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José Antonio Sayagués dirige 'Niebla' en el Teatro Liceo de Salamanca

  • Basada en la adaptación dramática de Póllux Hernúñez de la novela de Unamuno
  • Miguel Ángel Milán y Ana Ramírez (del equipo de Amar) colaboran en la obra

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José Antonio Sayagués dirige 'Niebla' en el teatro Liceo de Salamanca
Escenografía de 'Niebla', dirigida por José Antonio H. Sayagués.

José Antonio Sayagués estrena Niebla en el Teatro Liceo de Salamanca el próximo sábado, 6 de octubre a las 21 horas. El queridísimo actor de Amar en tiempos revueltos lleva a las tablas la novela de Miguel de Unamuno, adaptada por Póllux Hernúñez.

Juan Luis Sara, Iván Gisbert, Nuria Galache,  Lola Serrano, Guillermo Amaya, Raquel Pérez y Beatriz Serrano Bertos son algunos de los actores de la obra producida por la Compañía Garufa.

Miguel Ángel Milán, jefe de estilismo de Amar, y Ana Ramírez, jefa de peluquería y maquillaje, se encargan del vestuario y la caracterización de los actores. 

Sinopsis de Niebla, por José Antonio H. Sayagués

Aunque Niebla no guarda una correlación coherente como título con el relato, si nos adentramos en sus entrañas descubriremos , a medida que deshojamos los acontecimientos, el vaho de tristeza, duda, malestar, confusión y náusea que Augusto Pérez tiene que soportar a lo largo de la novela. Sus actos, diálogos y monólogos nos corroen con esa inocencia demoledora que sólo poseen los hombres dignificados por el estigma de la grandeza. 

Niebla es exponente claro de la vorágine vital que atormentaba a Unamuno, pero es también duda existencial que sobreviene al protagonista cuando la burla de Eugenia le deja ciego por llevarle hasta la luz, o cuando se enreda con la relación amor-odio que mantiene con su creador D.Miguel, y que le atormenta hasta el paroxismo. 

Su Nivola como Unamuno llamaba a su novela, la siento como presencia catártica que redime, pues abre la consciencia al dolor que representa descubrir, que ante lo inefable, lo que va más allá del tiempo inventado, estamos solos en la niebla de la nada, o quizás de la eternidad. Y que la reflexión sobre el libre albedrío nos conduce a la duda existencial de soñar o ser soñados.

Dramatizar Niebla es un reto no exento de riesgo, es el impulso de caminar descalzo sobre el filo de la navaja. Una osadía que rasga el velo tras el que habita el universo metafísico Unamuniano, balcón que siempre asoma al vértigo. 

Dramatizar su novela es rodearla de esa otra niebla que es "la teatralidad", parturienta del signo que esconde el verbo, y que hecho ritual, pone en acción el mito para que lo arquetípico, que nos cuaja, despierte en nosotros esa realidad que presentimos pero no somos capaces de enunciar.