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Mueren seis militares de EE.UU. en un ataque suicida en Afganistán

  • Un vehículo con explosivos ha estallado cuando los soldados patrullaban en Bagram
  • Crece la preocupación en el gobierno afgano ante el avance talibán en Helmand

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Tropas afganas defienden la provincia de Helmand de la ofensiva talibán.
Tropas afganas defienden la provincia de Helmand de la ofensiva talibán.

Al menos siete personas, entre ellas seis militares estadounidenses, han muerto en un ataque suicida perpetrado este lunes contra tropas afganas e internacionales en el este de Afganistán, que ha sido reivindicado por los talibanes. Otras seis personas han resultado heridas.

"Seis miembros de (la misión) Apoyo Decidido murieron en un ataque con un vehículo cargado con un artefacto explosivo improvisado (IED, siglas en inglés) en Bagram", la principal base militar de EE.UU. en el país, ha dicho el portavoz de la Alianza Atlántica en el país asiático, Michael Lawhorn. El atacante también ha muerto en el atentado.

El atentado se produjo sobre las 13.30 hora local (10.00 hora peninsular española) cuando el personal militar patrullaba el distrito de Bagram, ha declarado Wahidullah Sediqi, portavoz del gobernador provincial.

Los talibanes se han atribuido el ataque y han elevado a 19 el número de víctimas mortales estadounidenses, si bien el grupo insurgente tiende a ofrecer información sesgada sobre el alcance de sus acciones. "Poco después del ataque, llegaron helicópteros estadounidenses, rodearon el área y evacuaron a sus muertos y heridos", han manifestado los talibanes en un comunicado.

La OTAN ha anunciado que mantendrá unos 12.000 efectivos en Afganistán a lo largo de 2016 en su operación de asesoramiento a fuerzas afganas, el triple de su presencia actual, ante la situación de inseguridad en el país.

Estados Unidos por su parte tiene unos 9.800 soldados en el país asiático, de los que cerca de la mitad permanecerán más allá del final del mandato del presidente Barack Obama, en enero de 2017.

Avance talibán en el sur de Afganistán

Afganistán está viviendo uno de los años más sangrientos desde la caída del régimen talibán en 2001, con una guerra abierta en diversas zonas del país que ha dejado sólo en el primer semestre 1.592 muertos y 3.329 heridos civiles.

Los talibanes han ganado terreno en diversas áreas del país en los últimos meses y el pasado septiembre tomaron temporalmente la ciudad nororiental de Kunduz, su mayor logro militar desde la caída del régimen con la invasión estadounidense en 2001.

En los últimos días han reafirmado su avance en el sur con la toma de un estratégico distrito, Sangin, lo que ha supuesto un nuevo espaldarazo a su contundente avance en la provincia de Helmand, donde al menos la mitad de sus distritos registran enfrentamientos armados entre los insurgentes y las fuerzas afganas.

Sangin cayó anoche en manos de los insurgentes cuando, en un intento de evitar bajas entre sus filas, las tropas afganas decidieron realizar una retirada estratégica y abandonaron el complejo donde se encuentran las oficinas gubernamentales, ha dicho una fuente militar que ha pedido el anonimato.

El ejemplo de Kunduz

Las autoridades afganas suelen dar por perdida una demarcación administrativa con la toma de sus dependencias centrales, si bien en esta ocasión el portavoz del Ministerio de Interior, Sediq Sediqi, mantuvo en rueda de prensa que "Sangin no ha caído completamente".

El despliegue es parte de los esfuerzos que el Gobierno y las tropas internacionales están haciendo, según dijo, para evitar por "todos los medios y maneras posibles" el avance talibán en la provincia, uno de sus principales bastiones con tres de sus 14 distritos totalmente en poder de los insurgentes y otros nueve de ellos controlados parcialmente.

El vicegobernador de Helmand, Muhammad Jan Rasoulyar, ya había advertido ayer en una carta abierta al Ejecutivo central de que la provincia estaba "a punto de desmoronarse" y reclamaba ayuda "urgente".

Helmand, el paraíso de la producción de opio

Helmand concentra casi el 50 % de la producción de opio de Afganistán, una de las fuentes de financiación más importantes de los insurgentes, y es fronteriza con Pakistán, donde supuestamente se exilia su cúpula.

La provincia sería una buena opción para convertirse en fuente "principal" de financiación para el grupo, que tiene, además, "acceso" a la población local, por lo que podría engrosar sus filas con nuevos insurgentes locales, según el jefe del Comité Militar de Helmand, Bashir Ahmad Shakir.

Si Helmand cayese en manos de la formación insurgente -ha afirmado en declaraciones a Efe- la "amenaza" se extendería a las provincias colindantes, entre las que se encuentra Kandahar, el bastión espiritual del movimiento talibán y que fue capital de su régimen (1996-2001).