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'Los últimos días de Judas Iscariote', el otro teatro posible que revisa lo que nos contaron

  • Se representa hasta el 8 de abril en Las Naves del Español del Matadero

Theatre for the people demuestra que otra forma de hacer teatro es posible

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Escena de 'Los últimos días de Judas Iscariote'
Escena de 'Los últimos días de Judas Iscariote'

Si nos lanzáramos ahora mismo a la calle para preguntar a la gente quién fue Judas Iscariote, es más que probable que la mayoría de los encuestados nos contestasen que fue el apóstol que traicionó a Jesucristo. Los que tengan más memoria puede que nos respondieran incluso que lo hizo con un beso para entregarlo a los que le arrestaron y que a cambio, además, se llevó 30 monedas de plata.

Judas es malo para la conciencia colectiva, creamos en los Evangelios o no. Fue un traidor. Nada importa que esos mismos textos contaran también que más tarde se arrepintiese y que, desesperado por su traición, se suicidase. Lo sentimos, Judas, lo hiciste mal. De hecho, ¿cuántos padres llaman Judas a sus hijos? ¿Y cuántos Mateos, Pablos y Marcos hay? ¿Y Magdalenas?

Precisamente de si Judas Iscariote debió ser condenado a los infiernos por su actitud nos habla esta obra, Los últimos días de Judas Iscariote, que se representa hasta el 8 de abril en las Naves del Español del Matadero de Madrid.

Jesucristo con chándal de Adidas

Una obra atrevida, sin duda, que no pretende mofarse de las creencias de nadie –cuestionarlas, en todo caso, sí– en la que se nos presenta Jesucristo con chándal de Adidas, el mismísimo Lucifer de un blanco impoluto y la Madre Teresa de Calcuta hablando en rumano.

El escenario nos sitúa en Esperanza, el centro neurálgico de ese lugar llamado Purgatorio en el que se juzga a los muertos para destinarlos al Cielo o al Infierno. A la izquierda tenemos al fiscal, empeñado en que el destino de Iscariote sea el peor posible. A la derecha, a la abogada defensora del supuesto traidor, pidiendo a gritos la salvación para su cliente. En el centro, al público, convertido durante 2 horas en jurado. Y frente a éste pasean numerosos testigos como la Madre Teresa de Calcuta, Poncio Pilatos, la madre de Judas, Lucifer, Sigmud Freud y Caifás el Viejo.

San Pedro, cazador de hombres

Además, hay testigos de la vida de Jesús, como Santa Mónica (brillantemente interpretada por María Morales), San Pedro (brutal papel en el que sobresale Luis Bermejo, aunque sea en vídeo) y Gustavo Salmerón, que también brilla como la patena haciendo de Santo Tomás y de San Mateo. Estos cuatro roles son los que logran la carcajada casi permanente del espectador que no se cree, por ejemplo, que Peter –como él mismo se llama– acabe cazando hombres en lugar de peces.

Lo que pretende el director, Adán Black, con esta puesta en escena –que por cierto, no recuerda a ninguna otra que esté ahora mismo en cartel– es preguntar al espectador sobre lo justo, lo bueno y lo malo, porque en la propia vida –sostiene Black– nos vemos más de una vez en situaciones en las que tenemos que juzgar o bien las actuaciones de los demás o las nuestras.

Con un lenguaje directo –demasiados hijosdeputa, cabrones, coñazos y madresqueteparieron, tal vez–, Black consigue también con el juego de luces que el espectador se adentre en el jucio y que se replantee la Historia, sea cual sea.

Los actores rozan la maestría, la iluminación se convierte en personaje principal y el teatro como tal se convierte en experimento. Un experimento que puso en sus manos la compañía Theatre for the People y del que, seguramente, podrá sacarle el mejor jugo. Judas mediante.