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La lucha de España por una 'silla' en Washington

  • Zapatero ha lanzado una ofensiva diplomática para estar presente en la cumbre
  • Finalmente España podrá estar en la 'silla' que Francia le cede
  • Quedó excluida por EE.UU que enmarcó la cita en una reunión del G-20
  • Sarkozy, Brown y Durao Barroso han sido algunos que han apoyado su presencia
  • En la cumbre Iberoamericana Zapatero también arrancó un importante respaldo 

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La insistencia ha sido el arma principal que ha utilizado el Gobierno de España para estar presente en la cumbre mundial del 15 de noviembre en Washinton cuyo fin último es refundar las bases del capitalismo moderno

La ofensiva diplomática mundial lanzada por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, al final ha dado sus frutos y nuestro país podrá ocupar una de las dos sillas que Francia tiene reservadas en un encuentro mundial de vital importancia, una por ser el país que ostenta la presidencia de turno de la UE y otra por pertenecer al G-8.

Fue la Unión Europea la que propuso al presidente de EE.UU, George Bush, la celebración de una cumbre internacional que afrontase la crisis financiera y económica que ha arrasado al mundo entero, con el objetivo de que todos los países pactasen una respuesta común ante la magnitud que ha alcanzado este 'crack mundial' comparado con el de 1929.

"Esta cumbre Europa la quiere, Europa la pide y Europa la tendrá", dijo el presidente de turno de la UE, Nicolas Sarkozy, que acordó con Bush celebrar esa cita para rescatar al mundo de la deriva financiera.

En principio la cumbre se planteó como una reunión del G-8 y las principales economías emergentes del mundo (México, Brasil, India, China y Sudáfrica) reunidas en el denominado G-5. En ese momento España estaba fuera de los elegidos a pesar de que el propio Sarkozy reconocía el "importante papel que España estaba jugando en la aportación de soluciones a la crisis".

Las razones de España para estar en la cumbre

España no aceptó esa negativa y puso en marcha la maquinaria diplomática al más alto nivel. La presencia española en la cumbre se convirtió en unos de los objetivos claves para el Gobierno. Los argumentos expuestos para justificar su participación han sido básicamente dos: España es la octava potencia económica del mundo y su sistema financiero "fuerte y sólido" ha hecho que ninguna entidad financiera quiebre, tal y como ha pasado en multitud de países. El modelo de regulación en España también ha sido otro de los logros que el Gobierno ha querido explotar para estar ir a Washington.

Estas fueron las "razones objetivas" que Zapatero planteó a Sarkozy en una conversación telefónica de la que el jefe del Ejecutivo arrancó el primer apoyo. El presidente francés se mostró a favor de la presencia española.

El segundo no vino de la mano de Bush que amplío la reunión a los países del G-20, formado por las principales potencias mundiales y las economías en desarrollo, entre los que no se encuentra España. La convocatoria ya era oficial: el 15 de noviembre en Washington. Desde la Casa Blanca quisieron dejar claro que no había premeditación ni intención de excluir a España en la decisión de dejar fuera al país. El Ejecutivo de Zapatero tampoco ha creído que haya sido una venganza del presidente Bush por la retirada de tropas españolas de Irak.

El PP, que ha apoyado la presencia de España en la cumbre, sí cree que la política exterior del presidente no ha sido la adecuada. Recientemente, el presidente popular, Mariano Rajoy, manifestó que "quien siembra vientos, recoge tempestades", al ser preguntado en TVE por la ausencia de España en la cumbre. Además, para el PP no es una buena idea que en el año de bicentenario de la ocupación francesa ocupemos una silla francesa en la cumbre.

Gestiones diplomáticas al más alto nivel

Ante ese segundo rechazo, los contactos españoles se dirigieron directamente a la Casa Blanca y a los equipos de los candidatos a la presidencia de los EE.UU, el republicano Jonh McCain y el demócrata Barack Obama, convertido ya en presidente electo.

Algunos medios plantearon incluso la posibilidad de que el ex presidente del Gobierno, José María Aznar, estuviese utilizando sus buenas relaciones con EE.UU para mediar pero este extremo se negó en el PP. La Fundación FAES, que él preside, también negó, en declaraciones a RTVE.es la participación de Aznar en las negociaciones.

El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y el primer ministro británico, Gordon Brown, han sido otros de los que han mostrado un claro apoyo a presencia española. También desde el otro lado del Atlántico llegó un claro respaldo de los países latinoamericanos que en la Cumbre Iberoamericana manifestaron su aceptación de que España ocupase un papel importante en esa cumbre anticrisis. El Banco Central Europeo también se ha mostrado favorable.

También desde la Familia Real, Don Juan Carlos y el Príncipe han manifestado que España está en condiciones de aportar medidas y soluciones para paliar los efectos de la crisis dada la solvencia de su sistema financiero. El Rey se ha mostrado seguro de que España estará en la cumbre.

En las últimas semanas el Gobierno, en todas y cada una de las declaraciones de sus miembros, se ha mostrado convencido de que Zapatero podrá aportar en primera persona sus soluciones a la crisis. Desde el Ejecutivo se han mostrado muy cautos a la hora de valorar la posibilidad de que Francia cediese a España una de las dos sillas que tiene en la cumbre, una como país que ostenta la presencia de turno de la UE y otra como miembro del G-8.

Zapatero ha llegado a bromear con esta idea asegurando que"no le cabe en la cabeza estar de pie, en alguna silla me tendré que sentar". Finalmente estará sentado en esa silla francesa.