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Expectación en Barcelona ante la visita de Benedicto XVI: "Si estás aquí es para ver al Papa"

  • Barcelona se llena de madrugadores que quieren saludar a Benedicto XVI
  • Algunos fieles se quejan por la velocidad a la que ha ido que el papamóvil

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Los cánticos han acompañado a los fieles en su espera a la llegada del Papa

Ilusión en sus caras y en sus gestos. Por las calles que llevan hasta el recorrido de la comitiva del Papa,  desde antes de las siete de la mañana hay gente de todas las edades que llevan ondeando sus banderitas, abrigados porque se nota la humedad del día. 

La banderas las reparte en esta zona Hèctor, un chico muy joven. Lleva 15 o 20 cada vez en la mano y las va ofreciendo a todo el que pasa: "Mucha gente quiere, porque hoy domingo si estás aquí a esta hora es para ver al papa".

Hay grupos de chicos y chicas, pero son sobre todo familias las que llenan las vallas que siguen todo el trayecto desde el arzobispado hasta la Sagrada Familia. 

La hermana Mercedes ha traido su sillita, dado que a su edad tanto rato de pie "no se puede soportar". Y sus compañeras le dicen al verla que ha salido demasiado pronto, que el Papa aún tardará un par de horas en pasar. "Por lo menos hoy que no llueva -dicen las monjas- porque cuando vino Juan Pablo II"

Ilusión y felicidad al paso del papamóvil

En los balcones, muchas banderas del Estado Vaticano -blancas y amarillas-, numerosas señeras catalanas y hasta alguna pancarta contra el Papa... 

Los más afortunados no han tenido que bajar a la calle y son muchos que ven pasar la comitiva desde sus balcones. También han colocado banderas a las ventanas y hacen uso de sus cámaras. 

Los helicopteros sobrevuelan la zona, pero llevan así desde que era de noche. Es la radio quien advierte a la gente que está en la calle, esperando, de cuánto falta para la llegada del Papa. "¡Ya ha salido del arzobispado!", comentan un grupo de amigas de mediana edad. "Nada, dentro de poco pasará por aquí", espeta otra feligresa. 

Antes de lo pensado, se acercan coches oficiales y el papamóvil. "Qué ilusion, qué bien lo vamos a ver", replica una mujer, una de tantas que espera en los muchos tramos del recorrido. Tras las vallas forradas con cartulina amarilla y papel blanco, hay dos o tres filas de gente, con los niños delante.

Muchos levantan el teléfono móvil para grabar y ondean sus banderitas en el momento en que aparecen los primeros policías en moto y los coches oscuros. Tras ellos, el papamóvil, recibido entre gritos de "¡el Papa, el Papa!".

Quejas por la velocidad del paso de la comitiva

Los breves segundos que pasan frente al Papa, que saluda desde el coche a derecha e izquierda, saben a poco tras la espera. "Pero ha pasado muy rápido, demasiado", se esucha entre la muchedumbre.

"Vaya velocidad.

 Ya podían haber ido más despacio para que le viéramos mejor", se queja uno de los asistentes. "Bueno, luego a la vuelta quizá vayan más despacio, que ahora van a la misa", contesta alguien. 

Cerca de la Sagrada Família es la "hora tope" para estar sentado en las sillas y todavía hay mucha gente que no ha llegado. La zona habilitada es muy amplia y quienes no se han informado bien de antemano tienen dificultades para encontra su silla. Son los voluntarios quienes les echan una mano.

Ganas de ver la Sagrada Familia sin andamios

María estudia en la Blanquerna, una de las escuelas universitarias donde más jóvenes se han apuntado para ayudar en las tareas durante las estancia de Benedicto XVI en Barcelona. 

"Mucha gente que confunde la zona que le han asignado son de fuera de Barcelona, pero también hay personas mayores que tienen miedo de no encontrar su silla y cuando nos ven, enseguida nos dan su pase y nos piden que lo acompañemos", explica a RTVE.es esta voluntaria.

Cuando la ceremonia comienza, los asistentes van poco a poco sentándose mientras los voluntarios seguirán de pie la eucaristía en las 35 pantallas instaladas en la calle. En el momento en el que el Sumo Pontífice ha hecho su entrada en el templo, los asistentes rompen en aplausos. Cumplida esta ilusión con la visita del Papa, los fieles esperan ahora a ver sellada su otra gran ilusión:  ver el interior terminado, limpio, sin albañiles, ni máquinas ni mesas de trabajo dentro, como lo han visto toda la vida. 

Cuando por fin las pantallas muestran el interior, miles de bocas se abren, asombradas, y se oye en la calle leves expresiones de admiración.