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Mary Santpere, 'La Reina del Paralelo', fue la pastilla de la risa de muchas generaciones

  • La gran actriz Mary Santpere (1913/1992) fue la reina del Paralelo barcelonés
  • Esta es la historia imprescindible del mundo del espectáculo de nuestro país

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Imprescindibles

El programa de documentales de La 2 presenta, cada viernes, a las 21.00 horas, un nuevo personaje IMPRESCINDIBLE de la cultura española

Mary pensaba que hacer reír es un arte efímero

con el que no se logra el tipo de fama que da derecho

a la biografía y al monumento.

Se equivocaba.

“Yoya” Pigrau Santpere

Dotada de un sentido de la teatralidad auténtico, de una gracia tan fresca como natural, de un gran desparpajo como diría ella misma, el mito y la historia es lo mismo cuando hablamos de Mary Santpere.

Mary Santpere prefería decir que era una "estrella anti-tópicos"

Vedette que se alejaba del canon de belleza, cantando con una voz digamos que “poco habitual”, mujer que se atrevía a hacer de cómica en tiempo hostiles para las mujeres cómicas, payasa dentro del cartel del Circo Price, locutora de radio, show-woman televisiva, impulsora de importantes campañas benéficas, diseñadora de ropa e, incluso, dependienta de una casa de sombreros en plena postguerra.

Mary Santpere siempre se resistió a la clasificación. Ella prefería decir que era una "estrella anti-tópicos".

Mary Santpere fue la pastilla de la risa de muchas generaciones

Una vida teatral

La vida de Mari fue teatral desde el minuto cero.

Su padre fue el polifacético Josep Santpere, genial actor bautizado en su día como "El Rey del Paralelo", gran figura del vodevil barcelonés en los años 20 y 30.

A punto estuvo de nacer en el escenario

Su madre, Rosita, la llevaba en su vientre durante las representaciones de la opereta "La casta Susana" y a poco estuvo, como explica la propia Mari, que su nacimiento fuese su primera salida a escena.

Con una familia así parece sencillo que Mari se hiciera su lugar en el mundo de la farándula, pero el camino fue mucho más largo de lo que parece.

El largo camino a la escena

De entrada, la pequeña Mari era una mujer y eso, para un padre que conocía de primera mano que los actores se las saben todas, era una clara desventaja.

Mari era una chica alta, desgarbada y, para colmo, sus padres le colocaron una ortodoncia

El padre consideraba incluso que algunas de sus interpretaciones subidas de tono podían ser perniciosas para sus hijos, por lo que no fue hasta después de mucho tiempo que no les permitió entrar a ver sus vodeviles. Por si fuera poco, Mari era una chica alta, desgarbada y, para colmo, sus padres le colocaron una ortodoncia (novedad dental de la época) para arreglar su dentadura.

La Mari adolescente recibía piropos que poco tenían de halagadores

Con semejante combinación de factores, la Mari adolescente recibía piropos que poco tenían de halagadores.

Un día, sin ir más lejos, un chico bastante guapo le dijo en pleno Paseo de Gracia barcelonés que “era tan fea que le habían puesto un bozal”. Terriblemente afectada, Mari se encontró con su padre y le preguntó sin rodeos porqué era tan fea.

Hombre, eres fea. Pero no es para tanto... Y además tienes personalidad

El señor Santpere la miró largamente. "Hombre, eres fea. Pero no es para tanto... Y además tienes personalidad". Aquello fue toda una revelación para la joven Mari y a partir de ese momento se dedicó con todo su empeño a ser la payasa de la clase, a practicar el ingenio y afilar su lengua ante todo aquél que la escuchaba y servía de improvisado público.

Mary Santpere - presentación

Su primer éxito... en el tranvia

Por aquella época, Mari viajaba cada día en el tranvía 29 y su personalidad cómica ya estaba entonces muy desarrollada. Tanto, que pronto consiguió un público asiduo.

Cada día que pasaba más gente cogía el tranvía sólo para escuchar sus ocurrencias

Cada día que pasaba más gente cogía el tranvía sólo para escuchar sus ocurrencias. Entre el público que se reunía, había un chico que, tras tratar de flirtear con ella en más de una ocasión, un día se sentó a su lado y se atrevió a confesarle: "Tú y yo nos casaremos algún día".

