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Aprende qué peligros esconde el agua y evita que el baño acabe en tragedia

  • Primer consejo: no te arrojes al rescate si pones en riesgo tu vida
  • En caso de accidente en el agua: protege, avisa y socorre
  • El  ahogamiento causa al año 175.000 muertes en niños y  jóvenes
  • El 'corte de digestión' causa el 20% de las muertes anuales por ahogos

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Si ves a una persona que se está ahogando ¿qué haces? ¿te lanzas al rescate?¿esperas y avisas al 112?

Playa, piscina, río, pantano, presa ...cualquier lugar nos parece bueno para darnos un chapuzón, pero hay que extremar las precauciones porque las aguas pueden ser muy traicioneras.

Los ahogamientos ocurren mayoritariamente en los fines de semana, en vacaciones, con tiempo caluroso y en las horas centrales del día.

Las noticias de ahogamientos son lamentablemente frecuentes cada verano. Sólo en el tercer fin de semana de julio, en menos de 24 horas han muerto seis bañistas. En uno de los casos, acudieron al rescate del padre, la mujer y una hija. Fallecieron los tres.

Hay que extremar las precauciones y aplicar el sentido común, porque todos, hasta el más experto nadador, podemos sufrir un accidente grave en el agua.

Sólo en el año 2008 murieron "por ahogamiento, sumersión o sofocación accidental" 2.137 personas en España, según los últimos datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE) (ver PDF).

Peligros que no se ven

Cruz Roja Española nos recuerda la norma más básica: no bañarse en zonas no habilitadas para el baño y sin vigilancia, ya que en caso de accidente el bañista no podrá recibir ayuda.

"Lo que ves en la superficie no tiene nada que ver con lo que hay en el fondo. Un mar en calma puede esconder una fuerte corriente", explica a RTVE.es Miguel González Rojo, técnico de la Escuela segoviana de Socorristas.

Los problemas surgen cuando empezamos a acumular pérdida de control: un trago de agua, un golpe en el pie con una piedra, un susto al comprobar que ya no hacemos pie.

"Las circunstancias cambian, nos ponemos nerviosos, perdemos el control y terminamos ahogándonos, perfectamente se puede ahogar un buen nadador", añade.

Si no sabes, no te metas

Lo primero es mantener la calma, lo segundo pedir ayuda.

"No pongas en riesgo tu vida, no conviertas un ahogado en dos", sentencia Miguel González, que aconseja que "nunca hay que meterse en el agua para salvar a nadie si no nos sentimos capacitados y sin medios adecuados".

Si nos lanzamos al agua, ¿cómo vamos a reaccionar cuando la otra persona se apoye en nosotros para respirar y nos hunda también a nosotros? ¿Tendremos fuerza y energía para arrastrar a una persona hasta la orilla y seguir respirando los dos?

"Está claro que si ves que tu padre o tu novia se está ahogando no te vas a quedar sin hacer nada, pero podemos reaccionar con un poco de inteligencia", explica Luis Miguel Pascual, director técnico de SOS Segovia y profesor del Salvamento Acuático.

Primer consejo a tener en cuenta: no te arrojes si pones en riesgo tu vida. Segundo, si te lanzas al agua lleva algo flotante. Al llegar, nos recomiendan que no nos acerquemos, "debemos lanzarle el material flotante para que se agarre sin ponernos a su alcance y sin dejar de hablar para que se mantenga a flote"

Una vez seguro, hay que acecarse despacio, tranquilizarle y ayudarle a llegar a un lugar en el que haga pie, sin que suelte el material flotante. Después nos deberíamos situar siempre a su espalda.

"Hay que tener en cuenta que en cualquier momento puede desmayarse o perder el control por el cansancio, la tensión o el ahogamiento", apunta el Pascual.

Para prevenir estos accidentes, en aguas abiertas mejor nadar en paralelo a la orilla y en compañía.

Especial atención a los menores. "Los niños se ahogan en 5 centímetros de agua, en silencio y en muy pocos minutos", advierte Luis Miguel Pascual, que nos invita a reflexionar con los datos que aporta en su último informe sobre accidentes infantiles la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El ahogamiento causa cada año 175.000 muertes en niños y jóvenes de entre 0 y 19 años. Más de 450 niños mueren ahogados cada día en el mundo y muchos sufren serias secuelas de por vida.

