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Disculpen, no entiendo a Tavernier

  • Tavernier lleva un "thriller del siglo XVI" a Cannes
  • Una historia de pasión, traición y venganza del veterano director francés

Ver también: Especial Festival de  Cannes 2010 | Javier Tolentino en  Cannes

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No sé qué es lo que hace aquí en competición Tavernier salvo que sea Tavernier, salvo que sea la adaptación de una novela francesa de La Fayette, salvo que sea francés.... Ya, vale, sí, son suficientes razones para hacer un sitio en Cannes, para que sus guapas actrices se paseen por la alfombra roja y para que "La princesa de Montpensier" pueda comenzar a recuperar algún euro. Sin embargo toda la película desprende mal aliento, como si hubiera enfermado Tavernier de vanidad y vejez. 

Al menos aquel Capitán Conan tenía el punto de analizar la historia desde la crítica, desde el grandeur de un imperio capaz de abandonar a los soldados que son capaces de derramar su sangre en los límites del imperio pero esta versión que nos sirve en bandeja de pitiminí, esta princesa de Montpensier, esta nueva versión de la terrible noche de San Bartolomé (y Europa sigue pidiendo cuentas a la África de hoy), llena de caballos que parecen de la Escuela de Viena, esos trajes de época recién salidos de la pasarela parisina, esos encuentros amorosos que no se los creen ni los propios actores, ese pasearse desnuda la princesa de Montpensier por la habitación como si fuera una comedia española de la transición (recordamos que estamos en la Europa del XVI y en el marco de sanguinarías guerras religiosas), esos duelos que desprenden mentira, ese tiempo viejo visto exactamente desde una mirada completamente antigua es mucho, parece americano este Tavernier pero uno se pregunta las siguientes cuestiones:

- ¿Por qué lo hace, Monsieur Tavernier?

- ¿Cómo es posible que los señores Gilles Jacob y Thierry Fremaux acepten este discurso falso?

- ¿Cómo es posible que no hubiera enfado en un público callado y obediente?

- ¿Qué le ha hecho a usted la historia de Francia para merecer un trabajo tan aburrido, tan de los tiempos gloriosos de lo falso y lo grandielocuente?, echamos tanto de menos a Claude Chabrol.

Señor Bertrand Tavernier ya puso a la crítica francesa y a los historiadores de La Sorbonne de los nervios con Salvoconducto, un tema del que aún las heridas están abiertas y dónde aún su país no ha hecho una suficiente revisión pero esto que hemos visto hoy -La princesa de Montpensier, oh la la- es precisamente el camino que no lleva a ninguna parte y supongo que los colegas de Liberation o Le Monde dirán algo más que tomarle el pelo, c' est suffit.