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La plasticidad y la osadía destacan en los desfiles de París

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Carrusel del desfile de Rick Owens
Carrusel del desfile de Rick Owens

Hussein Chalayan no crea vestidos más bien los dibuja con escuadra y cartabón. Sus prendas, de marcado carácter geométrico, llevan una carta de colores con personalidad. Verdes, rojos y marrones acompañan a grises y negros siempre al servicio del patrón.

Además de trabajar con las geometrías, Chalayan juega con el espacio. Destacan los vestidos abiertos por delante que dejan ver lo que parece otro vestido, y también las siluetas cuadradas o rectangulares que contrastan con vestidos de línea fluída y escote relajado.

Si la colección de Rochas fue bastante floja, la de Nina Ricci lo es mucho más. Colores sin alma, contrastes imposibles, toques lenceros pasados de moda, siluetas soft que no sientan nada bien y así un sinfín de comentarios que invitan a que nos olvidemos de este desfile cuanto antes.

Rick Owens, el éxito silencioso

Menos mal que aún hay talento en París. Rick Owens es un creador independiente en busca de ese coctel genial que mezcla calidad, diseño, tendencia e innovación. Su colección utiliza códigos de la cultura gótica pero los renueva con una paleta cromática de rosas, naranjas, y grises lavados.

Todas las prendas muestran un carácter definido, líneas sencillas y un patrón regio, lo que confiere a la colección un aire a veces oriental y a veces arquitectónico aunque, y esto es lo genial, nada rígido.

Un puzzle de buen gusto

La silueta es cómoda con pantalones y faldas amplios, los abrigos largos y anchos que permiten la libertad de movimiento y las cazadoras, estrellas del desfile, se abrazan a la cintura mientras exhiben cuellos-solapa XXL, cremalleras laterales y forros de piel.

Todas las prendas enseñan sus entrañas, su estructura. Algunas con patchwork de colores, otras de retales del mismo tejido. Las más osadas mezclan colores y texturas para crear un puzzle de modernidad y buen gusto.

De la pared al cuerpo de la mujer

Balmain riza el rizo y presenta una colección rica, barroca, lujosa y atrevida, muy atrevida con vestidos que parecen joyas y también espacios decorativos.

Cristales y perlas se bordan sobre chaquetas y vestidos para crear prendas impactantes, como paredes de un palacio versallesco que se arrancan a caminar. Otras lucen rosetones en color celeste con dibujos de flores de bordados en punto de cruz, que recuerdan a las cúpulas de las iglesias barrocas.

Blanco nácar, gris perla y verde tocador crean una paleta de gran belleza plástica que resta consistencia a los vestidos de bordados simétricos de carácter decorativo, que forman guirnaldas, molduras, cajones y frisos que crean un efecto tridimensional.

El celeste sale a escena

El celeste llama la atención con su personalidad y el negro petróleo también tiene su hueco. Sobre él se bordan perlas para crear cenefas y ríos de líneas que se cruzan jugando a no encontrarse.

Las chaquetas, cómoda y largas, y las cazadoras, cortas y rectas, cuajadas de bordados y acolchados destacan sobre otras prendas en blanco o negro lisos que crean look menos teatrales y más fáciles de llevar en la calle.