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Europa se prepara para entornar sus puertas ante el flujo migratorio tras las revueltas árabes

  • Los 27 analizan la reforma del Tratado de Schengen
  • Bruselas propone limitar la libre circulación en circunstancias especiales
  • AI advierte que la llegada de inmigrantes no justifica las restricciones

Por
Europa revista el acuerdo de Schengen tras el cierre de fronteras de Dinamarca

Tratado de Schengen

- Se introdujo en 1985

- Recibe ese nombre por la ciudad en la que se firmó, en Luxemburgo

- Garantiza la libre circulación de personas

- Permite tener normas coumunes sobre controles fronterizos, emisión de visados o solicitudes de asilo

- Forman parte: La mayoría de los Estados miembros de la Unión Europea, con excepción de Reino Unido e Irlanda.También lo hacen países extracomunitarios como Noruega, Islandia, Suiza y Liechtenstein, así como de facto Mónaco y el Vaticano. Chipre, Bulgaria y Rumanía participan parcialmente, pero aún no son miembros de pleno derecho

Limitar la libre circulación y volver a los visados en determinadas circunstancias puede ser, muy pronto, una realidad en Europa. Todo depende de lo que decidan este jueves los 27 en una reunión extraordinaria que no está exenta de polémica.

En concreto, lo que debatirán es la propuesta de Bruselas que plantea la suspensión temporal del Tratado de Schengen, que elimina las fronteras interiores en Europa, para afrontar determinadas situaciones como las llegadas masivas de indocumentados.  La idea, a iniciativa de Francia e Italia, consiste en reintroducir los controles fronterizos entre los estados miembros en "circunstancias excepcionales", a través de un mecanismo de suspensión que se utilizaría "como último recurso".

Es muy probable que la medida salga adelante, algo que el Parlamento europeo ha criticado ya al reprochar a Bruselas que lo que hace con esta medida es ceder al "populismo" de París y Roma.

Mediación europea

De hecho, esta crítica se extiende a muchos europarlamentarios, que consideran la idea como una cesión a las presiones de Francia e Italia, que pidieron hace unas semanas en una carta dirigida a la Comisión Europea que analizara la posibilidad de suspender en ciertos casos la libre circulación en la Unión Europea (UE).

La misiva es el resultado de la agria disputa entre París y Roma por la concesión por parte del gobierno de Silvio Berlusconi de permisos de residencia temporal a muchos de los 25.000 indocumentados llegados a su territorio después de las revueltas en el norte de África, para facilitarles la posibilidad de viajar por Europa.

Con todo, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barrosoha negado públicamente que la institución que representa haya sucumbido ante "las presiones xenófobas y populistas" y ha asegurado que la propuesta "no pretende erosionar la libre circulación, sino fortalecerla".

La reunión del jueves servirá para saber las opiniones y posturas de cada país. De momento, la propuesta cuenta con el apoyo de Alemania y España que, tras algunas dudas iniciales, se ha manifestado así de la mano del secretario de Estado para la UE, Diego López Garrido: "Coincidimos bastante con el enfoque de la Comisión, porque se trata de precisar con más nitidez aquellos supuestos en los que cabe introducir alguna restricción y establecer controles interiores para evitar que supuestos amplísimos puedan usarse de forma arbitraria".

La propuesta no pretende erosionar la libre circulación, sino fortalecerla

Mientras, ha habido países que ya han tomado medidas propias como ha sido el caso, este miércoles, del Gobierno liberal-conservador de Dinamarca, apoyado por el ultraderechista Partido Popular Danés, que ha anunciado nuevos controles aduaneros en las fronteras con Alemania y Suecia, que entrarán en vigor en unas semanas.

Aliviar la criminalidad en el país es, según Dinamarca, el objetivo de la medida que también prevé el refuerzo de los controles en aeropuertos y en las aguas territoriales danesas.

¿Cuáles son los fines?

Francia insiste en que es ese mismo espíritu es el que motiva las reclamaciones francesas e italianas de reforma del tratado que, en realidad, ya prevé que la libre circulación de personas pueda interrumpirse temporalmente en caso de amenaza seria para el orden público o la seguridad interior.

Frente a ellos, Bulgaria y Rumanía se mueven en dirección contraria, cada vez más cerca de Schengen. Pero lo cierto es que su postura cuenta con el inconveniente de que Francia, Alemania y otros países de la UE ya han expresado en reiteradas ocasiones sus reticencias a que se incorporen a la Europa sin fronteras, de la que actualmente forman parte los Veintisiete -menos Reino Unido, Irlanda, Bulgaria, Rumanía y Chipre- y los extracomunitarios Suiza, Noruega y Liechtenstein.

Más allá de las posturas de cada país, lo que cabe preguntarse también son los fines en sí.

"En este momento,  la prioridad es la seguridad. Las otras cuestiones, tales como los derechos de los migrantes, la protección de los solicitantes de asilo y la solidaridad están lejos de ser resueltos", explica Sergio Carrera, especialista en asuntos de inmigración.

Este sentimiento es mantenido los países que han impulsado la propuesta para quienes la posibilidad de restaurar el control de las fronteras nacionales y restablecer la obligación de visado es una medida de "disuasión" y el objetivo es el "no tener que usarlo".

Desde el ámbito de las organizaciones humanitarias, sin embargo, preocupa que el cierre de fronteras sea una reacción desproporcionada a los flujos migratorios causados por las revueltas árabes, y que se relacione inmigración con delincuencia.

"¿Dónde está la avalancha de personas que huyen del norte de África?", se pregunta Eva Suárez-Llanos, directora adjunta de Amnistía Internacional en España. "De las más de 700.000 personas que han huido de Túnez y Egipto solo 30.000 han llegado a Europa. Esto no justifica el pánico y las medidas que están tomando algunos países europeos", añade.