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La 'primavera árabe' se atasca en los recovecos del laberinto sirio

  • Tras la caída de Mubarak, Ben Alí y Gadafi, las atención se centran en Siria
  • La represión del régimen ha debilitado mucho sus apoyos
  • Sin embargo, las alianzas internas y regionales complican la revolución

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En distitnas ciudades, cientos de personas se han manifestado para denunciar la represión siria a las manifestaciones

La presión internacional contra Siria se endurece, y el régimen se queja. Prueba de ello ha sido el discurso del ministro sirio de Exteriores, Walid al Mualem, quien ha acusado  este lunes en la ONU a Estados Unidos y a la Unión Europea (UE) de querer sembrar "el caos" en Siria para "desmembrar" el país mediante las sanciones económicas. Mualem se ha referido  al paquete de sanciones aprobadas el pasado viernes por la UE contra el país árabe, que endurecen aún más las sanciones contra el régimen al prohibir nuevas inversiones en el sector petrolero, entre otras medidas.

En este escenario, tras la caída de Gadafi, y con el recuerdo de la del dictador egipcio Hosni Mubarak y el tunecino Ben Ali, una pregunta se plantea en la escena internacional: ¿Será Bachar Al Assad el siguiente en caer? "Podría ser una cuestión de tiempo, aunque sí que es cierto que más en el medio plazo que en el corto plazo", asegura a RTVE.es el profesor  de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Alicante, Ignacio Álvarez-Ossorio.

Siete meses de revueltas y más de 2.700 personas muertas, entre ellos cerca de 100 niños, según la ONU, han desgastado el respaldo interno al régimen. "A medida que estos apoyos se vayan reduciendo, el régimen irá perdiendo fuelle e incluso podrían surgir dentro personas partidarias de pasar página", añade el profesor Álvarez-Ossorio. Sin embargo, el laberinto de confesiones y alianzas estratégicas del país árabe hace que el modelo de Egipto o Libia no parezca aplicable al caso sirio.

El Ejército, pieza clave

Como en Egipto, una de las claves se encuentra en la posición del Ejército. No obstante, la lealtad de buena parte de las fuerzas armadas está reforzada por la cuestión religiosa. En Siria en torno al 11% de la población pertenecen a la minoría alawí, la secta chií que domina el poder desde hace 40 años y que representa a otras minorías chiíes como los drusos y los ismaelíes frente a la mayoría suní (un 70%).

"Muchas minorías identifican el mantenimiento de su situación privilegiada al mantenimiento de los alawíes en el poder". Sin embargo, "la represión tan salvaje empieza a quebrar esa alianza tan estrecha" ya que la represión también ha alcanzado a alguna de estas poblaciones, asegura Álvarez-Ossorio.

Los aparatos de seguridad -especialmente los servicios de inteligencia- están dirigidos casi en exclusividad por miembros alawíes. De los 200.000 militares profesionales del ejército, alrededor de 140.000 son alawíes, apunta la cadena británica Sky News, y la Jamestown Foundation añade que, además de las unidades de las Fuerzas Especiales, de unos 15.000 hombres, dos poderosas divisiones, la cuarta blindada y la Guardia Republicana, son leales al régimen.

Además, "al contrario que en Túnez o en Egipto, en el caso de Siria no existen vínculos en el Ejército con países occidentales lo cual es un inconveniente importante para que se tantee entre los mandos si habría elementos dispuestos a encabezar un golpe palaciego", apunta el profesor Álvarez-Ossorio.

A pesar de ello, y aunque la información es confusa, algunos medios han informado de la deserción de algunos miembros del ejército tras la represión, y podrían ser algunos miles, un indicio de que el régimen parece debilitarse.

La estabilidad en Oriente Medio

Una de las mayores preocupaciones de la comunidad internacional es la reacción de Irán, socio estratégico de Siria y con quien el país árabe firmó en 2008 un tratado de defensa mutuo. "Irán ve con verdadero pánico que haya una amplia movilización popular, que caiga un régimen que se considera un aliado estratégico y sobre todo teme la extensión de ese malestar a su territorio", apunta el experto.

Pero el régimen de los ayatolás no es el único interesado en el status quo. "Por paradójico que parezca,  los dos grandes aliados hoy de Siria son Irán e Israel, que no quiere que haya un cambio de régimen porque el régimen que pueda sustituir al anterior pueda  ser peor para sus intereses, como ha ocurrido en el caso egipcio", asegura el profesor.

La ambigüedad de occidente

Quizá por este complejo entramado de alianzas estratégicas,  la comunidad internacional ha reaccionado de manera ambigua con Siria. El régimen ha recibido una condena formal de la Asamblea de la ONU y el establecimiento de sanciones económicas por parte de la UE que ha endurecido en la última semana. Además, algunas voces en la Liga Árabe han pedido la suspensión de Siria de la organización. Ciertos actores de la oposición siria en el exilio han reclamado una actuación parecida a la de Libia pero su delicada situación estratégica lo hace poco viable.

"Es un país mucho más complicado desde el punto de vista geoestratégico. Mientras Libia estaba rodeado por dos países que ya habían emprendido sus propias revoluciones y tenían el visto bueno de los nuevos regímenes para emprender esa campaña, en Siria no existe ese escenario y podría tener repercusiones en los países vecinos ", concluye el profesor.

Por otra parte, una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que autorice algún tipo de intervención parecida a la de Libia parece casi imposible, ya que Rusia y China han advertido que vetarán cualquier iniciativa en este sentido. Un complejo laberinto que pone a prueba la capacidad de resistencia de la 'primavera árabe' en lo que empieza a mostrarse como una lucha de desgaste.