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El teflón, o el fin del huevo frito pegado a la sartén

  • El Teflón es un material inerte y muy resistente
  • Fue descubierto por casualidad en 1938 por el químico Roy J. Plunkett
  • Una de sus primeras aplicaciones fue formar parte de la bomba atómica

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El teflón, o el fin del huevo frito pegado a la sartén
El teflón no solo sirve para evitar que los huevos se peguen a la sartén, también se utiliza en los trajes de los astronautas o en las naves espaciales

Ciencia al cubo

El nacimiento de perritos fluorescentes, la muerte de una chimpancé calva, qué son las neuronas espejo, el origen de los ojos azules o por qué nos salen canas. De la mano de América Valenzuela, en 'Ciencia al Cubo' pueden escuchar las historias más variopintas sobre temas científicos de actualidad. Emisión en Radio 5: Lunes a jueves a las 15: 42; Sábados 09:22 / 17:52 / 21:06; Domingos 09:22 / 17:55

El politetrafluoroetileno es un polímero compuesto por una cadena carbonada donde cada carbono está unido a 2 átomos de flúor. Su nombre comercial es teflón.

El ciudadano de a pie recuerda muy bien la llegada de este compuesto químico a sus vidas. Fue el día en que la tortilla de patata dejó de pegarse a la sartén o el día en que el huevo frito dejó de adherirse como una ventosa a la espumadera. Y es que el teflón tiene la cualidad de repeler todo aquello que se le acerca.

Aunque fue creado en 1938, hasta 1960 no aparecieron los primeros moldes de bollos y sartenes revestidas. Los cirujanos ortopedas estuvieron más rápidos y en cuanto apareció el material supieron aprovechar sus cualidades.

Es tan inerte que el cuerpo no lo rechaza, por eso hoy en día se fabrican con él prótesis óseas, tráqueas artificiales, válvulas para el corazón, tendones y conductos biliares, entre otros.

Por su resistencia también se utiliza en trajes para astronautas, como material aislante de cables y para la construcción de los escudos protectores y de los tanques de combustible de las naves espaciales.

Un descubrimiento por sorpresa

Su aparición fue fortuita. Lo descubrió Roy J. Plunkett, un trabajador de la prestigiosa compañía Du Pont. El joven químico estaba trabajando en la búsqueda de un refrigerante no tóxico a partir de clorofluorocarburos gaseosos. Encargó un tanque de tetrafluoroetileno.

El día que llegó corrió ansioso a abrirlo junto a su ayudante. Para su sorpresa el tanque no contenía ningún gas. Daba la impresión de que no había sido bien sellado y que el gas se había fugado, pero el peso del tanque indicaba que no había salido nada de su interior.

Una de sus primeras aplicaciones fue la bomba atómica

La curiosidad de Plunkett le impulsó a serrar el tanque para poder observarlo por dentro. Allí encontró un polvo blanco y enseguida dedujo qué había ocurrido: las moléculas de tetrafluoroetileno se habían combinado entre ellas, es decir, se habían polimerizado y por eso se había solidificado.

Estudiaron las propiedades del polvo blanco, que resultó ser muy resistente a los ácidos fuertes, a las bases y al calor, además de muy escurridizo. La primera aplicación la solicitaron los responsables militares de crear la bomba atómica durante la Segunda Guerra Mundial.

Necesitaban un material con las características de este polímero para construir las juntas y las válvulas de los recipientes que alojaban los compuestos de uranio tan corrosivos que manejaban.

Este horrible proyecto fue el que permitió el desarrollo de la industria del teflón, este utilísimo material de la vida moderna.

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