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Filipinas afronta un difícil traspaso de poderes

  • Las discrepancias entre la presidenta saliente y Aquino, cada vez mayores

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Gloria Macapagal Arroyo
Gloria Macapagal Arroyo

Las discrepancias entre la presidenta saliente de Filipinas, Gloria Macapagal Arroyo, y su sucesor, Benigno Aquino, han complicado la transición cuando el segundo todavía saboreaba la victoria electoral del pasado lunes.

La mandataria ha dejado claro que no piensa hacer concesiones en su ejercicio del poder hasta que sea oficialmente sustituida el próximo 30 de junio, después de nombrar como presidente del Tribunal Supremo a Renato Corona, su antiguo jefe de gabinete.

El heredero de la influyente dinastía Aquino, a quien sólo falta que el Congreso proclame oficialmente su victoria en las elecciones presidenciales del 10 de mayo, calificó de "inapropiado" el nombramiento y opinó que la mandataria debería haber esperado al traspaso de poderes.

Si sale adelante su nombramiento, Corona sustituirá a Reynato Puno, quien se jubila el próximo lunes al cumplir 70 años.

Hacer frente a las acusaciones de fraude

Muchos analistas ven detrás de esta elección una maniobra de Arroyo para protegerse en caso de que intenten juzgarla por fraude en las elecciones de 2004, después de que Aquino haya anunciado una investigación.

Según el Colegio de Abogados de Filipinas, "Corona está contaminado y obedece a la presidenta".

Aquino se ha comprometido a, nada más conocerse su victoria, investigar el supuesto fraude electoral de Arroyo en los comicios que venció hace seis años, así como algunos contratos gubernamentales que considera sospechosos.

"Creo que todo el Gobierno de Arroyo estará listo para explicar y afrontar cualquier investigación siempre que el propósito sea la búsqueda de la verdad", ha declarado este jueves el ministro de la Presidencia, Leandro Mendoza.

La lucha de poder puede tener una segunda parte en el Congreso, donde el Partido Liberal de Aquino, que cuenta con 50 de los 286 escaños, ha comenzado a tantear alianzas para ganar peso en la Cámara.

Los partidarios de "Noynoy" Aquino temen que Arroyo utilice su escaño parlamentario para torpedear al nuevo Ejecutivo, sobre todo si consigue ocupar la presidencia de la Cámara Baja.

El Congreso ha sido un bastión para la presidenta de Filipinas en sus nueve años de mandato y ha frenado todos los procedimientos de destitución de la presidenta del país y las propuestas de investigación contra el Ejecutivo.

La nueva configuración gubernamental

En medio de estas tensiones, Aquino trabaja en confeccionar su equipo de Gobierno, con un único nombramiento hecho público hasta el momento, el de Corazón Soliman.

Esta elección supone un pequeño golpe para Arroyo, ya que Soliman fue uno de sus ministros que dimitieron y pidieron su destitución en 2005, tras destaparse el supuesto fraude electoral.

Gilberto Teodoro, ex ministro de Defensa de Arroyo y quien quedó cuarto en las elecciones presidenciales, suena con fuerza para formar parte del nuevo Ejecutivo.

Una de las mayores incógnitas del futuro panorama político reside en saber quién ocupará la vicepresidencia, porque Jejomar Binay, alcalde de uno de los distritos más prósperos de Manila, el de Makati, encabeza la votación con un pequeño margen sobre Mar Roxas, el candidato del Partido Liberal.

La victoria de Binay, que formó tándem con el ex presidente Joseph Estrada, supondría un contratiempo para Aquino, porque contaba con Roxas como una de las piezas clave de su Gabinete.

Además de combatir la corrupción, Aquino afrontará los mismos desafíos que sus antecesores, garantizar el crecimiento económico, aliviar la pobreza, intentar acabar con la rebelión comunista y luchar contra el separatismo islámico, conflictos enquistados desde hace varias décadas.

Para aliviar la enorme deuda pública, Aquino ha adelantado algunas medidas, entre ellas un drástico recorte del gasto con la práctica desaparición de los viajes presidenciales, otro gesto más que le distancia del estilo de Arroyo.