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'Las aventuras de Monsieur Vieux Bois', el primer cómic de la historia

  • Su creador, Rodolphe Töpffer, está considerado el padre de la historieta
  • Se adelantó 60 años a The Yellow Kid, considerado el primer cómic
  • Es la primera vez que estas tiras se publican en España

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Viñeta de 'Las aventuras de Monsieur Vieux Bois'
Viñeta de 'Las aventuras de Monsieur Vieux Bois'

"Está claro que Töpffer no solo inventó el cómic, sino también al moderno historietista" (Chris Ware)

Cuando hace unas décadas se quisó poner fecha al nacimiento del cómic, los americanos dataron el momento exacto en la página de la serie The Yellow Kid (que Richard F. Outcault dibujaba para el New York Journal) del día 16 de febrero de 1896 porque mostraba un globo de diálogo (un bocadillo) mediante el cual un loro exclama: "Sic em towser!" (olvidando que los europeos usaban esos mismos globos desde hace décadas).

También ignoraban la rica tradición europea de narrar en viñetas (desde el siglo XVI, en Francia, y luego otros países, comienzan a difundirse los pliegos de cordel y las aleluyas, que usaban este lenguaje). Y al que fue el primero en darse cuenta del poder de las viñetas para contar historias, el ginebrino Rodolphe Töpffer (1799-1846), que en 1827 concibió la primera de sus Histories en estampes (como las denominó) y que, diez años después, publicó un pequeño álbum titulado Les Amours de M. Vieux-Bois, que se merecería mucho más el título de el primer cómic de la historia y que ahora se publica por primera vez en España con el título de Las aventuras de Monsieur Vieux Bois (Ginger Ape Books&Films).

Un cómic que relata las divertidas (y a veces patéticas) aventuras amorosas de Vieux Bois, un caballero capaz de todo por conseguir a su amada y tan torpe como el que más.

Un nuevo lenguaje

Hijo del pintor y caricaturista Wolfgang-Adam Töpffer, Rodolphe nació en Ginebra a comienzos de 1799. Su padre le inspiró el amor por la pintura y por los grabados de William Hogarth, que fue la principal inspiración para sus historietas. Como escritor, Töpffer está influenciado por Molière, Racine, Virgilio, Tácito... y por las ideas de Jean-Jacques Rousseau. Rodolphe trabajó como profesor y, en 1824, montó un internado en el que acogería a estudiantes de toda Europa.

En 1827, en parte para entretener a sus alumnos, realizó Les Amours de M. Vieux-Bois, aunque no lo publicó hasta diez años después. Un año después publicaría Voyages et aventures du Docteur Festus, que recibió elogios del mismísimo Goethe. Esa calida acogida por parte del genio alemán fue lo que motivó a Töpffer a seguir experimentando con el nuevo lenguaje.

Para editar sus cómics, Töppffer utilizó un novedoso procedimiento litográfico, ela autografía, que le permitía volcar sus dibujos directamente del papel a la piedra con un coste muy bajo. Así, en 1833 publicó la primera de sus histories: Monsieur Jabot, con una tirada de 800 ejemplares y paa la que escogió un formato oblongo, el mismo que adoptaría casi cien años después, la tira cómica.

Y es que Töpffer fue consciente, desde el primer momento, de la importancia y las posibilidades de esta original vía a la experimentación artística que se basaba en la cooperación entre texto e imágenes;y que además tenía un enorme éxito popular.

Ya utilizó los elementos fundamentales del cómic

En la obra de Töpffer encontramos ya los elementos principales del cómic. Y su propio autor, aun cuando utiliza la equívoca fórmula histoires en estampes, aun cuando califica sus propios dibujos de garabatos, sinsentidos gráficos o pequeñas locuras, es consciente de haber creado una nueva forma de narración híbrida, una forma que romperá las fronteras del tiempo y del espacio, y que llegará a obtener, y por derecho propio, la calificación de arte.

Tan consciente será Töpffer de sus potencialidades, que llegará incluso a teorizar sobre el nuevo medio (su Essai de Physiognomonie bien puede considerarse el primer texto teórico sobre el arte del cómic). No es de extrañar pues que su obra despertara la admiración de personalidades de la modernidad y clarividencia de Goethe, Gautier, Jarry o Le Corbusier.

Lo único que Töpffer no usó fueron los bocadillos (o globos de diálogo), pero no porque no los conociese, ya que algunos de sus contemporáneos si los utilizaban, sino por propia elección.

Fue tal el éxito de los cuadernillos de Töpffer que la demanda se multiplicó y enseguida surgieron numerosos imitadores. E incluso algunos espabilados imprimían copias litográficas piratas de las obras de Töpffer a menor calidad y un precio más reducido. (Como véis, la piratería no es un invento moderno).

Uno de los primeros personajes animados

Por cierto que Vieux Bois también se convirtió, en 1921, en uno de los primeros personajes del cine de animación, en una película titulada Monsieur Vieux Bois et l'objet aimé, de los franceses Robert Lortac y Julia Cavé, lo que demuestra el éxito que alcanzó entre sus contemporáneos. Jean Cocteau y Pierre Loti también lo citan como una de sus influencias.

Como nos cuenta Rubén López Conde en el prólogo de este imperscindible libro: "En los últimos años hemos asistido a los esfuerzos de muchos editores e investigadores por recuperar su legado. La lectura y el análisis de la obra de Töpffer revelan no solo su sorprendente modernidad –en relación con el medio que la produce–, sino también, y ante todo, su plena vigencia –tal, que Chris Ware cree estar ante un contemporáneo–, la lección que sigue emanando de su examen y que hace válida la sutil paradoja enunciada por Spiegelman y ratificada por el propio Ware: el futuro de los cómics está en el pasado".

Un cómic fundamental para comprender la evolución de este medio artístico y que se publica por primera vez en España. Destacar que en la web de Ginger Ape Books&Films nos dan la oportunidad de descargar la edición digital de forma gratuita.