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El Thyssen muestra la evolución de la pintura india desde el siglo XII hasta el XIX

  • Son 106 obras que provienen del museo de arte de San Diego
  • Son una seleccion de la colección de un millar de piezas de Edwin Binney
  • 'Visiones de la India', desde este martes hasta el 20 de mayo de 2012

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Cubiertas con dragones de un manuscrito budista, Nepal 1659. (acuarela opaca sobre tabla) Detalle
Cubiertas con dragones de un manuscrito budista, Nepal 1659. (acuarela opaca sobre tabla) Detalle

El Museo Thyssen-Bornemisza presenta desde este martes, por primera vez en España, una selección de pinturas del sur de Asia del San Diego Museum of Art, California. Visiones de la India ofrece una oportunidad única de contemplar toda la evolución de la pintura india desde el siglo XII hasta mediados del siglo XIX a través de 106 piezas; pinturas, grabados y manuscritos en los que el visitante podrá comprobar la extraordinaria capacidad de estos artistas para adaptarse y modificar sus estilos tradicionales sin perder el carácter inconfundiblemente indio.

Creada por Edwin Binney (1925-1986) y con cerca de un millar y medio de piezas, está excepcional colección se caracteriza por su carácter enciclopédico y académico, lo que permite ofrecer una visión panorámica de la historia del arte indio, a través de obras de primera calidad. Que todo especialista en arte surasiático encontrara en su colección algo esencial para sus investigaciones; éste fue el principal objetivo que impulsó la actividad coleccionista de Binney.

La pintura india presenta considerables variaciones según las regiones, épocas y estratos sociales, aunque ofrece también algunas características comunes que se mantienen en el tiempo y en el espacio, como la ya señalada capacidad de adaptación de sus artistas y, sin duda la más sobresaliente, el detallismo y minuciosidad de su trabajo.

Pintura minuciosa y peligrosa

El uso de pinceles extraordinariamente finos, incluso de tan solo de dos pelos, y de lupas, permitía a los artistas realizar esta labor prácticamente de miniatura que invita a contemplar las obras con detenimiento para poder apreciar la cantidad de detalles con que se representan figuras, fondos y paisajes. La larga dedicación a tan minucioso trabajo hacía que muchos artistas perdieran la vista a edad temprana y tuvieran que abandonar su actividad. También la continua exposición a algunos productos tóxicos de los pigmentos que utilizaban, como arsénico, plomo o mercurio, terminaba afectando a su salud.

El trabajo en los talleres de pintura estaba organizado según los distintos niveles de especialización y maestría. Por ejemplo, en los dedicados a la iluminación de manuscritos, el maestro esbozaba primero la composición; después, los pintores noveles aplicaban las primeras capas de color y los especialistas en rostros, árboles y otros motivos añadían estos elementos; finalmente, la obra volvía a manos del maestro para darle los últimos toques.

Una vez terminada, se bruñía con una piedra de ágata, lo que compactaba las diversas capas de pigmento y le proporcionaba un brillo muy especial, que es otra de las características distintivas de la pintura india.

El trabajo de los artistas, determinado por la tradición familiar o la pertenencia a una casta concreta, solía ser anónimo. Sin embargo, en algunos casos, principalmente bajo el mecenazgo del emperador mogol Akbar (siglo XVI) y de sus sucesores, algunos pintores llegaron a destacar y su obra fue muy apreciada por los coleccionistas.

La exposición está organizada en cuatro secciones que siguen también un recorrido cronológico, empezando en el siglo XII con algunos ejemplos tempranos de la iluminación de manuscritos de estilo autóctono, hasta llegar a mediados del siglo XIX, con el traspaso del poder del Imperio Mogol al Raj, el sistema británico de administración colonial.

Iluminaciones sagradas

Abre la muestra una galería de pinturas destinadas a ilustrar los libros sagrados que servían de ofrenda en los templos. Encargar copias de estos textos era una acción religiosa que incrementaba el karma; concepto que se basa en la creencia de que toda acción (karma en sánscrito) tiene sus consecuencias.

La tradición de iluminar manuscritos empezó a florecer en la India en torno al siglo XI, en los monasterios budistas, donde se pintaban escenas que embellecían las copias de los textos sagrados y facilitaban la meditación. Los pintores indios utilizaron un estilo conservador y repetitivo, con una paleta limitada y escasa amplitud temática; hasta el siglo XV, cuando la difusión del trabajo de ilustración elaborado en los talleres de las cortes y la formación que allí recibían los artistas locales, supuso un enriquecimiento de su trabajo y les animó a ilustrar nuevos textos, como las victorias de la diosa Kali, obras devocionales al dios Krisna o textos filosóficos, de los que se podrán admirar magníficos ejemplos en esta sección de la muestra.

Visiones líricas

Este capítulo está dedicado a las pinturas que, a partir del siglo XV, ilustran las narraciones persas más populares encargadas por una clientela de élite, que no busca ya incrementar sus méritos espirituales sino mostrar estos trabajos como signo de educación, riqueza y sofisticación cultural.

Una de las primeras obras que se ilustró en la India fue una versión del Khamsa, un conjunto de cinco poemas persas escritos en el siglo XIII que relataban las conquistas de Alejandro Magno y las hazañas amorosas y épicas de diversos personajes históricos. En esta sección se podrá apreciar la minuciosidad y suntuosidad de estas ilustraciones con varios ejemplos, incluidas dos páginas de este poema en una versión del siglo XV.

Recorrido por la historia de la pintura mogola

La pintura del Imperio mogol es una de las formas más influyentes y reconocidas del arte indio. El emperador Akbar (1556-1605) fue en parte responsable de este esplendor, al contratar a un centenar de artistas para que trabajaran en el taller imperial bajo la dirección de siete pintores procedentes de la corte de Irán.

Las obras que realizaron conjuntamente los artistas indios e iraníes, sometidas al realismo impuesto por el gusto del emperador, constituyen un excelente conjunto que revela un estilo nuevo, dotado de una vitalidad sin precedentes. Tanto Akbar como sus sucesores se interesaron por las estampas europeas que, a partir del siglo XVI, los misioneros jesuitas llevaron a la India.

Estás sirvieron de inspiración a los artistas indios tanto como la aparición de pinturas mogolas en la Europa del siglo XVIII propició la incorporación de elementos orientales en la pintura occidental. Este diálogo intercultural que se concreta en préstamos estéticos y en estereotipos de lo exótico, fue un capítulo importante en toda la serie de influencias exteriores que configuraron la pintura india.

La compañía de las Indias orientales

Las obras realizadas por los artistas indios para los funcionarios y comerciantes británicos vinculados a la Compañía de las Indias Orientales reflejan su interés por los métodos de investigación científica que se generalizaban en la Europa del siglo XVIII, y reproducen con realismo ejemplos de la flora y fauna locales.

En estas obras el visitante comprobará cómo los artistas indios interpretaron las convenciones artísticas europeas: el sombreado, la perspectiva y un cromatismo discreto, así como cierta sensación de distanciamiento entre el espectador y la obra.

Estas pinturas prolongan en el periodo de la dominación británica británica el interés mogol por el género animalista y el dominio técnico, su vibrante colorido y las magistrales composiciones de los mejores artistas de aquella época.

La demanda de este tipo de obras decayó a partir de 1848, cuando la Compañía empezó a disolverse y un nuevo medio, la fotografía, sustituyó en gran parte a la pintura como procedimiento para documentar a los habitantes y los lugares de la ya oficialmente colonia del Imperio británico.

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