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El dopaje acosa de nuevo al Tour

  • Moisés Dueñas, del Barloworld, segundo caso de dopaje en cinco días
  • Manuel Beltrán es excluido de la carrera y del Liquigas debido a un positivo por EPO
  • Diez años después del caso Festina, las sustancias prohibidas manchan de nuevo el Tour
  • Virenque, Pantani, Ullrich, Landis, Rasmussen, Mayo, Heras... de héroes a villanos

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Agentes de la policía esperan delante de la puerta del hotel donde se aloja el equipo Liquigas, después de que se conociera que el español Manuel Beltrán diera positivo por EPO en la primera etapa del Tour de Francia.
Agentes de la policía esperan delante de la puerta del hotel donde se aloja el equipo Liquigas, después de que se conociera que el español Manuel Beltrán diera positivo por EPO en la primera etapa del Tour de Francia.

Sólo habían transcurrido siete etapas de la 95ª edición del Tour de Francia cuando la pesadilla del dopaje ha vuelto a estremecer la que antes era la carrera por etapas más prestigiosa del mundo, y a la que ahora le cuesta año a año cada vez más levantar cabeza de sus miserias.

Para colmo de males, con las secuelas de la Operación Puerto, ha sido otro ciclista español, Manuel Beltrán, conocido como "Triki" en sus mejores tiempos, el que ha destapado la caja de los truenos al dar positivo por eritropoyetina (EPO) en un control realizado el 5 de julio, el primer día de la carrera. 

Y apenas cinco días después se descubre otro caso, también de un español en un equipo italiano, el salmantino Moisés Dueñas (Béjar, 1981), positivo también por EPO, en su caso encontrada en la orina del corredor tras la disputa de la cuarta etapa de la presente edición de la ronda francesa.

En un Tour que, a base de vampiros, registros, sanciones y códigos éticos tan simbólicos como irrelevantes, sufre año a año los impactos y la pérdida de esplendor de la carrera, es más hiriente todavía que explote un nuevo escándalo cuando los aficionados al ciclismo estaban vibrando con esta primera semana del Tour, radiante de espectáculo, con unos ciclistas que el mismo viernes que estallaba la noticia del primer positivo brindaron al público una etapa preciosa en la que otro español, Luis León Sánchez, ganaba con el arrojo de un corredor de clásicas.

Aun así, las noticias publicadas a lo largo del día no invitaban a la tranquilidad. El diario 'Le Monde' daba a conocer que una decena de ciclistas había dado resultados "bastante sorprendentes" en unos análisis sanguíneos realizados dos días antes del inicio del Tour, con indicadores "anormales" en hematocrito, hemoglobina y reticulocitos.

Y la mayor esperanza del ciclismo español en esta edición, Alejandro Valverde, apenas había recibido el indulto de la prensa francesa, capitaneada por el diario deportivo L'Equipe, especialmente incisiva contra el murciano por su posible y no demostrada vinculación en la trama de la Operación Puerto.

Ausencias y expulsiones en los últimos años

No es, sin embargo, la primera vez que el dopaje ensombrece la épica de este deporte. Fue el mismo caso que en el aciago Tour de 2006, el penúltimo en brindar escándalos, en el que Floyd Landis (Phonak) fue expulsado por dopaje con testosterona cuando estaba rubricando grandes etapas, con brillantes escapadas y actuaciones heroicas. Tardó más de un año en ser desposeído de su triunfo, que pasó al español Óscar Pereiro.

De los polvos de aquella edición llegó el lodazal de este año, cuando la organización de la carrera vetó la participación del Astana, el equipo de Vinokourov, por los casos de dopaje en los que estuvo implicado y, de paso, prohibió el concurso de Alberto Contador, vigente campeón de la carrera y reciente ganador del Giro de Italia, un ciclista individualmente fuera de toda sospecha, pero afectado, como sus compañeros Levi Leipheimer (tercero el año pasado) y Andreas Kloden (segundo en 2004 y 2006), por los daños colaterales de un Tour empeñado en cortar por lo sano.

Tampoco es la primera ocasión en la que, antes de que se empiece a dar una sola pedalada, el Tour amputa de su pelotón los miembros sospechosos de contaminación, como cuando, en cumplimiento del compromiso ético firmado por los equipos, el T-Mobile excluyó del Tour de 2006 a Jan Ullrich, ganador en 1997, y al español Óscar Sevilla, por su implicación en la trama de dopaje del doctor Eufemiano Fuentes.

