Enlaces accesibilidad

Los inmigrantes en Londres: "Celebraré la boda real...pero trabajando"

  • La mayoría de los comercios abrirán aunque es festivo nacional 
  • Los inmigrantes también viven la boda real aunque menos entusiasmados
  • La comunidad china es la más indiferente; la india la más fanática

Por
Zzaman es de Bangladesh pero se siente británico y apoya a la pareja real.
Zzaman es de Bangladesh pero se siente británico y apoya a la pareja real.

Banderas británicas engalando las calles, monárquicos enfervorecidos gritando a los recién casados, invitados ilustres vistiendo sus mejores galas...Esa es la imagen que exportará este viernes la boda real británica a los más de 2.000 millones de personas que se espera que vean el enlace por televisión. Pero ¿esa imagen representa a todos los británicos? ¿y a todos los inmigrantes?

No todo Londres en una fiesta. En Brick Lane, el barrio paquistaní y bangladesí de  la capital británica, Zzaman bosteza mientras abre a primera hora de la mañana el cierre de su negocio  ajeno al bullicio del centro, a los campamentos de fanáticos de la boda real, a los souvenirs y a las cámaras de televisión.

Zzaman llegó hace 10 años a Londres desde Bangladesh y asegura que aunque no está en contra de la boda real, “no son tiempos para despilfarros”.

“Respeto a la familia real porque vivo en este país y yo también me siento parte de él, pero mañana veré la boda por televisión. El negocio hay que abrirlo”, afirma mientras despacha medio kilo de pimientos rojos a una clienta.

Como su tienda de ultramarinos, la mayoría de los comercios de Londres no cerrarán sus puertas este viernes, a pesar de que el Gobierno británico ha declarado ese día festivo nacional y ha animado a la gente a que salga a la calle y celebre la boda real.

“La crisis no nos está dejando respirar y no se puede perder ni un día trabajo”, concide Jawa, camarero de un restaurante indio.

La comunidad india, la más entusiasmada

Sin embargo, las reminiscencias de excolonia británica ahondan entre la comunidad india. "La monarquía es una institución centenaria que hay que respetar y querer. Tiene que durar muchos años", afirma Singh, un indio de 66 años ataviado con un turbante.

Me gusta más Guillermo que el príncipe Carlos

Shana espera sentada en una peluquería paquistaní de Whitechappel para cortarle el pelo a su nieta mientras lee un periódico gratuito en el que el titular reza Kate se prepara para el gran día.

“Son una pareja estupenda, a mí me encanta Guillermo. Si por mí fuera, él reinaría antes que su padre”, comenta. “Su madre, la princesa Diana era una mujer muy cercana, que participaba en muchas ONG y se preocupaba por la gente del pueblo. Una vez visitó este barrio”, relata.

Admiradores de Lady Di

Sin embargo, nadie de la familia de Shana irá hasta Westminster o Buckingham a hacer cola para ver a los recién casados. “Eso sí que es muy ‘inglés’”, sentencia.

La mayoría de los residentes en este barrio de Londres reconocen sentir cierta simpatía por el príncipe Guillermo, más que por la monarquía en sí, porque creen que será un rey “más cercano al pueblo y a los inmigrantes”.

“Los ingleses llevan esperando esta historia de amor mucho tiempo. La muerte de Diana fue terrible y ya es hora de que tenga una buena noticia”, afirma Rhajman, muy atareado preparando dulces  típicos de La India en pastelería, Ambala.

“Es que tengo muchos encargos porque preparo el catering de varias  bodas que también se celebran mañana de clientes asiáticos”, señala.

Chinatown es indiferente

“Es que tengo muchos encargos porque preparo el catering de varias bodas que también se celebran mañana de clientes asiáticos”, señala.

En otra comunidad de inmigrantes, la que reside en China Town, la indiferencia hacia la boda real es total. Ni una bandera, ni un artículo de recuerdo.

“A mí la boda me importa bastante poco. Mañana trabajo como un día más. No creo que pueda ni verlo por la televisión”, explica Suun.

“Es bueno porque vendrá más gente, más turistas a comer por aquí después de la boda”, señala el gerente del restaurante Royal Dragon.

Al final, la crisis también está presente en esta boda real, que espera impulse la economía con 700 millones de euros gracias al turismo.