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Sarkozy inicia su mandato en la UE con el Tratado de Lisboa en punto muerto

  • El presidente francés ha reafirmado su voluntad de encontrar una solución
  • El primer revés, la incertidumbre de las ratificaciones en Polonia y Chequia
  • Su objetivo será "desburocratizar" Europa y abrir un profundo debate

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Nicolas Sarkozy Presidente de turno de la UE

El presidente francés, Nicolás Sarkozy, ha reafirmado su voluntad de encontrar una solución al bloqueo del Tratado de Lisboa en los seis meses que este martes comienza al frente de la Unión Europea. No sólo tiene que superar el revés que supuso el 'no' del referéndum irlandés sino la incertidumbre de las ratificaciones en la República Checa y Polonia que han paralizado las reformas institucionales.

No obstante, Sarkozy ha asegurado que no duda "ni por un momento" de que su colega polaco, Lech Kaczynski, "cumplirá su compromiso" y ratificará el Tratado de Lisboa. "No imagino que el presidente que firmó el documento en Bruselas y en Lisboa pueda poner en entredicho su propia firma", dijo Sarkozy.

En este sentido, la Comisión Europea ha recordado a Polonia que, igual que el resto de Estados miembros de la UE, firmó el Tratado de Lisboa y se comprometió a ratificarlo. El presidente de ese país, Lech Kaczynski, ha asegurado que el Tratado de Lisboa ya "no tiene sentido" después del 'no' irlandés. El Parlamento polaco ratificó el pasado 1 de abril el texto, pero todavía debe ser rubricado por el presidente.

Kaczynski tuvo un papel relevante en la negociación del texto. Logró, entre otras concesiones, conservar su capacidad de bloqueo de las decisiones comunitarias aunque no cuente con el apoyo de una mayoría de Estados miembros.

Sarkozy, presidente temporal de Europa

Investido de la presidencia temporal de la Unión Europea, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, está decidido a aprovechar el mandato que hoy comienza para 'desburocratizar' Europa e impulsar un profundo debate político sobre su futuro y su razón de ser.

Francia, siempre sospechosa -como toda gran potencia- de privilegiar sus intereses nacionales sobre los colectivos, ha asumido las riendas de la Unión haciendo esta vez votos sinceros de "humildad" y "modestia".

Pero ser humilde no significa carecer de ambición, y Sarkozy en persona lo ha dejado bien claro al reclamar que la Unión abandone su autismo, huya del pensamiento único y acepte sin escándalo debatirlo todo, ya sean las negociaciones comerciales de la OMC, la estrategia anti-inflacionista del Banco Central Europeo o la eficacia de sus instituciones.

"Europa muere de no debatir", ha dicho. Algunos de esos debates, especialmente el que se refiere a la idoneidad de la política monetaria del Banco Central Europeo, constituía hasta hace nada anatema para quien se atreviera a abrirlo.

La impresión del Elíseo, no obstante, es que las recientes declaraciones del presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, solicitando "prudencia" al presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, y la inquietud expresada incluso por el ministro alemán de Finanzas prueban que este debate avanza por muy delicado que sea.

Francia no cuestiona que el BCE tenga como primera tarea el control de la inflación en Europa, pero afirma que la subida de la inflación que sufren las economías europeas nada tiene que ver con la de hace veinte o treinta años, que podía combatirse eficazmente aumentando los tipos de interés.

Contra el ingreso de Turquía

Durante el semestre francés, por ejemplo, se abrirán nuevos capítulos en las negociaciones para la adhesión de Turquía a la UE, pero Sarkozy no ha cambiado un ápice en su oposición frontal al ingreso de Turquía.

Otros procesos de adhesión ya abiertos, como el de Croacia, seguirán avanzando, pero también en ese caso el presidente francés ha advertido de que antes de que culmine los Veintisiete tendrán que haber resuelto el embrollo de Lisboa. Francia, que rechazó en 2005 en referéndum la Constitución europea y a nadie se le pasó entonces por la cabeza repetir la consulta, no puede dar lecciones a Irlanda en esta materia.

Pero sí va a recordar a los irlandeses que fueron ellos solos, en 2002, quienes recurrieron, sin que nadie se lo exigiera, a un segundo referéndum para desbloquear el Tratado de Niza. Sarkozy se subleva cuando se le pregunta si la Europa "protectora" que propone no será en realidad una Europa "proteccionista".

Pero de la misma manera que amar a la nación no significa necesariamente ser nacionalista, pedir que la Unión proteja a los europeos no significa aislarlos del mundo ni rechazar la globalización. "Si Europa no nació para protegernos y para ser más fuertes, ¿para qué nació?", se pregunta Sarkozy.