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Riccò se exhibe en los Pirineos a lo Pantani

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Riccò protagonizó una poderosa escapada hasta la meta de la primera etapa pirenaica.
Riccò protagonizó una poderosa escapada hasta la meta de la primera etapa pirenaica.

El italiano Riccardo Riccò (Saunier Duval) se proclamó vencedor de la novena etapa del Tour de Francia, la primera de los Pirineos, disputada en un recorrido de 224 kilómetros entre Toulouse y Bagnères de Bigorre. Con una fenomenal escapada rememorando el estilo de su idolatrado Marco Pantani, Riccò llegó en solitario a la meta, aventajando en 1:17 minutos al pelotón de los favoritos.

La clasificación general no sufre cambios sustanciales en las primeras plazas, con Kim Kirchen (Columbia) manteniendo el maillot amarillo a la espera de la gran etapa del lunes. El australiano Cadel Evans le sigue a 6 segundos y tercero es el estadounidense Christian Vandevelde a 44. El ruso Denis Menchov mantuvo la quinta plaza a 1:03 y Alejandro Valverde la sexta a 1:12. 

El ciclista de Sassuolo, que marcó un tiempo final de 5.39.28, se mostró intratable en la primera cita pirenaica y aventajó en 1:03 minutos al ruso Vladimir Efimkin y en 1:15 al francés Ciryl Dessel, ambos del AG2R , rompió el Tour y lanzó un fortísimo ataque a 29 kilómetros del final de la etapa, cogiendo una diferencia que sería insalvable para el resto del pelotón.

Entre los españoles destacó la gran actuación del ciclista de  Etxabarri Amets Txurruka (Euskaltel-Euskadi), que tiró de su equipo y del pelotón durante más de cien kilómetros, mientras que el murciano Alejandro Valverde entró con el pelotón y finalizó séptimo.

El precioso y desmesurado ataque de Riccò ha evidenciado la falta de un liderazgo claro en el pelotón, puesto que aunque el Caisse d'Epargne se ha mostrado como un bloque sólido, Alejandro Valverde ha tenido problemas para responder a los ataques en el puerto de Aspin, de primera categoría, último de la jornada, estando en su lugar su compañero Óscar Pereiro al frente del pelotón de los favoritos.

Por su parte, el australiano Cadel Evans también ha pasado por apuros, debido a una caída que sufrió en la subida al Peyresourde. Tras recibir tratamiento médico, pudo reincorporarse a la carrera con cortes superficiales y rasguños en el codo izquierdo, pero su rendimiento se vio mermado.

El lunes se disputa la etapa reina pirenaica, la décima del Tour entre Pau y Hautacam, de 154 kms, con final en el alto que conquistó Javier Otxoa en 2000. Antes de afrontar los 14,2 kilómetros hasta la cima de dicho puerto, el mítico Tourmalet servirá de aperitivo, con su interminable ascenso de 17,7 kms al 7,5 por ciento.

De Marco a Riccardo, pedaladas de genio italiano

"La cobra" se disfrazó de su gran ídolo, su compatriota Marco Pantani, y reventó la etapa en el ascenso del Aspin con un arranque sin parangón desde los tiempos del "Pirata" o de Lance Armstrong, una explosión que mantuvo en el descenso hasta Bagnères de Bigorre, donde se presentó a lo campeón, espectacular, con un tiempo de 5h.39.28, con la firma puesta en su segunda etapa de la presente edición, después de que conquistara la meta de Super Besse por delante de Valverde.

A sus 24 años, se confirmó como uno de los corredores del futuro y metió miedo a sus rivales, que no pudieron aguantar el chaparrón de poderío del ciclista de Formigine (Módena). "Subiendo es espectacular y puede mantener la forma", decía en meta Eusebio Unzue, director del Caisse D'Epargne. 

La primera cita pirenaica sirvió para recuperar el espectáculo con las habilidades de Riccó en la escalada, lo que intimidó a los favoritos, que no se pusieron de acuerdo para reducir la fuga del italiano. Salvaron el día sin desastre alguno, pero en el Hautacam se teme otra demostración del ciclista que acabó segundo en el pasado Giro.

El primer puerto ilustre, el Peyresourde, tuvo como principal novedad la caída de Cadel Evans justo al comienzo de la cuesta. Susto tremendo para el favorito número uno, quien perdió la edición de 2007 en este escenario, según comentó. Heridas de "chapa y pintura" que le obligaron a visitar al médico, pero pudo seguir el plácido ascenso al ritmo que marcaba el Euskaltel, con todos los gallos bien atentos en las primeras posiciones.

En la subida a Aspin, Riccò tanteó al personal a seis kilómetros de la cima y frenó, luego le imitaron Pereiro y el suizo Kreuziger. Fuegos de artificio en el grupo de la jerarquía. Dos kilómetros más tarde de nuevo el italiano del Saunier entró en escena y comenzó la función.

Riccó desempolvó entonces el espíritu de Marco Pantani, su gran ídolo. Un ataque fulminante, innegociable, que dejó plantados a todos los favoritos, y se marchó en busca de la cima, disparado, intratable. Un baile armonioso encima de la bicicleta, como una cobra encantada al toque de la música, una levitación que le permitió adelantar a todos los grupos intermedios y rebasar a Lang, que aguantaba solo en cabeza.

El italiano pasó al alemán como un tiro y culminó solo, con el grupo del maillot amarillo Kim Kirchen, Valverde, Menchov, Evans, Sastre y compañía a 1:17. La maniobra obligó a trabajar a destajo al Caisse D'Epargne, con Luis León Sánchez en su mejor faceta de rodador, en el descenso de 26 kilómetros hasta la meta de Bagnères de Bigorre.

La joya del ciclismo italiano, que sueña con ganar en Alpe D'Huez, terminó la lección y se llevó la matricula de honor. Un corredor convencido de que es el mejor, de carácter retador, un líder fuera de la carretera. "Riccó es Riccó y le quieres o le odias", dice su director, Josean Fernández Matxín. Pantani tuvo un homenaje, su recuerdo se presentó en el Tour, algunos años después.