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Cerrojazo informativo de Marruecos a la prensa española

  • El corresponsal de TVE en Marruecos analiza la situación del Sáhara Occidental

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Tensa calma en El Aaiún

Llevo poco tiempo en Marruecos, pero como dicen los compañeros que llevan aquí varios años me ha tocado vivir uno de los momentos más difíciles para trabajar como periodista en este país.

Lo que nos temíamos muchos cuando en julio el gobierno marroquí puso en marcha una nueva política en la concesión de permisos de rodaje para las televisiones ha terminado confirmándose: Que era una de las medidas incluidas en un plan o hoja de ruta para limitar nuestra libertad de movimientos y controlar a los periodistas extranjeros, algo que ha llegado a su máxima expresión al estallar la crisis del campamento saharaui de Gdem Izik.

Esa nueva política consiste en la limitación de nuestro permiso para trabajar solo en Rabat. Cada vez que tenemos que salir de la capital nos vemos obligados a pedir un permiso especial especificando el tema del reportaje que queremos hacer, a quién vamos a entrevistar etc.

En la práctica, cada vez que el tema que queremos abordar es delicado no se concede el permiso. Es lo que ha ocurrido, evidentemente, con cualquier reportaje o cobertura que hemos querido hacer sobre el conflicto del Sáhara Occidental.

Lo comprobamos directamente con el juicio a 7 activistas saharauis en un juzgado de Casablanca, el 5 de noviembre. Por supuesto el ministerio de comunicación no nos concedió el permiso para poder rodar, con lo que tuvimos que cubrir la noticia (porque evidentemente lo era) sin él.

El espectáculo que montaron un grupo de abogados para mostrar su adhesión al Rey Mohamed VI y la marroquinidad del Sáhara e intimidar a los acusados y a sus familiares fue de aurora boreal, tal y como se ve en las imágenes que pudimos grabar.

Fuentes saharauis aseguran que ha habido decenas de detenciones de saharauis y que los colonos marroquíes han actuado durante la noche.

Eso no nos libró de que, cuando los ánimos se caldearon al llegar los acusados lanzando proclamas independentistas,  a algunos exaltados les pareciera mal que siguiéramos grabando y que a Edu Marín, el corresponsal de la SER y a mi nos cayeran varios puñetazos y patadas.

La policía nos sacó de allí a duras penas, pero ellos fueron los responsables de permitir que se montara la que se montó en un tribunal.

Dos días antes, el ministro de exteriores marroquí Taieb Fassi Fihri había realizado críticas durísimas contra la cobertura de la prensa española del conflicto del Sáhara Occidental y su supuesta falta de profesionalidad y ética, en una ya famosa rueda de prensa junto a la nueva jefa de la diplomacia española Trinidad Jiménez.

Antes de eso, diferentes autoridades marroquíes y la prensa oficialista marroquí (que aquí es casi toda) habían lanzado frecuentes ataques contra los periodistas españoles acreditados en Marruecos, a veces con nombres y apellidos, criticando duramente su cobertura de la cuestión del Sáhara y su supuesta animadversión contra Marruecos, en un claro proceso de señalamiento de la prensa española como adversaria de Marruecos, como nos dijo el propio ministro de comunicación Jalid Naciri en declaraciones a TVE.

Malos tiempos para la libertad de expresión en Marruecos

Cuando a las puertas del campamento de protesta cerca de El Aaiun murió un adolescente de 14 años un grupo de corresponsales españoles quisimos volar allí desde el aeropuerto de Casablanca. Pero la compañía Royal Air Maroc nos canceló nuestras reservas sin explicaciones por orden de las autoridades.

Al final se nos dejó viajar al día siguiente, pero por supuesto la policía secreta no dejó de seguirnos y se nos impidió entrar al campamento.

Los pocos periodistas que pudieron entrar tuvieron que hacerlo disfrazados y por supuesto sin decir que eran periodistas. Tras el asalto al campamento por las fuerzas de seguridad y los disturbios posteriores, la Royal nos ha impedido volar varias veces desde entonces con todo tipo de artimañas: Supuestos fallos informáticos, overbooking, listas de espera fantasma.

En el grupo se encuentra Cristina Alcaine, redactora de TVE.

Los reporteros de la Cadena SER que lograron burlar el cerco por carretera fueron conducidos a comisaría y expulsados fulminantemente. Y el grupo de periodistas que trataron de entrar volando desde Canarias ni siquiera se les dejó desembarcar del avión.

El último episodio ha sido la retirada de su acreditación al corresponsal del diario ABC en Rabat, Luis de Vega, que lleva 8 años trabajando en Marruecos. El ministerio de comunicación ha alegado su difusión de hechos falsos en la crisis en el Sáhara.

Hace dos semanas les habían retirado su acreditación a los corresponsales de la cadena Al Jazira acusados de “falta de objetividad” y de “alterar seriamente la imagen de Marruecos”.

El veto a la prensa española –las televisiones marroquíes están informando allí sin problemas- hace imposible contrastar las informaciones que nos llegan, el baile de cifras de muertos y heridos, y la propaganda, que evidentemente también hay, del Frente Polisario y de las autoridades marroquíes.

La mayoría de periodistas que trabajamos aquí somos pesimistas, y nos tememos que las cosas van a ir a peor. Corren malos tiempos para la libertad de expresión y la libertad de prensa en Marruecos que, lamentablemente, se parece cada vez más a Argelia o a Túnez en este terreno.