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Ban Ki-moon: "La ONU debería haber hecho mucho más en Ruanda"

  • Kagame a Francia: "Ningún país es tan poderoso para cambiar los hechos"
  • Se cumplen 20 años del genocidio en el que murieron más de 800.000 personas

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El presidente ruandés acusa a Francia de estar detrás del genocidio

El secretario general de ONU, Ban Ki-moon, ha asegurado este lunes que las Naciones Unidas "pudieron" y "debieron" haber hecho "mucho más" en Ruanda para impedir las 800.000 muertes en el genocidio de 1994, del que se cumplen ahora 20 años. Durante la ceremonia, el presidente del país, Paul Kagame, ha vuelto a acusar a Francia, como ya hiciera en otras ocasiones, de tener un “papel directo en la preparación el genocidio”.

"Muchos miembros de la ONU mostraron un coraje sobresaliente, pero podríamos haber hecho mucho más. Deberíamos haber hecho mucho más", ha admitido Ban, en la ceremonia celebrada en Kigali en memoria de las víctimas para conmemorar el vigésimo aniversario de la masacre.

El secretario general se ha felicitado, sin embargo, de que Ruanda haya "demostrado al mundo que la transformación es posible", en su discurso ante miles de ruandeses congregados en el Tutsi Amahoro Stadium de la capital ruandesas, donde 12.000 personas se refugiaron durante la matanza ocurrida hace veinte años.

"Cuando veáis a gente en riesgo y víctimas de atrocidades, no esperéis instrucciones (procedentes) de lejos", ha apuntado Ban, en alusión a los empleados de la ONU.

Un fracaso de la comunidad internacional

El genocidio de Ruanda sigue pesando, veinte años después, sobre la conciencia de la ONU, que ha admitido repetidamente su fracaso en la gestión de la tragedia y que ha basado en esa traumática experiencia gran parte de sus políticas posteriores.

Las alrededor de 800.000 víctimas que dejó la masacre están consideradas de forma casi unánime como una de las grandes manchas en la historia de las Naciones Unidas y de la comunidad internacional.

Antes del acto en el estadio, el presidente de Ruanda, Paul Kagame, ha encendido en Kigali la Llama del Duelo Nacional que recordará durante los próximos cien días a las víctimas del genocidio de 1994, ante miles de ruandeses que conmemoran la tragedia.

El día de luto nacional ha arrancado con el encendido de la antorcha en el Centro de Conmemoración del Genocidio de la capital ruandesa, en presencia de numerosos jefes de Estado y de Gobierno, además del secretario general de las Naciones Unidas.

Kagame y líderes mundiales invitados han colocado coronas, antes de que el presidente ruandés prendiera la llama, hacia las 10.30 horas locales (11.30 horas en horario peninsular español), con la ayuda de Ban Ki-moon.

Kagame: Francia tuvo un "papel directo en la preparación del genocidio"

Después, el presidente del país, Paul Kagame ha vuelto a acusar a Francia, aliado del Gobierno hutu en el poder en 1994, de haber tenido un "papel directo en la preparación del genocidio".

En una ceremonia televisada por la web oficial de la conmemoración del genocidio, en la que Francia no está presente tras cancelar este domingo su asistencia, Kagame también ha responsabilizado a "oficiales belgas y a la Iglesia Católica" de instaurar una organización política en Ruanda responsable del odio étnico que desencadenó la matanza de unos 800.000 tutsis y hutus moderados.

El mandatario ha criticado en varias ocasiones la herencia de la colonización europea en su país, ante miles de ruandeses y líderes internacionales reunidos en el día nacional de luto en el Tutsi Amahoro Stadium de Kigali, donde 12.000 personas se refugiaron durante la matanza ocurrida hace veinte años.

800.000 muertes en poco más de tres meses

El conflicto estalló el 6 de abril de 1994 con el asesinato del entonces presidente ruandés, Juvenal Habyarimana, aunque existían indicios claros de la situación que se estaba gestando desde meses antes.

Al día siguiente, diez "cascos azules" belgas que protegían a la primera ministra, Agathe Uwilingiyimana, fueron asesinados junto con la dirigente, lo que llevó a Bruselas a ordenar la retirada de su contingente.

La matanza que siguió terminaría con la vida de unas 800.000 personas en poco más de tres meses, la mayoría de ellas de la etnia tutsi asesinadas a machetazos por extremistas de la etnia hutu.