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José Sacristán: "Estamos viviendo la Tercera Guerra Mundial"

  • Interpretará en el Teatro Español Yo soy Don Quijote de la Mancha
  • Afirma que lo que sufre España “es mucho más que una crisis”

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Lleva 50 años dedicado a la interpretación y todavía –lo dice él– se divierte. José Sacristán, uno de los mejores actores de este país, estrena en Madrid Yo soy Don Quijote de la Mancha, una adaptación de José Ramón Fernández de la obra de Cervantes que nació con el ánimo de ensalzar la bondad del hidalgo de La Mancha.

En una charla con RTVE.es Sacristán cuenta lo contento que se siente volviéndose a meter en su piel y la preocupación que le produce la situación actual que vive España.

- La última vez que le vi estaba usted de pie y aplaudiendo apasionadamente el montaje de Los últimos días de Judas Iscariote. ¿Se hace cada vez mejor teatro en España o no?

Yo creo que sí. Verás, yo empecé en el año 60. Entonces se hacían 2 funciones todos los días de la semana, de lunes a domingo. Y nadie respeta más que yo a Don Carlos Lemos, a Don Manuel Dicenta, a Don Ismael Merlo… ¡Pero es que era imposible hacer bien 14 Cyrano De Bergerac a la semana! ¡O 14 Hamlet!

A partir del año 75 se consiguió un día de descanso. En lugar de 14 se hacían 12. Yo se lo decía a mi amigo Alfredo Landa: “Alfredo, si esto es ser actor yo no tengo el menor interés”. Después han ido cambiando las cosas. Ha ido apareciendo un teatro alternativo muy interesante y han surgido propuestas menos académicas. Así que en general, sí, se hace mejor teatro, tal vez porque yo creo que lo de añorar el pasado es un error.

- No es entonces de los que piensa que cualquier tiempo pasado fue mejor.

¡No, no! Yo estoy disfrutando mucho con estos muchachos haciendo la obra del Quijote. Y me llegan propuestas de cine insolentes con gente joven y no te imaginas lo bien que me lo paso.

“Mi estrategia ahora es no confundir molinos con gigantes”

- ¿Todos llevamos un Quijote dentro?

¡No! ¡Ojalá! Sigue habiendo Quijotes, pero muchos menos. Eso de arriesgar ciertas comodidades con tal de defender las necesidades de los demás… No lo hace todo el mundo. Como estrategia, para mí, de andar por la vida y viviendo lo que estamos viviendo –que para mí es toda una declaración de guerra– hay que tener cierto cuidado de no confundir los molinos con los gigantes. Esto es la Tercera Guerra Mundial. No se trata de que el gobierno lo haga mal, es que hemos llegado a una situación de desahucios, de privatización de la Sanidad… Me preocupa mucho lo que pasa.

- Don Quijote estaba un poco loco, pero era bueno, y es este lado el que resalta esta función… ¿Le resulta fácil encontrar la bondad en las personas?

No. Lo que pasa es que yo cada vez me muevo en un territorio más restringido. Y muchas veces me quedo en casa. Me gustaría encontrarla más, sí. Pero no es fácil.

- ¿Qué le aporta representar a Don Quijote?

Pues la satisfacción de que el cómico Sacristán y el ciudadano Sacristán siguen yendo de la mano. Para mí es genial salir al escenario y decir las cosas que digo en la piel del Quijote.

- Lleva 50 años subido a los escenarios. ¿No le parece que ya está bien?

No. Mientras yo me divierta aquí seguiré. Para mí el teatro es un juego, el mismo juego que era para mí ponerme las plumas de una gallina y hacerle creer a mi abuela que era un comanche. Es verdad que yo estoy eligiendo el juego y a los compañeros de juego. No todo el mundo lo puede hacer.

- ¿Le falta algo por conseguir como actor? ¿Un Goya, quizás?

Pues no es que lo eche de menos, pero espero que lo conseguido en el Festival de San Sebastián allane un poco el camino hacia la nominación, porque hasta ahora no me han nominado ni una vez. Yo soy de los que cuando recoge el premio da las gracias y está encantado de la vida. Aunque tampoco vivo pendiente de ello.

- ¿Cree que hay mucha soberbia entre la gente del mundo del espectáculo?

No más que en otros mundos. ¡Ahora tampoco están los tiempos para soberbias! (Se ríe). Más bien conviene hacer acto de humildad. Sí es cierto que hay un matiz de exhibición y de escaparate que hace que lo soberbio o lo cutre trascienda más.

“Esto es más que una crisis”

- ¿Le está afectando mucho la crisis?

En lo que al trabajo se refiere, no. Me afecta moralmente porque creo que esto es más que una crisis. Es la evidencia de una relación de fuerzas con toda la insolencia del que sabe que tiene la fuerza y la resignación del otro. ¿Cómo se revierte esto? ¿Qué hacemos? ¿Lo que han hecho en Egipto o en Siria? Estoy preocupado porque esto es el principio del fin de algo. No creo que sea una crisis solamente.

- ¿Está desilusionado?

“Me da lástima”, decía mi abuela (Sacristán pone cara de tener buenos recuerdos). Me da mucha lástima pensar que en ese país hayan crecido los pirineos como han crecido. Y me da lástima porque hay niveles de responsabilidad muy graves. Inocentes, lo que se dice inocentes, hay muy pocos.

- ¿Tiene miedos?

No exactamente, porque mi carrera ya está hecha. Tengo miedo a que me dé un arrechucho y me quede inútil. A las circunstancias no mucho, porque tampoco es que tenga unas expectativas enormes.

- ¿Va mucho a Chinchón?

No mucho. Aunque desde que murió Fernando Fernán Gómez celebramos el fin de año en casa de mis primas y también voy al certamen de teatro que lleva mi nombre. Pero voy menos, porque se me ha ido muriendo la gente.

- ¿Está enfadado con la izquierda de este país?

Sí, lo estoy. Y conmigo mismo también estoy enfadado.

“La izquierda ha pasado mucho tiempo mirando para otro lado”

- ¿Por qué?

Pues porque la izquierda ha pasado mucho tiempo mirando para otro lado. Hemos estado alimentando al monstruo que nos tiene cogidos por los huevos.

- ¿Se refiere a los ocho años de Zapatero como presidente del gobierno?

Sí, y a antes. Hace ya años que empezó la cultura del pelotazo y que todo comenzó a desdibujarse para dar paso a un “socialismo de salón”. Yo hablo así de la izquierda porque es mi gente. De la derecha ya ni me molesto en hablar. Y muchas veces me pregunto: ¿Qué nos pasa? Porque los políticos no vienen de naves espaciales, son los que nos representan. Los corruptos insolentes de la trama Gürtel, por poner un ejemplo, volvieron a ser reelegidos. Los políticos eran igual de inútiles y los banqueros igual de hijos de puta. ¿Qué nos pasa? Mira el PSOE lo que es como oposición. Creo que habría que pararse y hacer una autocrítica.