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'Los ignorantes', de Étienne Davodeau, une el amor al cómic y al buen vino

  • Enfrenta a dos personajes apasionados por sus oficios
  • Un viticultor y un guionista de cómic que intercambiarán experiencias

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Étienne Davodeau y una viñeta de 'Los ignorantes'
Étienne Davodeau y una viñeta de 'Los ignorantes'

Étienne Davodeau

Publicó su primer álbum en 1992, "El hombre al que no gustaban los árboles". Desde entonces, alterna álbumes para los niños ("Les aventures de Max & Zoé") y historias realistas. En 2005 gana el Premio de los libreros especializados con la obra "Chute de vélo" y el Gran Premio de la Crítica, el Premio France Info, el Premio al Mejor Guión y el Premio del Público, ambos en el Festival de Angoulême con la obra "Les mauvaises gens", un reportaje-documental sobre el movimiento sindical en Francia. En "Un homme est mort" realizado junto con Kris, narra el asesinato de un militante por las fuerzas del orden durante las manifestaciones obreras de Brest en 1950. La Cúpula ha publicado en España dos de sus mejores obras, 'Lulú, mujer desnuda' y 'Los ignorantes'

Étienne Davodeau, un dibujante francés amante del buen vino pero novato en temas enológicos, le propuso a Richard Leroy, un amigo viticultor, que le explicara cómo se hace un buen caldo, y a cambio él le introduciría en el mundo de los cómics. Una rara simbiosis convertida en novela gráfica: Los ignorantes (La Cúpula).

Davodeau (Botz-en-Mauges, 1965), un historietista militante del cómic documental de vertiente social -su obra más premiada, La mala gente, narra la historia de sus padres, unos obreros sindicalistas- se decanta en Los ignorantes por un argumento casi experimental: enfrentar a dos personajes apasionados por sus oficios, pero curiosos también ante lo que desconocen.

"Habla de esas personas que no saben nada o muy poco de un tema concreto, pero que no lo viven como un defecto, sino como una potencialidad, porque esa ignorancia les ofrece una meta", explica el autor cuando se le pregunta por el título de una obra que desprende un optimismo que pillará a contrapié a más de un lector habituado hoy en día a paisajes catastrofistas.

Una vuelta a la naturaleza

Los ignorantes comienza con la visita de Davodeau a Bretaña, donde su amigo tiene unos pequeños viñedos a los que trata con íntimo mimo, con fórmulas de ecoagricultura, cuidando el detalle, como una "coreografía biodinámica". De hecho, sus viñetas son un sutil canto de vuelta a la naturaleza, a la sencillez de la vida rural.

"Lo que cuenta es lo que una persona hace o lo que una persona es", explica Davodaeu, quien de la mano de Leroy aprendió a podar y a tratar el suelo de los viñedos, levantándose al alba, presenciando cómo se construyen artesanalmente los toneles que guardarán el vino.

Entre copa y copa, el dibujante asiste incluso a la temida (pero esperada) visita a la bodega de su amigo de Robert Parker, el famoso crítico estadounidense capaz de elevar al parnaso a un vino con sus notas, y que es visto por algunos viticultores como un "auténtico dios de la democratización y la modernidad del vino" y por otros "como un peligroso agente de la globalización ultraliberal".

Simbiosis entre el vino y las viñetas

Los ignorantes tiene su reverso: el acercamiento sin prejuicios del agricultor al lenguaje de los cómics, a sus autores ("es cansino", asegura el viticultor ante unos originales de Moebius en una exposición), del complicado mundo editorial, de los salones, de los fans.

Tutelado por Davodeau, el viticultor se sumerge en el mundo de las viñetas, hasta que ambos comprueban que hay casi tantas formas de realizar una buena historia gráfica como de producir vino.

El autor francés reconoce que la elección de este mundo fue un poco por azar, al comprobar que en esa pasión por un oficio había una historia, aunque también se le pasó por la cabeza que el día a día del luthier que se acababa de instalar junto a su casa en Anjou se prestaba al argumento de una novela gráfica.

"Me interesa la autenticidad"

"Lo que me interesa es la autenticidad, la gente que se implica, que no busca el éxito porque sí", remarca Davodeau, quien no tiene "libros en reserva" porque nunca sabe cuál será su siguiente trabajo, aunque la materia prima de sus historias es muy a menudo lo que ocurre a su alrededor, por lo que no descarta que el actual contexto de crisis "interfiera" en su próxima elección.

Los ignorantes ha sido bien recibida en Francia, donde según señala el autor, tampoco están sobrados de optimismo, un bache anímico en la conocida autoconfianza gala (que otros llaman chovinismo) que Davedeau atribuye a los mensajes "desesperados" transmitidos por Nicolas Sarkozy en los últimos meses de su presidencia.

"No soy médico ni terapeuta, pero es verdad que algunas canciones, algunas películas, algunos libros, ciertos cómics pueden serenar, tranquilizar, reconfortar, ojalá este sea uno", afirma.