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El Museo Británico expone su rica colección de grabados chinos

  • La colección es una de las más completas del mundo fuera de China
  • La exposición recoge obras de los últimos 15 siglos

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En la imagen, Buda orante. Dinastía Tamng, siglo VII.
En la imagen, Buda orante. Dinastía Tamng, siglo VII.

La colección de grabados chinos del Museo Británico es sin duda una de las más completas del mundo fuera del país de origen, y algunos de los tesoros que conserva esa institución podrán admirarse por primera vez en una muestra que estará abierta desde este jueves 6 de mayo hasta el 5 de septiembre.

La colección la inició el propio fundador del museo, Hans Sloane, un médico de origen irlandés que llegó a presidente del Colegio de Médicos británicos y sucedió a Isaac Newton como presidente de la Royal Society y que a su muerte, a los 93 años, en 1753, había logrado reunir 71.000 objetos de todo el mundo, desde plantas y conchas hasta monedas y manuscritos.

En los dos siglos y medio transcurridos desde entonces, la colección de grabados chinos es una de las más importantes de Europa aunque se la repartan actualmente el museo y la institución hermana, la Biblioteca Británica, que se mudó hace unos años a un edificio independiente.

El papel se fabricaba ya en China en el tercer siglo de nuestra era y la impresión sobre papel la inventaron también los chinos en torno al año 700 de nuestra era.

La Biblioteca Británica conserva la primera imagen impresa con un bloque de madera, el frontispicio de un texto budista llamado el Sutra del Diamante, el libro impreso más antiguo que se conoce, fechado en 868.

Como señala en el catálogo la comisaria de la exposición Clarissa von Spee, la imprenta conoció un gran auge en China gracias sobre todo al budismo, que se convirtió en religión del Estado en la dinastía Sui (589-618), y la distribución de imágenes para fines de propaganda religiosa favoreció la producción en masa.

El grabado como propaganda sociopolítica

En los siglos XVII y XVIII florecieron las artes de la impresión a la sombra de una clase educada y ricos mercaderes. Los motivos de muchos de esos grabados populares van desde deidades y otros espíritus titulares hasta ilustraciones de historias y leyendas.

Los encargos más importantes en materia de grabados impresos los hicieron dos de los más poderosos emperadores de la dinastía Qing, Kangxi (1662-1722) y su nieto Qianlong (1736-91), con quienes el imperio chino alcanzó su máxima expansión.

Se dice que el segundo logró reunir la mayor colección de arte del mundo en su época. Qianlong empleó además a misioneros jesuitas para aprender de ellos las últimas tecnologías europeas y se embarcó en una campaña de propaganda mediante la imagen.

Otra sección de la exposición se centra en el llamado Movimiento Xilográfico moderno, iniciado por el monje budista, poeta, pintor, calígrafo, actor y educador Li Shutong (1880-1942) y el escritor revolucionario Lu Xun (1881-1936), que vieron en el grabado un medio ideal para dirigirse a las masas chinas y expresar la necesidad de transformación social y política que tenía el país.

La última parte está dedicada a los grabados del período republicano (1929), de la era de Mao (1949-76) y de la época de reformas y apertura al mundo a finales de los XX, favorecidos por el establecimiento de sendos departamentos de grabado en las academias de Bellas Artes de Pekín, Hangzhou y Chongqing.