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IV centenario de Cervantes

'El Quijote', una obra que se lee entre carcajadas

  • Los expertos señalan el humor inteligente como sello en las obras de Cervantes
  • El escritor mezclaba comicidad e ironía para ser entendido a varios niveles
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Homenaje a 'El Quijote' en Madrid en 2015.

El carácter poliédrico y único de la obra de Miguel de Cervantes provoca que el análisis sobre sus textos sea inagotable. Pero si en algo coinciden los expertos cervantistas es en señalar el humor inteligente como sello característico en todas sus creaciones.

El autor complutense manejaba con maestría una mezcla entre comicidad e ironía a varios niveles, huyendo de lo escatológico.

Un despliegue de recursos que alcanza su punto culminante en El Quijote. Su novela cumbre es desternillante y se lee entre carcajadas, resaltan los especialistas consultados por RTVE.es.

El Quijote es un campo para todo género de la novelística, y sus personajes van creciendo a través del texto. Yo siempre digo que cuando tengo horas bajas me voy a un capítulo de El Quijote porque se te olvidan todos tus problemas, porque consigues que te identifiques con él y te ríes muchísimo”, señala Rosa Navarro, catedrática de Literatura Española del Siglo de Oro en la Universidad de Barcelona.

'El Quijote', una novela desternillante

Para el experto José Manuel Lucía Megías, la verdadera novedad que impuso Cervantes fue sacar la comicidad de los márgenes y situarla en primer plano en boca de sus protagonistas.

El de Cervantes “no es el humor zafio de la carcajada rápida que se olvida en el momento, si no que es el humor de la carcajada inteligente”, explica, y añade que esta hilaridad se extiende a los inolvidables diálogos entre Sancho y el hidalgo Don Quijote.

Quijote y Sancho en la Plaza de España de Madrid. EFE

El fiel escudero echará mano de un humor lingüístico, en el que las palabras se confunden, y entiende una cosa por otra, destapando la risa del lector, señala José Manuel Lucía, comisario de la gran exposición sobre Cervantes de la Biblioteca Nacional. Actividad central de las celebraciones por el 400 aniversario de la muerte del escritor.

El catedrático recurre a una curiosidad para desgranar el carácter desopilante de las aventuras quijotescas, que han sido traducidas a más de 140 lenguas:

“Hay una anécdota que cuenta que el rey Felipe III fue a Valladolid nada más publicarse El Quijote. El monarca vio a un estudiante que estaba leyendo muerto de risa un libro, y le dice a su consejero: o está leyendo El Quijote o está loco. Es la forma de leerlo, a carcajadas”, explica el cervantista.

El humor, en primer plano

Esta habilidad rompedora del literato de Alcalá de Henares le sitúa como padre de la novela moderna, sobre todo por la valoración de los autores ingleses. Un estilo humorístico que el escritor adapta según el texto que aborde.

“En cada una de sus obras es distinto. En, por ejemplo, el entremés El viejo celoso, hay una sátira, una burla en trazos gruesos del marido achacoso al que burla la mujer. Este humor no tiene nada que ver con el que usa en el Viaje del Parnaso, en el que se burla de sí mismo. Cervantes tenía esa maestría, que no solo sabe usar la ironía y el humor con sus personajes sino también consigo mismo”, detalla Rosa Navarro.

La experta señala que el autor supo trascender su circunstancia de “perdedor”, estuvo cinco años cautivo y tres veces en la cárcel, para alumbrar “unos personajes maravillosos con una vitalidad extraordinaria”.

Ilustraciones del Quijote de los pintores Zuluaga, Benjamín Palencia y Antonio Saura (i-d). EFE/M.Toribio

Solo a una mente genial se le ocurriría subir al escenario un diálogo entre dos perros filósofos o a un licenciado que cree que se va a romper al ser de vidrio.

Con estos mimbres, el maestro de las letras españolas supo mirar con clarividencia la realidad social y política de su tiempo. En la voz de sus protagonistas defendió la libertad, el respeto al otro o los derechos de las mujeres.

Si Cervantes viviera hoy sería un buen tertuliano

Sus creaciones rezuman modernidad y un carácter adelantado a su época que le hace lindar con la actualidad. Tal y como explicaba el ingenioso caballero a su inseparable escudero en las páginas de El Quijote: "Cambiar el mundo, amigo Sancho, que no es locura ni utopía sino justicia".

“Seguramente, si viviera hoy en día, Cervantes sería un buen tertuliano, y miraría con la distancia que da la experiencia, porque lo haría con mirada benévola, y diría que problemas reales eran los que tenía Felipe II en su tiempo. En cada época lidiamos con una situación pero en esta no contamos con un escritor con esa mirada tan lúcida sobre la realidad como él tenía”, reflexiona el profesor Megías.