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La represión y la crisis del rial ensombrecen Irán

  • El Movimiento Verde de los reformistas fue aplastado a sangre y fuego
  • La población sufre las consecuencias económicas de las sanciones

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Hombres iraníes miran la prensa en un quiosco de Teherán durante la campaña.
Hombres iraníes miran la prensa en un quiosco de Teherán durante la campaña.

3 de octubre de 2012:  Una aislada protesta ante el desplome de la moneda nacional en el bazar de Teherán es disuelta por la policía. 4 de junio de 2013: Algunas personas gritan en contra del Líder Supremo en el funeral de un ayatolá ‘moderado’. Han sido las dos únicas protestas en más de dos años que han trascendido fuera de las fronteras de Irán. ¿Qué ha sido entonces del Movimiento Verde que llenó las calles de las ciudades del país en 2009?

En aquellos días que siguieron a las elecciones presidenciales, policías y milicianos mataron al menos a 30 personas y no menos de mil fueron detenidas por denunciar fraude en la abrumadora victoria de Mahmud Ahmadineyad, según los balances más conservadores de varios medios internacionales. La prensa extranjera fue expulsada del país, incluido un equipo de TVE, y decenas de periodistas independientes iraníes empezaron a ser encarcelados, según han denunciado asociaciones profesionales y organizaciones de derechos humanos.

"Somos testigos incómodos"

Un abogado especializado en la defensa de condenados a muerte, Hossein Raeesi, que se ha visto obligado al exilio hace solo unos meses, explica el caso de uno de sus clientes. Este hombre había sido detenido por ayudar a su hermano, que supuestamente había cometido un atentado antes de las elecciones. “Ni se había enterado del atentado. Solo había dado dinero a su hermano para que pudiera salir del país, por lo que la condena máxima podía haber sido de dos años; pero el juez dijo que era moharebeh (delito de ofensa a Dios) y dictó la pena de muerte”.

Fue una condena política, como tantas que ocurren en Irán

“Fue una condena política, como tantas que ocurren en Irán”, se lamenta ahora que ha participado en Madrid en el V Congreso Mundial contra la Pena de Muerte, en el que se han documentado casi 500 ejecuciones en 2013, la gran mayoría relacionadas con las drogas, pero entre un 3% y un 5% por ese delito tan ambiguo de ofensa a Dios.

Cientos de presos de conciencia

Según numerosas ONG, la oleada represiva iniciada en aquellas elecciones no se ha frenado. En 2010 se cancelaron los comicios locales previstas ese año. En 2011, cuando casi todo Oriente Medio se levantaba al calor de la “primavera árabe”, en Teherán apenas hubo una semana con algunas manifestaciones que terminaron también con al menos dos opositores muertos, según varios medios de la oposición en el exilio. En Juzestán (suroeste), una provincia con elevada proporción de la minoría árabe (frente a la gran mayoría persa del país) se registraron enfrentamientos más graves.

En total, según la base de datos abierta por el diario británico The Guardian, en Irán hay 2.600 presos políticos, de los que la gran mayoría aún no han sido juzgados.

Y hoy, a las puertas de las nuevas elecciones presidenciales, los activistas que siguen en la clandestinidad denuncian un aumento de las detenciones y de la censura en internet, con el bloqueo de miles de páginas (desde ese país, y sin usar algún truco, es imposible acceder, por ejemplo, a RTVE.es) y la ralentización de todas las comunicaciones. Además, se han denegado los visados a muchos periodistas extranjeros, incluido un equipo de TVE.

Solo así se entiende que capten la atención los gritos de “unos pocos” asistentes al funeral del ayatolá Jalaleddine Taheri, a comienzos de este mes en Isfahán, según un comunicado de la propia oficina del clérigo de alto rango, en el que se desaprobó esa actitud, informa AFP.

Fuentes opositoras señalan que a ese acto también acudió el candidato que parece acaparar el favor de los reformistas para estas elecciones, Hasan Rohani; y que se lanzaron consignas en favor de la liberación de sus predecesores en 2009, Mir Hosein Musavi y Mehdi Karrubi.

