Enlaces accesibilidad

La gestión de la crisis pasa factura a Obama

  • Se dispara el porcentaje de desaprobación del Presidente
  • Obama pierde 23 puntos en el índice Rasmusen desde que tomó posesión
  • Las primas de AIG son el último varapalo
  • El escándalo torpedea nuevos rescates financieros

Por

Las encuestas coinciden en un punto: hay un lento declive en los que respaldan a Obama y un fuerte repunte entre los que cuestionan su labor en la Casa Blanca. Son dos variables diferentes y nada las ilustra mejor que el "índice de aprobación del Presidente" que elabora la empresa demoscópica Rasmussen. Este índice es la diferencia entre los que apoyan fuertemente a Obama y los que critican de plano su gestión. El valor se ha desplomado 23 puntos desde que Obama tomó posesión.

Todavía hay cinco puntos a favor de Obama y es cierto que se trata de los incondicionales de ambos bandos. Pero en términos más amplios, la tendencia de fondo es la misma en todos los sondeos. La media que realiza Pollster es inequívoca: la diferencia entre el respaldo y la desaprobación se ha ido estrechando desde el 21 de enero. Y la pendiente de los críticos es más pronunciada.

De momento, Obama cuenta con un respaldo considerable, cercano al 60% de sus ciudadanos. Pero también ha recibido un aviso. Y quizás eso explique porqué se ha atragantado de rabia con las primas de los ejecutivos de AIG. Es un buen ejemplo de las dificultades a las que se enfrenta el Presidente. Sobre todo, porque todavía hay 230 millones de dólares en primas pendientes de pago.

Las primas de AIG sugieren negligencia

Obama tiene al menos tres problemas con las primas que han cobrado y van a cobrar los ejecutivos de la aseguradora AIG. El primero atañe a "valores fundamentales", como dijo el Presidente. Tiene que explicar a sus ciudadanos cómo es posible que el dinero de los contribuyentes se destine a premiar a los responsables del desaguisado.

AIG ya ha hecho millonarios a 73 ejecutivos. Aún no se conocen los nombres y apellidos. Pero cobraron el sobresueldo el pasado viernes. Once días después de que el Gobierno aprobara el último paquete de rescate a la compañía: 30.000 millones de dólares. Puede que los contratos que estipulan esos sobresueldos sean legales, pero la pregunta que se hacen los norteamericanos es cómo no se condicionó la ayuda pública a la anulación de esos contratos el dos de marzo.

Es la administración de Obama la responsable de esa gestión. El desahogo del Presidente pidiendo a su secretario del Tesoro, Tim Geithner, que buscara las vías legales para bloquear las primas se queda desfasado. Ahora está en manos del Congreso, vía impuestos especiales, y del fiscal general de Nueva York, Andrew Cuomo, vía escarnio público, solucionar lo que no hizo en su momento el Gobierno. De ahí que la cabeza de Geithner esté en juego.

Las primas de AIG cuestionan el plan de rescate y torpedean futuras dotaciones

El segundo problema que afronta Obama es que esas primas minan la credibilidad del rescate financiero. Son billones, con B, de dólares para estabilizar el sistema y reactivar el crédito. El primer paso ineludible, como dijo el presidente de la Reserva Federal, para salir de la recesión. Todo este dinero no es precisamente popular. La encuesta que elabora el prestigioso instituto Pew Research muestra que crecen las filas de los que rechazan los rescates financieros. El 48% están sencillamente indignados y un 87% molestos como mínimo. Y los sobresueldos de AIG no sirven para mejorar la percepción del contribuyente.

Pero lo peor del trípode es que la administración Obama ya ha dejado entrever que necesitará más dinero para sanear el sistema financiero. Quizás otros 750.000 millones de dólares. La rabia que ha desatado el escándalo de las primas pone el visto bueno del Congreso muy caro. El rechazo se extiende por igual a Republicanos y Demócratas. Y el apoyo de ambos es indispensable.