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Duvall pilota 'Get low', amable comedia sureña

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Robert Duvall presenta hoy en San Sebastián su nuevo trabajo

Trece meses antes del nacimiento de Obama, la editorial J. B. Lippincott & Co. publicaba To kill a mockingbird (Matar un ruiseñor), novela que trataba el racismo y la Gran Depresión en el sur americano (aunque no la reforma sanitaria, eso no) y que ganaría el Pulitzer antes de convertirse en una película ya consagrada como una de las grandes casi medio siglo después.

Un actor llamado Robert Duvall encarnó entonces su primer papel en el cine, como Boo Radley, el huraño personaje de un pueblo del sur americano. Un huraño personaje del sur americano es también Frank Bush, al que encarna en Get low, de Aaron Schneider, presentada este martes en la sección oficial a concurso del festival de cine de San Sebastián.

"Cuando me llamaban Bush es como si a ti te llamasen Franco", ha dicho bromeando a la pregunta de una periodista en la rueda de prensa, aunque ha reconocido más tarde que es el único miembro del equipo que no votó a Obama.

El primer largometraje de Aaron Schneider (Oscar por el corto Two soldiers) es una comedia dramática en la mejor tradición de las películas amables ambientadas en el sur americano (Tomates verdes fritos, La historia del Spitfire Grill...).

Get low cuenta la historia de un hombre que lleva 40 años automarginado en su casa, en medio del bosque, que decide preparar una 'fiesta de funeral' antes de morir para confesar los pecados que le han tenido apartado de la sociedad.

Con una gran interpretación del propio Duvall y de Bill Murray, Schneider realiza una película entretenida, positiva y sin estridencias, en la que todos los personajes acaban encontrando su lugar en el puzzle de redención que el guión va encajando y en la que el público tiene la oportunidad de reír y llorar.

Fracaso de un Dreyer 'wannabe'

También en la sección oficial se ha proyectado Hadewijch, de Bruno Dumont (La humanidad, 29 palmas, Flanders), una cinta con pretensiones teológicas que finalmente deja perplejo, y no por su brillantez.

En su quinta película, el cineasta francés hace un planteamiento inicial del que se podían esperar reflexiones interesantes, aunque no conectasen con el gran público, a lo Bresson, a lo Bergman, a lo Dreyer, pero la cosa se quiebra repentinamente y la película se va definitivamente al traste.

La protagonista del filme es una aprendiz de Santa Teresita de Lisieux a la que echan del convento donde es novicia para acabar derivando en fanática cristiana al servicio de un grupo de islamistas (no hay erratas en la frase) sin que el espectador entienda muy bien cómo.