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Merkel se queja de que Sarkozy la toca demasiado

  • El diario suizo Le Matin Dimanche asegura que Merkel se ha quejado al Elíseo 
  • La queja se ha tramitado, según el periódico, a través de la embajada en París
  • Y es que Sarkozy tiene la costumbre de darle dos besos cada vez que se ven
  • A Merkel -protestante y criada en la RDA- esa manera de saludarse la incomoda 

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Bajo el titular "Cuando Angela dice a Nicolas: Abajo esas manos", el diario suizo Le Matin Dimanche informa de las dificultades que tiene la canciller alemana, Angela Merkel, para acostumbrarse a las muestras de afecto del presidente francés, Nicolas Sarkozy. El periódico helvético asegura que la mandataria incluso se ha quejado de manera formal a través de la embajada alemana en París. 

A Merkel la violenta el que Sarkozy le dé un beso cada vez que se encuentran y se despiden. Y es que es evidente que nada tienen que ver las maneras de saludarse que tienen franceses y germanos. 

Asegura la publicación que la canciller detesta que Sarkozy la toque en las diferentes variantes en que lo suele hacer el dirigente francés: la palma de la mano sobre el hombre, golpecitos amigales en la espalda, el brazo al rededor del cuellos, la mano que le agarra del antebrazo,... 

Sarkozy, sin embargo, -continúa el diario suizo- no tiene ningún problema con tocar a sus interlocutores a la vez que discuten de la política y la economía europeas, algo que a Merkel le parece una falta de delicadeza y una falta de saber estar. 

La queja ante la embajada

La Matin Dimanche asegura que Merkel se ha quejado ante la embajada de Alemania en París de lo incómoda que le hace sentirse Sarkozy y ha pedido que hagan llegar el mensaje al Palacio del Elíseo, sede de la presidencia de la República Francesa. 

Y es que tocarse a la vez que se habla de trabajo no forma parte de la cultura alemana, según explica para Le Matin la periodista alemana Dorothe Hahn. A eso hay que sumar que Merkel es protestante y que ha crecido en la ex República Democrática Alemana, con el rigor en las formas que todo ello infunde. 

Del otro lado, está la cultura francesa de la que Nicolas Sarkozy hace gala y que incluye -más allá del simple apretón de manos-, un par de besos -tres en algunas zonas del país-, cuando se saluda al mismo Rodríguez Zapatero o al premier Gordon Brown.