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Esperanza Spalding evoluciona pero no revoluciona en su visita a Madrid

  • La cantante estadounidense de jazz presenta en Madrid Emily’s D+Evolution
  • Fuera de los cánones, añade notas de música brasileña y pop afroamericano
  • Un alarde de innovación que no ha contado con todo el apoyo del público

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La cantante estadounidense Esperanza Spalding ha actuado este lunes en el Festival Internacional de Jazz de Madrid.
La cantante estadounidense Esperanza Spalding ha actuado este lunes en el Festival Internacional de Jazz de Madrid.

La contrabajista y cantante estadounidense Esperanza Spalding, que en esta ocasión viaja con la banda de Emily's D+Evolution, ha visitado Madrid en un alarde de buena e innovadora música que, sin embargo, no ha contado con todo el apoyo del público. La fecha elegida, unida a lo peculiar del proyecto, que se aleja del jazz para explorar otros estilos, han deslucido uno de los platos fuertes del Festival Internacional de Jazz de la capital.

Hasta tres bajos descansaban sobre sus atriles mientras el público entraba en la sala La Riviera de Madrid mientras la batería, parapetada tras una mampara de metacrilato, dominaba el escenario rodeada de micrófonos, guitarras y sintetizadores. Sobre el telón de fondo, tres focos forman una bandera francesa. Alguien grita “vive la liberté!”, pero solo unas pocas voces le siguen.

Concluido el escueto homenaje a las víctimas de París, los músicos salen a escena. Las luces cambian, el público baja la voz y suenan las primeras notas. Spalding, que ya ha visitado en otras ocasiones Madrid, llega en esta ocasión acompañada y con un proyecto que rompe con los cánones del jazz, si es que puede hablarse de reglas en este género, y explora otros paisajes como el acervo popular brasileño y el pop afroamericano salpicado de notas de rock.

La cantante Esperanza Spalding presenta su proyecto Emily's D+Evolution en Madrid.

La cantante Esperanza Spalding presenta su proyecto Emily's D+Evolution en Madrid. Jaime Gutiérrez

Detrás de unas características gafas rojas de pasta, la artista de Seattle ha dejado en casa el contrabajo para agarrar el bajo eléctrico y el piano en una actuación eminentemente performática, plástica y corporal que en algunos puntos rozaba el teatro. En una evolución de la dulzura a la locura, Spalding no defrauda, se retuerce en el escenario, toca, canta e interpreta para producir un tremendo magnetismo que, sin embargo, no ha encontrado su polo opuesto en el público.

Buena música y poca gente

De menos a más, la artista, que aprendió a tocar el violín de forma autodidacta, llega al éxtasis ante el piano y roza la psicodelia con los sintetizadores despertando grandes ovaciones finales en una platea que, durante las actuaciones, parecía ausente.

Sea por el hipnotismo del proyecto o por el desconcierto del público, lo cierto es que el frío que esta noche ha clausurado en verano otoñal que ha vivido Madrid ha calado en los huesos de los presentes. Ni todo el calor de un dueto de guitarra y bajo ha hecho despertar más que aplausos entre unos asistentes, cuyo espectro saltaba de jóvenes intelectuales a adultos entrados en años con algunas inquietudes musicales, que no llenaban la mitad de La Riviera mientras charlaban y se saludaban sin retirar la vista del escenario.

Ganadora de cuatros premios Grammy, entre ellos el primero a una música de jazz como artista revelación, Spalding es un referente indudable en el panorama internacional pero cuenta con un público minoritario en nuestro país. Si a esto le unimos la programación de una de las actuaciones más destacadas del Festival Internacional de Jazz de Madrid en lunes y a un precio algo más de 10 euros por encima de la media del resto de conciertos de la cita, parece que todo estaba predispuesto a terminar como lo que ha sido, una noche agridulce con buena música y poca gente para disfrutarla.

Esperanza Spalding, en un momento de su actuación en la sala La Riviera de Madrid.

Esperanza Spalding, en un momento de su actuación en la sala La Riviera de Madrid. Jaime Gutiérrez