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Haynes emociona en Cannes con 'Wonderstruck' y Zvyagintsev disecciona Rusia con 'Nelyubov'

  • El realizador presenta Wonderstruck, un cuento de homenajea a la infancia
  • Julianne Moore y Michelle Williams aparecen en papeles secundarios

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Guiños a lo superficial para atraer un cine de altos vuelos en Cannes

Todd Haynes ha emocionado este jueves en la Sección Oficial a concurso del Festival de Cannes con Wonderstruck, un cuento filmado con el que homenajea a la infancia y a las manos, a lo táctil, frente al mundo digital de hoy en día, en una película en la que brillan los niños Millicent Simmonds y Oakes Fegley pero que no ha terminado de convencer.

Por su parte, tras deslumbrar hace tres años con Leviatán, el ruso Andrey Zvyagintsev ha regresado a la competición con Nelyubov, otra disección dura y sin contemplaciones de la Rusia actual sin cargar directamente contra el Gobierno, pero con las suficientes referencias para dejar clara su opinión.

Haynes: "Nada ha sido especialmente fácil en esta película"

Basada en un cuento de Bian Selznick, el autor de La invención de Hugo Cabret -llevado al cine por Martin Scorsese-, la película de Haynes cuenta también con Julianne Moore y Michelle Williams en papeles secundarios, pero son Simmonds y Fegley los que llevan el peso de una historia sensible y un poco más edulcorada de lo habitual en el cine de Haynes.

"El guion era extraordinario", explicó en rueda de prensa Haynes, para quien se trataba de una "idea intensa" con muchos elementos cinematográficos pese a tratarse de un cuento en gran parte ilustrado y sin palabras. Además, suponía meterse en un mundo desconocido para el realizador de Carol, el de la imaginación de los niños, y hacerlo con "dos historias que comparten una película".

Dos historias paralelas en su temática pero separadas por 50 años y por dos estilos cinematográficos totalmente opuestos. En 1927 una niña sorda, Rose (Simmonds), que vive en Nueva Jersey trata de escapar de su autoritario padre y viaja a Nueva York en busca de su madre (Moore), una estrella de cine. Una parte que Haynes narra en un límpido blanco y negro y con muy poco texto para adentrar al espectador en el mundo silente de su protagonista.

Y en 1977, Ben sufre la reciente pérdida de su madre (Williams) y decide escaparse a Nueva York para buscar a un padre que no conoce y averiguar así su origen. El color y la música y estética psicodélica de los setenta acompañan el viaje de Ben.

"Nada ha sido especialmente fácil en esta película", reconoció Haynes, para quien el filme era una buena excusa para "continuar el estudio de la historia del cine" que ya ha acometido en trabajos anteriores.

Pero a la vez era una forma de rendir homenaje a lo que se puede hacer con las manos, a lo táctil. "Al pegamento y a la tinta que se queda en los dedos de las manos. Todavía me acuerdo de tenerlo en los míos cuando era pequeño. Creo que es algo que los niños necesitan, les gusta, y se aprende mucho haciendo cosas con las manos", explicó.

Algo en lo que coincidió Michelle Williams, a la que le encanta trabajar con niños y estimular su imaginación "para que se conviertan en adultos interesantes".

"Se trataba sobre todo de la imaginación, la vitalidad, los desafíos, la complejidad de los niños. Quería homenajear a todo lo que los niños pueden hacer y mostrar a dos niños aislados en sus vidas, en sus familias, pero que sienten que algo les empuja a descubrir el mundo para encontrar las respuestas a las cuestiones que se plantean", precisó el realizador.

Por eso el casting era muy importante e insistió mucho hasta encontrar a los niños adecuados, especialmente para el personaje de Rose.

"Queríamos a alguien fantástico y queríamos empezar con la comunidad sorda (...) Fue una suerte increíble encontrar a esta chica, a Millie. Desde la primera vez que la vi, me puso los pelos de punta. Su integridad como persona era algo verdadero, y esto automáticamente se ve en la pantalla".

Una niña que se ganó a los periodistas con su sonrisa y su lenguaje de signos, moviendo las manos a una gran velocidad para explicar cómo había sido la experiencia de hacer una película.

"Todas las mañana empezaba trabajando en el guión. Mi madre me despertaba muy temprano y me decía: 'Es hora de trabajar en tu guión'", explicaba Simmonds, que consideró "un honor" haber trabajado con Haynes.

"No consigo ni siquiera encontrar las palabras para explicar lo que era trabajar contigo, Todd. No te lo puedo agradecer lo suficiente. Toda la gente del equipo era muy agradable y acogedora. Voy a echar de menos esto, son unos momentos que no voy a olvidar nunca", agregó.

Junto a ella, una Julianne Moore que se deshizo en elogios a la película y al director.

"Tuve una oportunidad extraordinaria en este filme porque interpreté a dos personajes diferentes en dos épocas diferentes. Había una especie de película muda, luego estaba en el teatro y salté de épocas y de formas de comunicación", resaltó la actriz sobre su cuarta colaboración con Haynes.

Una relación que va mas allá de lo profesional, como se pudo comprobar en la rueda de prensa. "Es mi dios y un enorme privilegio haber trabajado con él", afirmó la actriz, mientras que el director calificó a Moore de su "alma gemela" y la que ha dado verdadera dimensión a los personajes y películas en las que ha intervenido.

La dura disección de la Rusia de hoy

"Si han visto Leviatán ya saben cómo me sitúo frente al poder", ha dicho Zvyagintsev en su regreso a Cannes, muy parco en la rueda de prensa en la que se ha limitado a afirmar que en su nuevo filme muestra la realidad de unos personajes que son reflejo de la sociedad en la que viven.

Nelyubov (Loveless), que compite por la Palma de Oro de Cannes, cuenta la historia de una pareja que se está divorciando y que ya ha rehecho su vida. El problema es que a los dos les estorba el hijo que tienen en común, Alyosha, de 12 años, que desaparece sin que sus padres se den cuenta hasta un día después. Los dos progenitores están más interesados en sus vidas y en el dinero que en su hijo, algo que se entiende cuando entra en escena la abuela materna del niño, con poco o ningún instinto de protección.

Es un retrato desalmado de la sociedad rusa que, según su director, supone, en cierta forma, la continuación de Leviatán, centrada en el abuso del poder. Un filme en el que Zvyagintsev, "como artista, estudia la naturaleza humana, que no conoce fronteras", ha explicado el productor Alexander Rodnyansky, al que el realizador remitía la mayor parte de las preguntas de los periodistas.

"Si miran alrededor de ustedes van a ver muchas familias que viven como las que muestra la película. Habla de hombres, de mujeres, de niños, no de políticos", ha agregado.

Pero hay sutiles referencias al Estado como causante de la degradación social rusa, una crítica que era más obvia en Leviatán, lo que causó problemas al director en su país natal. De ahí que en esta nueva producción no hayan contado con el habitual apoyo del Ministerio de Cultura ruso.

El titular de esa cartera, Vladímir Medinski, "hizo todo lo posible para subrayar que no le había gustado nada 'Leviatán' y dijo que haría todo lo posible para no que se volviera a hacer un horror parecido, así que opté por trabajar sin el apoyo gubernamental", ha explicado el productor.

Resaltó que al igual que "Nelyubov", que se ha podido rodar al ser una coproducción de Rusia, Francia, Alemania y Bélgica, hay otros cineastas rusos que buscan hacer filmes de forma independiente y tratan de cambiar el modelo económico para no depender del apoyo del Gobierno.