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Los Goya

Punto y final a los desencuentros entre Almodóvar y la Academia de Cine

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Almodóvar con el Goya de 'Dolor y gloria' y el de 'Todo sobre mi madre'.
Almodóvar con el Goya de 'Dolor y gloria' y el de 'Todo sobre mi madre'.

Dolor y gloria son palabras que también resumen la relación de Pedro Almodóvar con la Academia de cine. El cineasta, leyenda viva del cine mundial, no era ni mucho menos el cineasta más premiado en España. Hasta ayer, de 10 nominaciones a dirección solo había ganado dos y, en demasiadas ocasiones, existía una disonancia entre los reconocimientos internaciones y los caseros.

Desencuentros y reconciliaciones son temas recurrentes en el cine de Almodóvar. También son el núcleo, de hecho, de Dolor y gloria, la historia de un cineasta que en su madurez sosegada restaña heridas de su pasado. A Almodóvar le gusta señalar “la imposibilidad de separar vida y ficción” y, como su trasunto Salvador Mallo, parece que el manchego ha encontrado la armonía tras las aguas turbulentas.

La gala de 2020 ha sido, tal vez, la más catártica para el manchego. No solo por los siete Goyas de su película, tres para el mismo (película, dirección y guion), sino por las palabras de Banderas que le desarmaron emocionalmente.

"Nunca he tenido la oportunidad de conocer a un cineasta o artista en general con la lealtad que tú le tienes a tu cine, porque nunca te has traicionado", decía el malagueño para ilustrar ese monumento a la independencia creativa que es la productora El Deseo, nacida para preservar el talento de Almodóvar, y cuya primera película, La ley del deseo, fue ignorada por la Academia de Cine, iniciando una montaña rusa de, según se mire, agasajos y agravios.

Del descalabro de Átame a la "equivocación" de Hable con ella

En 1989, Mujeres al borde de un ataque de nervios lanzaba al cineasta al mundo y los Goya le coronaban como el gran cineasta de los 80 y de la nueva democracia española con los premios de mejor película y mejor guion.

Goya 1989: Mujeres al borde...

El desencuentro comenzó con los descalabros de Átame y Tacones lejanos (14 y 15 nominaciones sin premio). Tras unos años de transición en la carrera de Almodóvar, la Academia refrendó el éxito mundial de Todo sobre mi madre en 1999 con una lluvia de siete Goyas, la mejor noche almodovoriana hasta la de este año.

Goya 2000: Todo sobre mi madre

El divorcio llegó con Hable con ella, una película nominada al Oscar a mejor dirección y ganadora del Oscar a mejor guion que no pudo optar a un seguro Oscar de habla no inglesa porque no fue seleccionada por la Academia. Sin pelos en la lengua, Almodóvar dijo que la Academia “se había equivocado democráticamente”. Además, perdió en la gala de los Goya de 2002 frente a Los lunes al sol.

En 2005, la ruptura total: Almodóvar se dio de baja como miembro de la Academia. En 2007, Volver partía como favorita, pero el director no acudió a la gala, en la que ganó los Goya de mejor dirección y mejor película, recogidos por Penélope Cruz y Agustín Almodóvar.

Goya 2007: Volver

El regreso del cineasta pródigo

Hasta que en 2010, convencido por el entonces presidente de la Academia Álex de la Iglesia, regresó por sorpresa para entregar el premio a la mejor película. Una aparición tan significativa que, de hecho, casi eclipsó la victoria de Celda 211.

Llevaba años sin asistir a la gala pero Alex de la Iglesia lo convenció.

Con las paces hechas, asistió a la derrota de una obra maestra, La piel que habito (que logró nominaciones al Globo de Oro y BAFTA), en 2012. Entonces reconoció que estaba “en proceso de reconciliación y que lo adecuado era ir”. Tampoco tuvo suerte con Julieta en 2017, aunque no partía como favorito.

Si al grueso de los académicos les quedará algo de rencor lo tenían fácil: La trinchera infinita es una sólida película que competía cara a cara con Dolor y gloria. No hubo debate: los premios a película dirección y guion, confirman la sintonía de los Goya con los del resto del mundo.

Almodóvar, que disfruta y sufre como propios los reconocimientos de su clan, tuvo palabras desde el atril para su director de fotografía, José Luis Alcaine, los ojos que materializan el talento plástico del cineasta, que se quedó sin Goya. No hizo falta acordarse de Alberto Iglesias, la “segunda piel” de su cine, premiado con su undécimo Goya a la mejor banda sonora y que es ya la única persona que le supera en estatuillas.