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Yair Lapid: el periodista metido a político que ha dado la sorpresa en Israel

  • No tiene ninguna experiencia política previa 
  • La plataforma del partido ha apelado a los intereses de la clase media laica 
  • Ninguna mención a los palestinos en el programa 

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Yair Lapid, líder de Yesh Atid, segunda fuerza política en las elecciones israelíes
Yair Lapid, líder de Yesh Atid, segunda fuerza política en las elecciones israelíes.

"Hay futuro". Esta es la traducción del nombre del partido, Yesh Atid, que ha dado la sorpresa en las elecciones legislativas en Israel.

En unos comicios en los que competían 32 formaciones, este  partido de nueva creación ha entrado en la Kneset (Parlamento) con 19 diputados,  desplanzando como segunda fuerza al histórico Partido Laborista, el partido responsable de buena parte de la historia del país. Todo un éxito, ya que es casi seguro que el vencedor de los comicios, Benjamín Netanyahu, tendrá que contar con ellos para gobernar.

Como explica el comentarista Yossi Verter en Haaretz, "no hay ningún gobierno razonable, esto es, ninguno que Netanyahu pueda dirigir sin convertirse en un pariah internacional, sin Lapid".

Las razones de este éxito habría que buscarla en dos claves: una plataforma sencilla y directa, dirigida a la clase media laica y fundamentada en la reforma política y el bienestar económico; y la buena imagen de su líder y candidato, el experiodista Yair Lapid.

El candidato

Según puede leerse en la biografía en la página oficial del partidoLapid, nacido en Tel Aviv en 1963, y es hijo del ex viceprimer ministro Tommy Lapid.

Su carrera profesional comenzó en la revista del Ejército, para pasar después por los rotativos Maariv y Yediot Ahronot.

En 1994 pasó a la televisión pública, donde ha presentado programas de entrevistas y magazines informativos. Ha publicado libros, escrito una serie de televisión e incluso actuado en una película.

En enero de 2012, con la vista puesta en las elecciones, anunció su paso a la política, y en abril registró su vehículo electoral, Yesh Atid.

Con nula experiencia política previa pero dominando el lenguaje de los medios de comunicación y de Internet, Lapid se hizo un hueco en la campaña y fue ganando apoyos en las encuestas, que sin embargo le daban 13 escaños, por debajo de los 19 que finalmente ha obtenido.

El programa

El punto fuerte del nuevo partido ha sido dirigirse a un amplio sector social, la clase media laica, que se siente olvidada por la derecha y desconfía del laborismo.

Este sector siente que los políticos tradicionales desatienden sus intereses porque están obsesionados con la seguridad y demasiado inclinados a favorecer a los ortodoxos religiosos y a los colonos ultranacionalistas para obtener su apoyo parlamentario.

Mientras tanto, el nivel de vida del israelí medio se ve amenazado por las crecientes diferencias económicas, en un país que nació con voluntad de garantizar la igualdad.

Las protestas de los "indignados" israelíes en agosto de 2011 fueron una llamada de atención, y Yesh Atid parece haber recogido parte de ese descontento en forma de votos.

El nuevo partido ha concurrido con una plataforma centrada en el bienestar de la clase media: mejora del sistema educativo, garantizar el acceso a la vivienda; ayuda a la pequeña empresa; abolir las exenciones de que gozan los estudiantes ortodoxos (y que les eximen, por ejemplo, de prestar el servicio militar), y reformas en el sistema de gobierno que incluya una reducción de ministros y un aumento del porcentaje mínimo para entrar en el Parlamento.

El conflicto con los palestinos es el gran ausente del programa de Yesh Atid, como lo ha sido prácticamente de toda la campaña electoral. Sí puede leerse una referencia a la conservación de la "mayoría judía" en el estado y a la seguridad de las fronteras. 

Lapid, sin embargo, sí ha dicho algo sobre el tema. El escenario elegido fue la colonia judía de Ariel, situada en Cisjordania y por tanto ilegal según la legislación internacional. Allí el experiodista llamó a iniciar negociaciones con los palestinos sobre la base de dos estados, pero advirtió que Israel nunca reconocería el "derecho al retorno" de los refugiados ni negociaría la división de Jerusalén.