No entrar de golpe en agua fría

Entrar de golpe en el agua después de haber tomado durante horas el sol o haber hecho ejercicio no es buena idea. Corremos el riesgo de sufrir una hidrocución o mal llamado "corte de digestión".

Se trata de un cambio brusco de temperatura que se produce al meternos de golpe en agua fría.

Es frecuente que ocurra después de las comidas, porque el cuerpo alcanza una temperatura más alta durante la digestión. El estómago necesita mucho aporte de sangre y a la vez le pedimos al cuerpo que mande sangre a la piel para calentarla.

En esta situación "el cerebro se queda sin la sangre que necesita y se produce un cuadro sincopal general, pudiendo llegar a un paro cardíaco", señala Salvador Tranche, secretario general de la Sociedad Española de Medicina de Familia.

El shock es inmediato, la víctima se hunde sin poder luchar hasta el fondo y sin poder avisar a nadie.

También se conoce como "muerte blanca" o "ahogado seco" y es el responsable del 20% de las muertes que se producen anualmente por ahogos.

¿Cómo evitar la hidrocución? Los expertos apuntan varios consejos básicos:

* Ducharse antes de entrar en el agua

* Evitar el golpe brusco con el agua fría

* Entrar despacio al agua mojándose la tripa, las muñecas, los tobillos y la nuca

* Evitar la exposición prolongada al sol

* Evitar los ejercicios intensos antes del baño

Los ancianos y los niños son los más propensos a sufrir este tipo de lesiones. Además de seguir las recomendaciones básicas, es importante educar a los menores transmitiéndoles la idea de que hay que esperar un par de horas tras la comida antes de bañarse.

"Hay que salir rápidamente del agua si sentimos mareos, malestar, calambre o nauseas", indica el doctor Tranche.

También podemos sentir escalofríos, visión borrosa o zumbido de oídos. En el caso de los niños, que no son conscientes de estos síntomas, pueden empezar a ponerse pálidos, tiritar o marearse.

No a las zambullidas imprudentes

"Piénsatelo. No vayas de cabeza". Este es el nombre de la campaña que el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo pone en marcha cada verano con el objetivo de concienciar a los bañistas del riesgo que corren al lanzarse de forma imprudente en el agua.

En 2009, en este centro sanitario se trató a un total de ocho pacientes con lesión medular por zambullida, en 2008 el número de ingresos fue de tres. En total, han supuesto hasta el 6% del total de ingresos en los últimos 10 años.

Los pacientes que sufren este tipo de lesiones suelen ser jóvenes -entre el 80 y el 90% tienen edades entre los 15 y los 25 años-, y en su mayoría varones -cuatro de cada cinco-.

Por eso los expertos, insisten en que estas lesiones medulares se pueden evitar. Lo más importante es no lanzarnos a zonas de baño desconocidas y donde no sabemos cuál es la profundidad.

Si tenemos el impulso irrefenable de lanzarnos de cabeza, mejor zambullirse con los brazos situados en prolongación del cuerpo, protegiendo el cuello y la cabeza.

Y si no sé hacer el "boca a boca"

Cuando ocurre un accidente, es necesario actuar lo más rápido posible. Cruz Roja recomienda seguir el esquema P.A.S.

En primer lugar, hay que Proteger el lugar del accidente, Avisar a los servicios de emergencia (112) y Socorrer a los heridos.

"Si hay un accidente debemos ayudar sólo si tenemos conocimientos o fuerza suficiente para hacerlo. Sólo con poner a la persona de lado estamos permitiendo que se abran sus vías respiratorias una vez esté ya fuera del agua", explica en RNE, Francisco García Riesco, responsable de Salvamento Marítimo de Cruz Roja.

Por su parte el doctor Salvador Tranche pone el acento en las maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) y sugiere a toda la población que aprenda a realizarlas.

"Lo primero es aplicar cinco respiraciones boca a boca y después comenzar el masaje cardíaco haciendo 30 aplicaciones sobre el corazón y dos respiraciones. Es algo muy sencillo que puede salvar vidas", comenta.

El Plan Nacional de RCP, Cruz Roja y Asociaciones y Escuelas de Socorrismo ofrecen cursos básicos para aprender primeros auxilios y reanimación.