Estos candidatos que abanderaron ese Movimiento Verde en 2009, reputados miembros de la élite iraní que habían pasado el veto del Consejo de Guardianes, permanecen bajo arresto domiciliario desde hace más de dos años, cuando animaron a solidarizarse con las revueltas de los países vecinos.

En esos días de 2011 en los que se tambaleaban gobiernos déspotas, incluso fue detenido el embajador español en Irán, acusado de alentar manifestaciones. Teherán tuvo que pedir disculpas, pero el incidente explica muy bien la visión que tiene el régimen de la oposición, supuestamente a sueldo de potencias extranjeras enemigas y que pretenden hacer caer su proyecto de la Revolución Islámica.

La cuestión nuclear

Cuando empezaba esta campaña electoral, el jefe del poder judicial informaba de que en el último año han sido detenidas 40 personas acusadas de espionaje y relacionadas con los atentados mortales contra cuatro científicos nucleares del país, detrás de los cuales se sospecha que están los servicios secretos de Israel o de los aliados del archienemigo de Irán.

En este punto es donde se complica el debate sobre la política iraní. Porque la inmensa mayoría de una sociedad profundamente orgullosa de su pasado parece apoyar sin fisuras la determinación del Gobierno de desarrollar su programa atómico, oficialmente con el fin de generación de electricidad para su hasta hace poco pujante industria.

¿Por qué Israel puede tener la bomba atómica, pero Irán no?

Pero incluso dando por hecho que el fin último del programa sea la fabricación de la bomba atómica, “¿por qué Israel puede tenerla y no Irán?”, se preguntan muchos iraníes interrogados al respecto. Los más fieles al Líder Supremo y mayoritarios en el Parlamento han llegado a criticar a Ahmadinejad por haber suavizado su discurso respecto a las potencias occidentales. Con todo, la comunidad internacional está igualmente decidida a evitar este escenario y ha impuesto sanciones cada vez más graves al régimen, cuyos efectos están causando estragos ya en la economía del país, según la mayoría de analistas.

El rial, la moneda nacional, que hasta 2012 se había mantenido muy estable, empezó a bajar lentamente y en solo unos días en octubre del año pasado perdió la mitad de su valor en el mercado paralelo, lo que supone una devaluación total de casi dos terceras partes en un año.

Crisis económica

Como consecuencia evidente de la devualción, los productos importados son el doble o el triple de caros, lo que se traslada al conjunto del comercio. Oficialmente, la inflación ha llegado al 40%. Por ello, los comerciantes del Gran Bazar de Teherán se manifestaron un día, pero la protesta, reprimida por la policía, no fue a más.

El Gobierno mantiene artificialmente un tipo de cambio bajo solo para la importación de determinados productos básicos y en cantidad limitada. Esto generó tensiones dentro del propio Ejecutivo y parece que forzó la salida de la ministra de Sanidad única mujer que formaba parte del gabinete de Ahmadineyad, quien pedía más fondos para evitar que los iraníes tuvieran que pagar más por los medicamentos importados.

Además, el desempleo ha subido en estos años desde aproximadamente el 10% al 13%. Y el Gobierno ha admitido que frente a su previsión de recaudar 117.000 millones de dólares el año pasado, fundamentalmente por la venta de petróleo, solo ha conseguido 77.000, lo que se agrava por la corrupción que denuncian muy diversos analistas.

Finalmente, y muy relacionado con todo lo anterior, está el ingente proceso de privatizaciones que emprendió el Gobierno ya con el mandato de Jatamí. Por orden del Líder Supremo y de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, Ahmadineyad ha llevado a cabo el proceso intentando que la operación tuviera una especie de dividendo social, pero otros analistas dicen que solo está beneficiando al entorno empresarial del poder.

Así pues, la ciudadanía iraní sufre las estrecheces económicas mientras sus opciones políticas son cada vez más estrechas.