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José Luis Sampedro visita 'Carne cruda' cuando se cumple el primer aniversario del 15M

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Escucha la entrevista en directo con José Luis Sampedro este martes 15 de mayo, entre las 14:00 y las 15:00, en Radio 3

La mente más lúcidamente joven de España tiene 95 años. Dice que hace tiempo se bajó de un mundo que le es “ajeno” pero su indignación le puede y lejos del retiro, sigue tozudamente agitando conciencias contra la barbarie que vivimos.

Su alarma roja no se encendió con el 15M… ya llevaba décadas haciéndola sonar pese a que a muchos nunca les ha interesado oírla. La economía le ha dotado de argumentos contra un mundo que no le gusta y la pluma le ha permitido cobijarse de él. Su sabiduría, su ética y su experiencia cuasi centenaria han servido de puñales contra la codicia del poder.

El hombre de la sonrisa etrusca es uno de los máximos exponentes de la economía humanista. Desde la atalaya de su edad sigue siendo el economista que pretende que los pobres lo sean menos y el sabio que pone faro a las protestas de los indignados. Para él, el pensamiento crítico no es una buena opción, sino una obligación del individuo.

Polifacetico

Nacido en Barcelona en 1917, José Luis Sampedro aboga por una economía "más humana capaz de contribuir a desarrollar la dignidad de los pueblos".

En 2010 el Gobierno le otorgó la Orden de las Letras y las Artes de España por "su sobresaliente trayectoria literaria y por su pensamiento comprometido con los problemas de su tiempo".

En 2011 recibió el Premio Nacional de las Letras españolas, el de mayor prestigio tras el Cervantes. Precisamente, ha sido la potencia de su obra literaria la que ha desplazado popularmente a un segundo plano otras facetas suyas como la de economista o docente: Fue el primero en obtener la cátedra en Estructura Económica y son varias las generaciones de alumnos que han crecido empollando su manual o asistiendo a esas clases de la Universidad de aquellos años 60 en las que regalaba ingenio y sabiduría.

El autor de Octubre, Octubre o Los mongoles en Bagdad habla sin tabúes de la muerte. De la suya propia. Dice que la inmortalidad es "la coartada para muchos desafueros". Quizás por ello su máxima ambición sea morir como un río que va llegando a su desembocadura. Él dice que ya nota la sal.