Enlaces accesibilidad

Uberto Pasolini: "Cada vez estamos menos interesados en la vida de los demás"

  • El director y productor estrena Nunca es demasiado tarde
  • La historia de un funcionario empeñado en recordar a quienes mueren en soledad

Por
Tráiler de 'Nunca es demasiado tarde'

FICHA TÉCNICA

Título original: Still Life

Año: 2013

Duración: 92 min.

País: Reino Unido

Director: Uberto Pasolini

Guion: Uberto Pasolini

Reparto: Eddie Marsan, Joanne Froggatt, Karen Drury, Andrew Buchan,

¿Existimos tras morir solo por la memoria de quienes nos recuerda? Explorando la respuesta a esa pregunta el cineasta italiano Uberto Pasolini ha escrito, dirigido y producido Nunca es demasiado tarde, una cinta en la que un meticuloso funcionario trabaja buscando familiares de las personas que mueren en la más absoluta soledad.

Para Pasolini (Roma, 1957), cuya biografía es una película en sí misma (sobrino-nieto de Luchino Visconti, formado como banquero, ha hecho carrera en el cine anglosajón y fue productor del taquillazo Full Monty), Nunca es demasiado tarde es su segunda película tras Machan (20008). En 2013 consiguió el Premio a mejor director dentro de la sección Orizzonti del Festival de Venecia.

“La memoria colectiva es importante en el sentido de que en el momento en el que olvidamos a los demás cuando están muertos, pero también cuando están vivos, nuestra humanidad se va con eso”, dice Pasolini, que además del inglés, domina con soltura el español.

Eddie Marsan interpreta el papel protagonista confirmando su espectacular técnica que tantas veces ha demostrado como secundario (War Horse, Gangs of NY o Bienvenidos al fin del mundo). “Si hay algo bueno en la película es Eddie”, concede el director. “Tuvo la generosidad de trabajar con su talento al servicio de una historia y no como excusa para demostrar su habilidad. Es una película de grandes silencios, no quise escribir escenas de diálogos para explicar lo que pase, dejé a Eddie comunicar sin diálogos”.

La vida de los muertos

Pese su aire de fábula y la estética atemporal de su protagonista, Pasolini estaba interesado en un aspecto de la realidad actual. “Por un lado, los gobiernos nos empujan a pensar como individuos y no como gente que pertenece a una comunidad. Y, por otro lado, la sociedad va cambiando porque se pierde el sentido de la vecindad. Hace poco, las familias se conocían generación tras generación y ahora no conocemos la vida del vecino. Las dos cosas nos hacen más individualistas y menos interesados en la vida de los demás. Nuestra vida se hace menos interesante porque estamos menos preparados para confrontarnos con situaciones que se escapan a la rutina diaria”.

Tras ser despedido, el funcionario se empeña en su último caso como un modo de redención de su propia soledad. “Conocía a personas reales que se dedican a esa profesión y conocí la realidad de que hay miles de funerales al año a los que no acude nadie. Me tocó muchísimo. Yo tengo, familia, amigos, trabajo, veo a mi hija todos los días e incluso a mi exmujer, que compone música para mis películas, pero tras mi divorcio hay noches en las que regreso a casa y está vacía, no hay nadie, y sentí la soledad. Lo que empezó como una investigación social, mudó en un viaje muy persona. El mayor que he hecho”.

En su doble condición de director y productor, Pasolini defiende un cine europeo fuerte. “Creo que el cine continental europeo es más interesante que el inglés, que sufre del contacto del cine americano y del deseo del sus guionistas, directores y actores de trabajar en EE.UU. Una de las razones de la fuerza del cine europeo es que, en general, el público alemán, francés o español, está más interesado en su cine nacional que el inglés por el cine inglés. Todo lo que se pueda hacer para ayudar al público a tener un interés por el cine nacional tiene que hacerse”.