El aspirante a marido

Era Francisco, que diez insistentes años más tarde conseguiría convertirse en su marido. Mari, que tenía bastante claro que no era la mujer más guapa del mundo, desconfiaba. ¿Por qué querría Francisco casarse con ella? Tardó en entender que lo que le gustaba a aquel muchacho no era su físico sino su garbo natural.

Su hija no me deja y quisiera saber si usted..

La historia entre ellos dos fue una historia de amor atípica, como no podía ser de otra forma. Francisco, cansado de las calabazas de la desconfiada Mari, tuvo que pedirle la mano a sus padres... Tal como dijo él: "Su hija no me deja y quisiera saber si usted...".

El señor Santpere no pudo más que reír y Mari, al ver la insistencia del muchacho, empezó a entender que tal vez sí que Francisco iba en serio. ¡Y además era uno de los pocos que la superaban en altura! Pero Mari ya entonces era mucha Mari y le dijo claramente que no tenía ganas de casarse, que estaba la mar de bien en casa de sus padres... pero que si algún día quería casarse, sin duda él sería el elegido.

Pasaron los años y una guerra, y finalmente la persistencia se ganó el corazón de la artista.

Gracias a la Guerra Civil

Porque por aquellos años ya había comenzado a convertirse en una artista. En este caso, paradójicamente, gracias a la Guerra Civil.

La familia Santpere pasó de la noche al día de una economía sin preocupaciones a una preocupación sin economía

La familia Santpere pasó de la noche al día de una economía sin preocupaciones a una preocupación sin economía. Los comités revolucionarios de la CNT y de la FAI colectivizaron el teatro y expulsaron a los promotores.

Rebajaron el sueldo del padre de Mari a quince pesetas (con las que debía subsistir toda la familia), y el padre de familia se vio obligado a tirar de las niñas como coristas.

En uno de los bolos, un vodevil llamado "Mariano de la O" (¿adivináis a qué canción parodiaba?), la estrella principal huyó hacia Francia, y el señor Santpere, obligado por las circunstancias (y por el criterio de los gitanos del Somorrostro que hacían de coro), tuvo que probar a su hija, la desgarbada, la poco agraciada, la payasa de la familia… como estrella principal del espectáculo.

El éxito fue tan rotundo que el público explotó en mil aplausos.

El éxito fue tan rotundo que el público explotó en mil aplausos. Mari, emocionada con tanto aplauso, fue incapaz de salir a saludar tras la función.

No paró de llorar al descubrir la admiración que provocaba en el público. No se hubiera imaginado nunca que la pudieran apreciar tanto. Desde ese momento la vida de Mari dio un giro de 180 grados. Mari se había convertido en “La Mary”. La futura reina del Paralelo.

Llantos y alegrías

Sin embargo, no todo fue un camino de rosas. Hubo llantos y alegrías. Como en toda vida, como en el teatro.

Hubo llantos y alegrías. Como en toda vida, como en el teatro.

La muerte de su padre, la muerte de la madre del Francisco, su boda, el éxito de sus primeras películas, su capacidad de sacar adelante una familia (atípica en aquella época) en la que quien llevaba el dinero a casa era ella y él quien cuidaba a los hijos, un accidente de coche en el que casi pierden la vida el marido y la madre de la Mary, el éxito en la televisión, las giras triunfales por Argentina, Venezuela, Portugal...

El suicidio de su marido a bordo de un crucero... Su plácida muerte en un avión cuando hacía el puente aéreo (bonita metáfora de su trayectoria profesional a caballo entre Barcelona y Madrid)...

Pura vida

A cada paso, a cada anécdota, la Mary fue forjando más y más su carácter. Una mujer que era pura vida, una mujer que ni fumaba, ni bebía, ni tan solo tomaba café.

Ella fue el estimulante natural, la pastilla de la risa de muchas generaciones y su encanto natural dejó un vacío en el escenario que sólo podemos llenar recordándola.