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Una entrevista inexistente con Patrick Modiano

  • El Nobel no concede entrevistas a televisiones por su extrema timidez
  • Habría querido preguntarle por cómo ha vivido el éxito desde los 23 años

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French writer Patrick Modiano attends a news conference at the French publishing house Gallimard in Paris
Patrick Modiano posa para los fotógrafos en la rueda de prensa que celebró tras conocerse que había ganado el Nobel de Literatura.

Lo sabía. Y no me refiero a que intuyera que Patrick Modiano iba a ganar el Premio Nobel de Literatura. No es eso. Pero sí sabía que el hecho de no haber podido entrevistarlo nunca, iba a tener consecuencias. Siempre ocurre.

Como sé que pasará lo mismo con Haruki Murakami o Philip Roth. Todos ellos forman parte de esas entrevistas pendientes que, probablemente, nunca llegaré a realizar, entre otras cosas, porque estos escritores pasan de ponerse delante de una cámara de televisión.

En el caso de Modiano, es muy conocida su extrema timidez, casi enfermiza, que le lleva a no conceder entrevistas a los medios audiovisuales. Si a eso añadimos que por más que ha insistido su editor español, Jorge Herralde, factótum de Anagrama, el autor no quiere venir nunca a España, es evidente que en Página Dos poco podíamos hacer para contar con él.

Obsesión por la concentración argumental

De ahí que no hayamos tenido la oportunidad de preguntarle nunca por su particular estilo, por esa obsesión que tiene a la concentración argumental, que queda evidente si leemos algunas de sus novelas más conocidas que apenas llegan a las 200 páginas: Trilogía de la ocupación, En el café de la juventud perdida o Un pedigrí.

También hubiéramos querido saber cómo ha vivido el éxito desde que publicó su primer libro, El lugar de la estrella, con tan solo 23 años, dedicado a su hermano Rudy fallecido a los diez.

Y ya puestos, hubiéramos charlado de la influencia que su familia ha tenido en su obra, esa conocida falta de cariño que le llevó a tener una compleja relación con su padre con el que dejó de hablarse durante años y que derivó en la presencia de jóvenes protagonistas en sus historias, que tienen problemas para alcanzar la madurez; la fundamental influencia del escritor Raymond Queneau (amigo de su madre) en su formación; su interés por la ocupación nazi como eje argumental de algunas de sus mejores novelas; el por qué decidió abandonar la universidad y dedicarse a robar libros de bibliotecas y casas de amigos para luego revenderlos, e incluso le habríamos preguntado sobre sus trabajos como guionista junto a directores como Louis Malle, y no sólo en la adaptación de sus propias novelas; y sus años de periodista, como por ejemplo a finales de los 60 escribiendo artículos para la revista Vogue.

Si en este programa hubiera sido posible entrevistarlo, estoy seguro que habríamos hablado de la moralidad presente en sus novelas, de la falta de héroes, de cómo se atrevió a mostrar al ciudadano francés que intenta sobrevivir como puede ante la adversidad, de la etiqueta que la crítica le ha puesto de “arqueólogo de la memoria” y, seguramente, le hubiéramos pedido que nos dijera si alguna vez había soñado con ganar el Premio Nobel de Literatura: un premio que sitúa a Francia como el país que más veces lo ha logrado ya que Modiano es el decimoquinto.

Así que dadas las actuales circunstancias, lamento no haber podido charlar con él detalladamente de todas estas cuestiones y de muchas otras que sin duda alguna hubieran surgido durante esa entrevista inexistente, que en más de una ocasión, soñé hacer.