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La doble vida de 'El Solitario'

  • En los bajos de su chalé tenía un auténtico taller armamentístico donde modificaba armas
  • La policía halló 28 cuadernos con anotaciones de sus atracos y las rutas para huir
  • Se forraba las manos con esparadrapo y blindaba el asiento del coche para no ser disparado
  • Tiene 52 años y dos hijos y se ha casado en dos ocasiones con ciudadanas extranjeras

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Hasta hace menos de un año sólo sabíamos de él que actuaba solo, armado con pistola o revolver, disfrazado con peluca oscura y barba postiza. Por este 'modus operandi' era apodado El Solitario. Tras su detención hemos ido conociendo su minuciosidad en la preparación de los golpes, su carácter ególatra y paranoico, hasta sus pretensiones de Robin Hood contemporáneo - "Yo no considero asaltar un banco un delito, sino un acto de expropiación", afirma Jaime Giménez Arbe-.

Todo ello oculto tras una doble vida cuya apariencia ante la sociedad y sus vecinos era, en los últimos meses antes de ser detenido, la de instalador de aire acondicionado -incluso se llegó a inscribir en el INEM como demandante de empleo como instalador de frío-.

En los bajos de su chalé en Las Rozas (Madrid), Jiménez Arbe tenía montado un auténtico taller armero en el que modificaba pistolas, revólveres y metralletas -para impedir la identificación en las pruebas de balística- gracias a la amplia biblioteca sobre armas que poseía, además de vídeos de técnicas de combate. En este taller y en una nave industrial que poseía en Pinto, a una veintena de kilómetros de Madrid, se le intervinieron armas y abundante documentación con anotaciones de los atracos que iba llevando a cabo.

La policía halló 28 cuadernos con anotaciones de coordenadas, planos y mapas. Un cuaderno de bitácora de sus atracos. En él a veces hacía anotaciones en inglés o italiano -idiomas que habla perfectamente- referidas a los golpes, como "bien hecho", "perfecto, hasta la vista" o "buena suerte".

Astuto y minucioso

También en este taller preparó el 'blindaje' de los vehículos que empleaba para sus robos, entre otros un Suzuki Vitara y una Renault Kangoo -la última que empleó y que dio la pista para su localización tras ver un pastor cómo se alejaba en ella tras ponerse la peluca y la perilla el día del atraco a una caja de ahorros de Toro (Zamora), el 18 de mayo de 2007-. Jiménez Arbe instalaba planchas de acero en el respaldo y el cabezal del vehículo por si tenía que enfrentarse a tiros con la policía.

Además de asegurarse de no ser reconocido con la peluca y la perilla -hemos visto docenas de imágenes suyas captadas por las cámaras de seguridad de los bancos-, El Solitario también se preparaba concienzudamente para no dejar huellas. Se forraba las palmas de las manos con esparadrapo.

Para facilitar su fuga tras los atracos, dejaba las llaves del vehículo puestas en el contacto y disimuladas con una cinta aislante oscura -no fuera a ser que robaran al ladrón-. Tampoco paraba a repostar en las gasolineras, sino que llevaba un bidón suplementario con combustible.

Doble vida

Sus primeros escarceos fueron con el tráfico de drogas en España y Suecia -país donde tiene prohibida la entrada por esta causa-. Y en el año 1972 tuvo problemas con la Justicia por asaltar con navajas a viandantes. Entonces no actuaba solo. El que fuera batería del grupo musical Burning, José Antonio Martín Gadorqui, también tuvo problemas judiciales por esto.

Sus relaciones sentimentales conocidas han sido siempre con ciudadanas extranjeras, dados sus frecuentes viajes. Se casó siendo muy joven con una finlandesa, aunque el matrimonio no duró mucho.

Luego se casó con una ciudadana británica, Anne, con la que en 1998 se asentó en el chalé en el que luego montaría su particular 'oficina' de trabajo. Con ella tuvo dos hijos, que viven con su madre en otra urbanización desde que se divorciaran en 2005. Para entonces ya había iniciado su dilatada carrera como atracador de bancos: su primer golpe se cree que se produjo el 18 de enero de 1993 en Ademuz (Valencia) y en el que se sospecha que actúo acompañado de su hermano. 

Su última relación fue con una brasileña, Iris Roberta M., residente en Brasil, lugar al que se pensaba retirar tras perpetrar su último atraco, el de Portugal. Los pinchazos telefónicos descubrieron una conversación en la que Jiménez Arbe le preguntaba a su novia "¿Cómo se dice en portugués 'buenos días, quiero hablar con el director'?". Era la clave que le sirvió a la policía para averiguar que planeaba un atraco en Portugal.

El último atraco que no llegó a perpetrar porque fue capturado.

De ello, de su detención, Jiménez Arbe dice lo siguiente en las cartas dirigidas a un periodista de El Mundo y reflejadas en un reportaje: "En el fondo hasta casi me alegro de que esto haya llegado a su fin, puesto que ser doctor Jeckill y Mr Hyde es muy duro de sobrellevar. Demasiadas avispas en el avispero. No quiero verme reflejado como un Harry El Sucio de vía estrecha, sino como una persona con motivaciones, aciertos y errores como todo el mundo, pero sí, con un gran corazón, que es lo que me ha movido siempre... La vida que llevaba no merece la pena".

Son las palabras de un personaje que se define como un "insurgente contra el capitalismo" y sobre el que pesan tres acusaciones de asesinato, además de 36 atracos.