Otros siete corredores no empezaron la ronda gala en esa edición, en la que, por el mismo motivo, fueron expulsados también el ganador del Giro de Italia de aquel año, Ivan Basso, el español Francisco Mancebo y el kazajo Alexander Vinokourov, dos veces pecador, puesto que  tuvo que abandonar la edición de 2007 cuando se conoció su positivo, después de que protagonizara algunas etapas gloriosas. Idéntico destino que el de Iban Mayo, el ciclista vasco del Saunier Duval, expulsado por un positivo por EPO.

Exactamente el mismo caso que el del danés Michael Rasmussen, que tuvo que abandonar la carrera cuando iba líder al descubrirse que había mentido sobre su paradero para eludir un control médico antidoping. Su retirada facilitó el triunfo del madrileño Alberto Contador, que ganó el segundo Tour consecutivo para otro ciclista español, en una victoria, como en el caso de Pereiro, limpia para él pero no para la carrera.

De Festina a la Operación Puerto, diez años de delitos deportivos

Casi nadie quería recordar que este año se cumple el décimo aniversario del primer gran caso de dopaje en el Tour de Francia, cuando en 1998 todo un equipo, el Festina, fue expulsado e investigado por la justicia, al sorprender a Willy Voet, masajista del conjunto francés -escuadra con ascendencia española y andorrana- con 400 dosis de anabolizantes y hormonas del crecimiento. Entre lágrimas, Francia asistía a la caída de su hijo predilecto, el escalador e indiscutible líder de la montaña, Richard Virenque.

Fue el fin de una era de un deporte considerado de esforzados y el comienzo de una lluvia fina de vergonzosos descubrimientos. Sólo un año después, el italiano Marco Pantani, vencedor de Giro y del Tour en 1998, fue descalificado en la ronda italiana por superar la tasa permitida de hematocrito, indicio probable del uso de EPO.

Tampoco la Vuelta a España se ha librado del escándalo. En 2005, el salmantino Roberto Heras da positivo por EPO en la penúltima etapa de la Vuelta, cuando marchaba camino de su cuarto jersey oro, motivo por el que fue suspendido por dos años y vio terminada su carrera.

Sin embargo, fue la Operación Puerto, por la que la Guardia Civil descubre una trama masiva de dopaje en el deporte la que mancha sin remisión el ciclismo internacional. En los registros se hallaron unas cien bolsas de sangre congelada y la misma cantidad de plasma sanguíneo, además de anabolizantes, esteroides, hormonas de crecimiento, EPO y otras sustancias prohibidas, además de la documentación que probaba las prácticas dopantes que se habían llevado a cabo y los beneficiados con éstas.

El sumario abierto con el descubrimiento de un laboratorio clandestino donde se realizaban pruebas de sangre y se manipulaba ésta involucró a un total de 58 ciclistas que tenían como elemento común haber pasado por las manos del médico Eufemiano Fuentes o bajo la dirección deportiva de Manolo Saiz (entonces en el Liberty Seguros).

En la oleada de descubrimientos y confesiones que sobrevino a los nombres que se fueron conociendo tras la Operacion Puerto y que llegó a afectar a equipos completos (Liberty Seguros-Würth, Comunidad Valenciana), Bjarne Riis, ganador del Tour en 1996, el danés que destronó a Miguel Indurain de los Campos Elíseos, confesó en mayo de 2007, al rebufo de las confesiones post-Operación Puerto, que había probado el dopaje desde 1993 y que corrió dopado el año en que ganó el Tour.

Y el peligro acecha a los Juegos Olímpicos

Es cierto que el dopaje es una lacra que salpica también a otros deportes, y no es en absoluto infrecuente en atletismo, natación, halterofilia, incluso el fútbol y el baloncesto. De hecho, en la Operación Puerto se llegó a insinuar la involucración de clubes como el Real Madrid, el FC Barcelona y el Betis. Sin embargo, es el ciclismo el que peor parado ha salido.

Ell dopaje es un virus que infecta también cada cuatro años a la mayor cita del deporte mundial, los Juegos Olímpicos. Ante los Juegos de Pekín del próximo mes, China se está empleando con especial rigor y dureza al dopaje, imponiendo controles sorpresa y severos castigos a los deportistas que adulteran sus condiciones físicas.

Tal es su compromiso, que ya ha realizado más de 5.000 pruebas en las que se han detectado ocho casos positivos de dopaje que han acarreado la suspensión de por vida a dos deportistas chinos, el espaldista Ouyang Peng y el luchador Luo Meng, así como sus entrenadores.