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Silvia Marsó: "En el cine y la televisión los grandes personajes se los dan a los hombres"

  • La actriz asegura que en el teatro ha podido hacer “grandes personajes"
  • Marsó es la asfixiante Amanda de El zoo de cristal, de Tennessee Williams
  • La obra puede verse hasta el 26 de julio en el Teatro Bellas Artes de Madrid

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Silvia Marsó es Amanda Wingfield en 'El zoo de cristal' de Tennessee Williams en el teatro Bellas Artes de Madrid
Silvia Marsó es Amanda Wingfield en 'El zoo de cristal' de Tennessee Williams en el teatro Bellas Artes de Madrid

“Algo estamos haciendo mal”. Así de tajante se muestra la actriz Silvia Marsó al hablar de la situación del cine y la televisión en España. “Los grandes papeles se los dan a los hombres”, explica a RTVE.es. Sin embargo, reconoce, en el teatro ha encontrado la posibilidad de hacer “grandes personajes de autores que son parte fundamental de la cultura occidental”.

Este es el caso de Amanda Wingfield, la asfixiante y tierna madre que el dramaturgo estadounidense Tennessee Williams retrató de forma autobiográfica en El zoo de cristal. “Es una mujer llena de contradicciones, valiente, fuerte, combativa, a veces dominante, cruel y, al mismo tiempo, frágil, tierna, amorosa y con una gran carga de entrega hacia sus hijos”, explica Marsó.

La obra, cuidadosamente iluminada por Nicolás Fischtel en la última escenografía diseñada por Andrea D'odorico, puede verse hasta el próximo 26 de julio en el Teatro Bellas Artes de Madrid y luego iniciará una gira de despedida por España.

“Para una madre un hijo es lo más importante”

Amanda ama a sus hijos pero llega a ser intrusiva

“Amanda es la madre y el padre de la familia Wingfield, lo es todo. Ama profundamente a sus hijos pero les exige tanto que llega a ser intrusiva”, explica. Tom y Laura son los hijos Wingfield interpretados por Alejandro Arestegui y Pilar Gil que coinciden en una tormentosa noche en Sant Louis con Jim, Carlos García Cortázar, un agente externo al claustrofóbico mundo familiar que les abrirá los ojos para bien y para mal.

“Tom es es Tenessee Williams”, explica Marsó, “un chico con unos grandes deseos de creatividad, un artista innato, que siente una necesidad muy fuerte de expresar y su principal lastre es que tiene que estar trabajando en una zapatería para poder sobrevivir y mantener a su familia”.

Laura, en cambio, es una chica con un pequeño defecto en la pierna que le provoca cojera y eso ha hecho que su carácter sea introvertido. “Es una mujer enfermiza rozando lo patológico que vive acomplejada y es incapaz de relacionarse con nadie”, matiza Marsó.

“Para una madre un hijo es lo más importante y su sufrimiento se convierte en una obsesión para nosotras”, aclara la actriz que también es madre.

“La crisis nos ha hecho tocar con los pies en el suelo”

Alejandro Arestegui y Silvia Marsó en una escena de la obra dirigida por Francisco Vidal.

Alejandro Arestegui y Silvia Marsó en una escena de la obra dirigida por Francisco Vidal. Nacho García

Quizás por eso, Marsó ve muy claras las similitudes entre la obra versionada por Eduardo Galán y dirigida por Francisco Vidal ambientada en el crack del 29 y la actualidad. “Se puede establecer un paralelismo”, reconoce.

“Entonces el sueño americano se convirtió en una utopía inalcanzable y en Europa y en España estamos viviendo la crisis que nos ha hecho tocar con los pies en el suelo”, compara para pensar en todos esos padres que están siendo testigos de cómo sus hijos, “que son la generación más preparada de toda la historia de nuestro país”, están viendo en su realidad cotidiana que no pueden alcanzar los objetivos previstos.

“Eso es lo que está viviendo Amanda Wingfield. Ella querría que sus hijos hicieran cosas más importantes pero no las pueden hacer por las circunstancias”, sentencia aunque en el fondo confía en que las cosas cambiarán: “Nos estamos dando cuenta de que este sistema no funciona tal como está”.

“Contenta con el camino andado”

Es uno de los personajes más difíciles que he interpretado

“Amanda Wingfield ha sido uno de los personajes más difíciles que he interpretado”, reconoce la actriz. ”Toda esa vorágine que tiene en su interior es muy difícil de interpretar y de entender”, afirma Marsó que repasa satisfecha su trayectoria sobre las tablas.

“Hace 15 años que interpreté Doña Rosita la soltera de Lorca, también en el Bellas Artes, en el que fue mi primer encuentro con este gran dramaturgo español que todo el mundo debería conocer. Luego vino Yerma, también de Lorca, que fue el penúltimo montaje que dirigió Miguel Narros. Estoy contenta con el camino andado”, reflexiona.

Lo que no quita que haya habido dificultades. “Ha requerido mucho sacrificio y estoy contenta, sobre todo porque he logrado llegar donde yo quería con dignidad y con el respeto de todos mis compañeros y la gente que me rodea” explica la actriz que reconoce valorar ante todo la dignidad, el respeto y la honestidad. “Son tres cosas que me importan mucho en la vida y creo que son valores que se pierden muchas veces por la codicia y por la vanidad”, asegura.

Sobre el futuro, Marsó desvela que tiene un proyecto entre manos al que todavía no puede poner nombre porque está negociando los derechos. “Es un proyecto musical”, afirma entusiasmada por volver al género tras 14 años alejada de él.

“El teatro me ha dado los mejores personajes”

Agradecida al teatro, a Marsó también le habría gustado encontrar la posibilidad de interpretar grandes personajes en el cine o la televisión. “A partir de los 40 años en el cine y en la televisión es muy difícil que las mujeres tengamos personajes extraordinarios, los grandes personajes se les están dando a los hombres”, explica la actriz que, por eso, es miembro de CIMA, la principal asociación en España de mujeres que se dedican a los medios audiovisuales

“He trabajado en el cine, en la televisión y en el teatro y en los tres he hecho papeles buenos, papeles más pequeños, papeles estupendos y otros menos interesantes pero es verdad que el teatro es el que me ha dado los mejores personajes”, reconoce Marsó que cree que hay una moda extraña en España que prioriza las historias de gente muy joven en los medios audiovisuales.

“En muy pocos casos es el personaje femenino el que toma las decisiones, provoca los conflictos o los resuelve en las películas españolas”, critica la actriz citando un estudio de la socióloga y especialista en cine Pilar Aguilar, según el cual un 80% de las películas están protagonizadas por hombres.

“Las mujeres quedan relegadas al lugar de amante de, mujer de o madre de”, protesta Marsó con ánimo de despertar el debate. “Algo no se está haciendo bien en los medios españoles cuando solo en 10% de las películas están dirigidas por mujeres”, concluye.