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Las tropas chinas se despliegan en el Tíbet tras varios días de disturbios

  • Concluye a medianoche el ultimátum del Gobierno para que se entreguen los rebeldes
  • El gobierno tibetano en el exilio habla de cientos de muertos, aunque China reconoce sólo 13
  • El Ejército chino se despliega en varias provincias para evitar nuevas protestas

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La policia de Nepal carga contra los manifestantes tibetanos

En la medianoche del lunes expira el plazo puesto por el Gobierno chino para que los participantes en las protestas de los últimos días en la capital de la región china del Tíbet, Lhasa, se entreguen a las autoridades y eviten así un castigo mayor.

Entretanto, las calles de la capital viven una tensa calma bajo una fuerte vigilancia de las fuerzas de seguridad chinas después de tres días de violentos disturbios, los más graves registrados en el Tíbet desde hace dos décadas.

Y todo sucede en la penumbra informativa, ya que los periodistas siguen sin poder acceder a la región y los turistas son invitados por las autoridades a abandonar la ciudad.

Las tropas chinas, además, se están desplegando por las provincias de Gansu y Sichuan, integrantes del denominado Gran Tíbet, para evitar que se reproduzcan los incidentes en otras ciudades de la región autónoma.

Las protestas, inicialmente pacíficas, de monjes y civiles tibetanos contra la ocupación de China, iniciadas el lunes 10 con motivo del 49º aniversario del exilio del líder espiritual tibetano, el Dalai Lama, dieron paso el viernes a incidentes violentos, incluyendo la quema y el saqueo de coches y tiendas de residentes chinos a manos de los manifestantes tibetanos.

Desde India, el gobierno tibetano en el exilio habla en un comunicado de "centenares de muertos" en los enfrentamientos entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad, aunque fuentes próximas al Dalai Lama han calculado el pasado fin de semana en 80 los fallecidos.

El Gobierno de la región autónoma solo reconoce oficialmente 13 muertes de "civiles inocentes", así como decenas de heridos entre las fuerzas de seguridad desplegadas en Lhasa.

China defiende su actuación

La respuesta de China, que pretende evitar que el conflicto empeore y afecte la celebración de los Juegos Olímpicos de Pekín el próximo agosto, ha recibido las críticas de la comunidad internacional, que ha pedido contención al Gobierno de la República Popular.

El mismo secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ha expresado su "creciente preocupación" por los informes de violencia y víctimas que llegan desde el Tíbet, y ha pedido "a todos los implicados" que eviten nuevas confrontaciones.

Las autoridades chinas, sin embargo, aseguran haber controlado las protestas con moderación. "Puedo decir, asumiendo toda la responsabilidad, que no hemos usado armas mortales, incluyendo las de fuego", ha resaltado el gobernador de la Región Autónoma del Tíbet, Qiangba Puncog, afirmando que el Ejército ha recurrido a gases lacrimógenos y cañones de agua para enfrentarse a los manifestantes.

Qiangba Puncog ha vuelto a insistir en que los disturbios han sido planeados y organizados por "fuerzas internas y externas", acusando de nuevo directamente al líder espiritual tibetano, el Dalai Lama. Este, por su parte, ha pedido una investigación internacional sobre los disturbios y sobre el genocidio cultural que, a su juicio, lleva a cabo China en el Tíbet.

Manifestaciones ante los consulados

Las protestas no se limitan a la capital tibetana, sino que se han extendido al resto de la región, donde este lunes se siguen registrando incidentes y donde el Ejército chino se despliega para evitar nuevas manifestaciones. Al mismo tiempo, se extienden las concentraciones pacíficas de protesta por todo el mundo frente a las embajadas chinas, como la convocada en Barcelona por la Casa del Tíbet de la ciudad condal.

Incluso, varias docenas de estudiantes de origen tibetano han celebrado una vigilia de oración con velas en Pekín, en la Universidad Central de las Nacionalidades, en memoria de los fallecidos, en lo que es una excepcional muestra de disensión consentida en la capital anfitriona de los Juegos Olímpicos, donde las autoridades del Partido Comunista se aplican para evitar este tipo de manifestaciones públicas.

En la localidad de Machu, en la provincia china de Gansu, entre 300 y 400 personas han marchado portando retratos del Dalai Lama hacia las sedes gubernamentales, rompiendo puertas y ventanas a su paso e incendiando las tiendas de los residentes chinos, según Campaña por un Tibet Libre.

La organización, con sede en Londres, ha señalado también que un centenar de estudiantes universitarios tibetanos han organizado una sentada en Lanzhou, la capital de Gansu.