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Albéniz, la universalidad de la música española

  • Se cumple un siglo de la muerte del gran renovador de la música española del siglo XIX
  • Célebre por sus composiciones de piano, integró el folclore español con la tradición europea
  • La suite Iberia, terminada poco antes de morir, es una de las cumbres de la música española

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Cuando Isaac Albéniz falleció, hace ahora un siglo, en la localidad vascofrancesa de Cambo-les-Bains, adonde había acudido para tratarse la nefritis que finalmente le costó la vida, varios músicos solicitaron al Gobierno francés que le concedieran la Legión de Honor, la más elevada condecoración del país.

Entre ellos no sólo había españoles, como Enrique Granados, sino franceses de la talla de Claude Debussy, el gran compositor impresionista, o el pianista Gabriel Fauré. Francia concedió la condecoración pocos días después, lo que subraya la relevancia del músico español, consagrado como una de las principales figuras de la música universal en el transito del siglo XIX y XX, además del principal renovador de la música española de la época.

Pese a su prematura muerte -tan sólo tenía 49 años-, Albéniz legó un repertorio que incluye obras maestras como la ópera Pepita Jiménez, la suite Española I op. 47, con piezas celebérrimas como Asturias (Leyenda) o Sevilla (Sevillanas) y, sobre todo, la suite Iberia, una de las cumbres de la música española. Por no hablar de su labor como pionero, que abrió las puertas a una generación que incluía a músicos como Manuel de Falla o Joaquín Turina.

Niño prodigio

Como Mozart, Albéniz fue un niño prodigio: a los cuatro años actuó por primera vez en el teatro Romea de Barcelona. Sólo su edad impidió que entrara en 1967 en el conservatorio de París;  en Madrid no pusieron tantas trabas y, con sólo siete años, ingresó en el centro, donde permanecería dos años.

En 1872, con apenas 12 años, inicia una gira que le lleva hasta Sudamérica, con gran éxito, Empezaba así una época de viajes de formación que le llevarían desde Bruselas a Leipzig. Con 20 años, formaba parte del grupo de alumnos de Franz Liszt, que se movía con el maestro por toda Europa.

En esta época inicia además su labor como compositor, introduciendo sus propias obras en sus recitales. Sin embargo, sería clave su encuentro en 1883 con Felipe Pedrell, músico barcelonés que aportó a Albéniz una importante formación sobre el folclore español.

Después, se establecería primero en Londres y finalmente en París, donde se incorporaría a la potente comunidad musical francesa y se concentraría por completo en la composición, ofreciendo lo mejor de su producción.

El "doctorado" de los pianistas

Tradicionalmente, se suele dividir la obra del músico leridano en tres grupos. Por un lado estarían la música de salón, que incluye desde valses a todo tipo de canciones -en diversos idiomas-, como Il en est de l'amour o Art thou gone for ever, Elaine.

Un segundo grupo sería su obra dramática, especialmente las composiciones sobre los libretos del financiero inglés Francis Burdett Money-Cutts, que fue su mecenas durante su estancia en Londres.  Albéniz compuso tres óperas, dejando inacabada una trilogía sobre el Rey Arturo, aunque la más conocida fue Pepita Jiménez, estrenada en 1896 en el Liceo.

Pero su obra más relevante se encuentra en sus últimos años, una época que suele denominarse de madurez y en la que el fenomenal pianista compondría sus mejores obras, en las que combina la tradición española con su formación europea, incluido el impresionismo que luego perfeccionaría Debussy.

Siendo magistrales la suite Española I y la suite Española II, la cima de su obra se encuentra en la suite Iberia: de nuevo, se trata de varias piezas que, en principio, representan regiones y músicas de España, aunque Albéniz les insufló una modernidad aún vigente hoy día. De hecho, la interpretación de Iberia sigue siendo el doctorado para los pianistas españoles y el mismo Arthur Rubinstein aseguraba que a veces debía saltarse algunas notas.

Conmemoraciones

Todo este repertorio es el que durante este año están recordando diversas instituciones, desde la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales hasta la Fundación Isaac Albéniz de Madrid, con un programa que incluye ciclos de conciertos, publicaciones, nuevos discos y la digitalización de partituras.

En este sentido, cabe resaltar una edición crítica de Iberia, impulsada por la Fundación Albéniz y que será colgada en Internet para que cualquier músico pueda acceder a ella gratuitamente. O la exposición Albéniz. Un modernista universal, organizada por el Museu de la Música de Barcelona y que podrá verse también en Madrid y Málaga.

Pero, pese a que el Teatro Real no ha programado ninguna de sus óperas, habrá sobre todo música, como el ciclo de recitales Una Iberia para Albéniz, incluido en el Festival Internacional de Música y Danza de Granada o los recitales de piano que ha organizado el propio Teatro Real. Una celebración excepcional para un músico y pianista excepcional.