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Michelle Bachelet asume la presidencia de Chile con promesas de cambio

  • La socialista ya presidió el país entre 2006 y 2010
  • La reforma constitucional y la educación gratuita, sus grandes retos
  • "Es momento de iniciar transformaciones de fondo", ha dicho 

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De izquierda a derecha, Isabel Allende, Michelle Bachelet y Sebastián Piñera en la ceremonia de investidura en Valparaíso.
De izquierda a derecha, Isabel Allende, Michelle Bachelet y Sebastián Piñera en la ceremonia de investidura en Valparaíso.

La socialista Michelle Bachelet, la primera mujer que es reelegida  presidenta de Chile, ha sido investida este martes para iniciar un nuevo  gobierno cargado de promesas de realizar profundos cambios sociales y  políticos, en un país que ha cambiado notoriamente desde su primer  mandato.

La nueva mandataria chilena, de 62 años, que ya fue presidenta de Chile entre 2006 y 2010, recibió la banda presidencial de manos de Isabel Allende, hija del  fallecido presidente Salvador Allende y primera mujer en ocupar ese  cargo, otro signo de los nuevos tiempos que corren en Chile.

"Sí, prometo", ha respondido Bachelet cuando Allende le tomó el juramento  de rigor, en medio de aplausos de los asistentes a la ceremonia, celebrada en la sede del Congreso chileno, en el puerto de Valparaíso.

De acuerdo a la tradición, el ahora expresidente Sebastián Piñera  colocó a la banda de Bachelet la Piocha de (Bernardo) O'Higgins, una  estrella de cinco puntas que es una réplica de la original, que se  perdió durante el bombardeo al Palacio de La Moneda el 11 de septiembre  de 1973.

"En este tiempo Chile se ha mirado a sí mismo y ha decidido que es momento de iniciar transformaciones de fondo. La victoria de esta jornada es un sueño colectivo que triunfa", ha dicho Bachelet, visiblemente emocionada al escuchar el himno nacional.

Altas expectativas

Pero lo que espera a la presidenta no se perfila fácil. Su gobierno partirá con una economía en clara desaceleración y donde difícilmente se mantendrán las altas tasas de empleo alcanzadas durante la administración de su antecesor, el derechista Sebastián Piñera.

Ello, combinado con altas expectativas sociales que, en parte, fueron alimentadas por la propia Bachelet en su campaña, pero que venían desde mucho antes y que se manifestaron ruidosamente en las calles en 2011 cuando los estudiantes levantaron sus exigencias de una educación gratuita y de calidad.

La exdirectora de ONU Mujeres también ha cambiado. Ahora sonríe menos, guarda más silencios y permanece rodeada de un estrecho "circulo de hierro", que visa cualquier acceso que alguien desee tener a ella. "Siempre he sido madura y seria, pero sigo siendo súper alegre", reconoce la candidata.

La reforma constitucional, el gran reto

Aunque su aura haya mutado, no es timidez o inseguridad precisamente lo que irradia. Por el contrario, la nueva Bachelet se muestra más decidida a impulsar grandes cambios en un país menos tolerante con la desigualdad.

Con un programa que despertó severas críticas de la derecha gobernante, Bachelet quiere reemplazar la Constitución heredada de la dictadura de Augusto Pinochet, garantizar la educación gratuita y de calidad y subir los impuestos a las empresas de un 20 a 25 %.

La propia presidenta ha reconocido que su proyecto es ambicioso, pero tiene a su favor una gran popularidad y los buenos resultados que la Nueva Mayoría obtuvo en las últimas parlamentarias, que le dan mayoría en ambas Cámaras del Congreso.

En el salón de honor del Parlamento, Bachelet ha tomado el juramento a su  nuevo gabinete de ministros, formado por 14 hombres y 9 mujeres y  abandonó la sala en media de aplausos.

La mandataria saludó personalmente a algunos de los asistentes, como los expresidentes chilenos Patricio Aylwin (1990-1994), Eduardo Frei (1994-2000) y Ricardo Lagos (2000-2006) y a los gobernantes extranjeros que asistieron a la ceremonia. Estaban los presidentes de Argentina, Ecuador, Paraguay, Uruguay, México, Brasil, Colombia y Perú, así como el heredero de la Corona española, el príncipe Felipe de Borbón.