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Se cumplen 100 años del nacimiento de 'la dama de la televisión', la actriz Lucille Ball

Lucille Ball: “La vida no es divertida si no tienes alguien con quien compartirla”

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Lucille Ball, la inventora de las comedias de situación

Se cumplen 100 años del nacimiento de una de las figuras que revolucionó el panorama televisivo norteamericano de los 50: Lucille Ball, más conocida por el nombre del que fue su personaje durante décadas, Lucy. Lucille fue una actriz polifacética que, tras muchos intentos en las distintas artes escénicas, encontró su sitio en la pequeña pantalla.

Los orígenes de la que se convertiría en la estrella de la televisión fueron humildes y su infancia fue un tanto atípica. Hija de un electricista y de una piansita frustrada, nació en Jamestown (Nueva York). En 1914, Henry Dunnel murió a causa de una epidemia de tifus. La pequeña Lucille y su madre, que estaba embarazada, regresaron a Jamestown, donde Desiree conoció a su segundo marido. Desde entonces, Lucille y su hermano Fred vivirían durante muchas temporadas con sus abuelos maternos, que les inculcaron un profundo sentido del deber y de la lealtad hacia la familia.

La joven Lucille pasaba parte de su tiempo libre asistiendo a espectáculos de vodeville y viendo películas mudas.Con 15 años se matriculó en la escuela de arte dramático John Murray Anderson, en Manhattan. Desde el principio le dijeron repetidas veces que no tenía talento y que haría mejor en regresar a casa y dedicarse a otra cosa. Sin embargo, no cejó en su empeño de convertirse en actriz y trató, sin éxito, de participar en cuatro musicales de Broadway.

La vocación

En 1933, tras haber hecho sus pinitos como modelo, se convirtió en imagen de los cigarrillos Chesterfield, consiguiendo llamar la atención en Hollywood. En lo sucesivo y, hasta que la compañía RKO se fijó en ella para protagonizar un serial radiofónico, Ball interpretó pequeños papeles en más de una docena de películas. Su fama y reconocimiento no pasarían, sin embargo, por las grandes producciones hollywoodienses.

Como ella dijo en una ocasión, “Las películas nunca me han importado, porque no porque no me dan personajes adecuados”.

En la radio, Lucille interpretó desde 1947 y hasta 1951 a la que sería la precursora de Lucy: una atolondrada ama de casa casada con un banquero del medio-oeste americano (Lee Bowman primero y, después, Richard Denning) en la comedia de la CBS Mi esposo favorito.

El éxito del show llamó la atención de los guionistas de la CBS, que ofrecieron a Ball la posibilidad de hacer una adaptación del serial para la pequeña pantalla. Entre las condiciones que impuso la actriz, se encontraba la de que su marido –el director de orquesta cubano Desi Arnaz, con el que contrajo matrimonio en 1940– interpretara el papel del marido de Lucy en la serie. Los ejecutivos de la CBS se negaron, aduciendo que a los espectadores no les gustaría la pareja formada por una pelirroja americana y un cubano con un marcado acento.

Ante esta negativa y, para probar que el tándem funcionaría, Ball y Arnaz emprendieron una gira por su propia cuenta representando episodios de 20 minutos, e incluso grabaron un piloto que financiaron ellos mismos.

Everybody loved Lucy

El atractivo de la apuesta quedó más que probado y el contrato de la CBS no tardó en llegar. I love Lucy se estrenó el 15 de octubre de 1951 y, en pocos meses, la serie se convirtió en uno de los programas de televisión más vistos de América. La 'sitcom' contaba la vida de un matrimonio, los “Ricardo”, y de sus amigos, los “Mertz” (interpretados por William Frawley y Vivian Vance). Uno de los episodios más vistos y recordados es aquel en el que Lucy Ricardo da a luz a su hijo, Little Ricky, el mismo día en el que Lucille Ball tuvo a su segundo hijo, Desi Jr.

La estrella del show, al contrario de lo que pudiera parecer por el carácter alocado y extrovertido del personaje, era una perfeccionista. Lucille ensayaba una y otra vez sus múltiples expresiones faciales y "payasadas". Cuatro de las seis temporadas del programa fueron número uno en las listas de audiencia. La verosimilitud de los personajes y de la trama, que abordaba temas muy en boga en la época, junto con la versatilidad de Ball en la interpretación de su papel hizo de la serie la precursora de las comedias familiares. I love Lucy fue galardonada con más de 200 premios, incluyendo cinco Emmy.

Últimos proyectos

En 1957, el matrimonio Arnaz decidió dar por finalizada la serie. En 1960 se divorciaron y, dos años más tarde, en 1962, Lucille compró a Desi su parte de la compañía que ambos fundaron, Desilu Productions (propietaria, entre otras cosas, de los derechos de explotación de I love Lucy). Se convirtió así en la primera mujer en dirigir una gran productora de televisión.

Pese a su nueva situación como directiva, Ball siguió actuando como Lucy en las secuelas del programa: The Lucy Show (1962-1968) y Here´s Lucy (1968-1974), que no tuvieron ni de lejos la fama de la original. No obstante, la aportación de la actriz a la historia de la comedia y de la industria de la televisión ya era un hecho consumado y ampliamente reconocido.

En la década de los sesenta, intervino en varias películas, entre las que destacan dos comedias que co-protagonizó con Bob Hope: The facts of life (1961) y Critic´s Choice (1963). También participó en Yours, Mine and Ours (1968), con Henry Fonda.

Sus últimas interpretaciones notables fueron en el medio en el que siempre se desenvolvió mejor. En 1985, actuó en una película hecha para la televisión, Stone Pillow y, un año más tarde, volvía a ser Lucy-esta vez, la abuela Lucy- en la serie Life with Lucy, que fue suspendida poco después de estrenarse por falta de audiencia.

Ball, que contrajo matrimonio por segunda vez con el cómico Gary Morton, con el que vivió entre Beverly Hills y Palms Springs. La actriz, que hasta el final de sus días, mantuvo el mismo ímpetu y ganas de trabajar, falleció en 1989 a causa de una rotura de aorta.

Nadie podría imaginar que, la que se convirtió en uno de los rostros más expresivos de la televisión y una de las actrices más astutas de su época, fue en sus inicios una chica tímida por la que nadie apostó un céntimo. La experiencia, su tesón y su espíritu demuestran que todo el mundo tiene un rincón en el paraíso de los sueños. Y, como dijo una vez a un grupo de actores principiantes: “La mejor forma de tratar a los directores severos es no tirar la toalla cuando te atropellan. Al principio de mi carrera era muy tímida, y eso me superaba, hasta que al final se me ocurrió que a nadie le importaba un carajo”.