una tienda de fotografía y aprendió al oficio junto a su dueño, el fotógrafo William Current.

Estudiante del San Francisco Art Institute (1969) y de la Claremont Gradute School de California (1972), las primera serie expuesta en la Sala Bárbara de Barganza de la Fundación Mapfre pertenece a esa época, The prototype works, en la que capta la arquitectura californiana y también imágenes de la ciudad de coches y letreros de neón. En Track houses (1969-1971) pueden verse 25 fotografías de casas unifamiliares en construcción junto a una autopista, aunque solo vemos sus fachadas, puertas y ventanas cerradas; idea que continúa explorando en The new industrial park near Irvine, California (1974), combinando edificios vistos de cerca junto a fábricas y naves industriales cúbicas, jugando con las formas geométricas y el minimalismo.

En 1975, Baltz participaría en la trascendental exposición New Topographics: Photographs of a man-atlered landscape, en la George Eastman House de Nueva York, en la que, junto a Adams, Nixon, Shore, Hilla Becker, Joe Deal y Frank Gohlke, redifiniría el concepto de paisaje.

La exposición continúa con las series Maryland (1976), Nevada (1977) y Park City (1978-1980) muestran áreas residenciales fantasmales y los efectos de la especulación urbanística y la desertización. Con Continuos Fire Polar Circle (1986), Near Reno (1986-1987), San Quentin Point (1981-1983) y Candlestick Point (1987-1989) entra en una nueva fase de su obra fotografiando vertederos de basura, máxima metáfora de la destrucción de la naturaleza.

Lewis Baltz. 'Continuous Fire Polar Circle no. 1', de la serie 'Continuous Fire Polar Circle', 1986/ © The Lewis Baltz Trust © The Lewis Baltz Trust

De las imágenes del paisaje al paisaje de las imágenes

En 1989 Lewis Baltz se instala en Francia y se produce un giro radical en su trayectoria al perder el interés en las imágenes del paisaje y centrarse en el paisaje de las imágenes con el "desarraigado espacio postindustrial de la vigilancia, el espectáculo y la alienación". Empleará la fotografía en color y el gran formato en series como Generic Night Cities (1989-2000), Sites of Technology (1989-1991) y Piazza Sigmund Freud (1989) para mostrar paisajes urbanos nocturnos en los que prima la luz artificial fija y en movimiento, oficinas con equipamiento informático o tableros de mando.

La muestra recoge instalaciones como Ronde de nuit y Docile bodies, reconstruidas por el comisario, Urs Stahel, tal y como las concibió Lewis Baltz, es decir, monumentales murales de módulos de entre dos y dos metros y medio de altura y doce metros de longitud. La primera recoge extractos de vídeos de vigilancia de una comisaría de policía mezcladas con fotografías de cables y mangueras, mientras que la segunda recoge imágenes de neurocirugía que nos introducen dentro del cuerpo. Además, incluye una pieza de videoarte, End to end (2000), sobre la historia política y económica de la región italiana de la Emilia-Romaña.

La retrospectiva concluye con el último trabajo del fotógrafo, Venezia Marghera (2000-2013), un portfolio en el que se despide con una vuelta a sus orígenes mostrando la alteración del paisaje por el hombre en la industrializada ciudad italiana de Marghera, ubicada a apenas 10 kilómetros de la idílica Venecia, también sobreexplotada por el turismo.