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El libro, último superviviente cultural del siglo XX

  • La venta de libros en formato electrónico crece pero no despega en España
  • El libro impreso continúa siendo relevante industrialmente

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La industria editorial española sigue siendo la primera industria cultural. Ni la música, ni el audiovisual en cualquier soporte imaginable. Nada ha resultado ser tan resistente como el libro.

Aunque clara, es una victoria pírrica: el sector editorial también sufre su crisis.  Las ventas de libros en España sufrieron en 2013 una caída 9,7%,  y la tarta de las librerías está inclinada a las grandes superficies, con las librerías independientes ahogándose (un 6,5% menos de ventas en 2014 según el barómetro de BCF Consultors).

Pero nada mejor que el libro ha desafiado el lugar común, en la era digital, que califica a las industrias culturales de dinosaurios en extinción que no adaptan su modelo de negocio a la revolución tecnológica. Porque el e-book o libro electrónico, en un amplio catálogo es accesible y, sin embargo, el libro impreso continúa existiendo en una medida muy por encima al de los soportes predigitales de música y audiovisual. “La crisis editorial se debe sobre todo a malas políticas públicas y la brutal piratería”, apunta el afirma el director ejecutivo de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), Antonio María Ávila.

¿Cuál es la cuota de mercado del e-book en el total editorial? “Las únicas cifras fiables son los datos de nuestro 'Estudio de comercio interior del libro en España'”, afirma Ávila. Pero esas cifras no permiten una foto actualizada: los datos de 2014 no salen hasta junio.

Los de 2013 indican que el e-book supone un 3,6% del total de las ventas de libros o, en dinero, 82 millones de euros. Es decir, un pequeño bocado. El e-book fue el único subsector de la industria editorial que creció (un 8,1 %), pero los editores destacan que no es un aumento acorde al crecimiento de títulos editados (un 123,5%).

Son cifras irrelevantes que no corresponden a una sencilla prueba de agudeza visual. “Piensa en hace 6 años, cuando te montabas en un vagón de tren ¿Cuánta gente había leyendo un e-reader? ¿Cuánta hay ahora?”, afirma la directora de Kindle España, Koro Castellano. Ávila coincide: “El consumo digital no se ha reducido: ha aumentado. Lo que pasa es que un grupo importante es totalmente ilegal”.

¿Llegó a España la oferta legal demasiado tarde? “No había oferta legal porque no había demanda: en los hábitos de lectura, a un porcentaje muy importante no le interesaba nada la lectura electrónica. Y además está demostrado que a más oferta legal no se reduce la piratería: se incrementa. Y si hablamos de ahora mismo, tener 150.000 libros en oferta digital no es poca oferta”.

Castellano si opina que los plazos influyeron y cita a Reino Unido y EE.UU, donde la penetración de e-book es mayor (pero no mayoritaria) como ejemplos. Y cita tres claves para luchar contra la piratería: digitalización de más catálogos, precios más bajos y facilidad de descarga.

Con todo, es obvio que la piratería oculta el consumo real de e-books y está por ver si la Ley propiedad intelectual, aprobada el 1 enero 2015 corrige en algo la situación.

¿Quién teme al lobo Amazon?

Amazon no abrió su división e-book en España (Kindle España) hasta 2011 y rápidamente se situó como líder de un mercado al que se suman nuevos jugadores. En España, los editores fijan el precio de los libros por ley, así que el gigante de las compras por Internet lleva cuatro años negociando con las editoriales el precio electrónico para cada libro. La relación de editoriales con Amazon ya entonces era tensa por la posición de fuerza de esta última como mayor librería de libros impresos del mundo.

“No fuimos acogidos con los brazos abiertos”, afirma Castellano. “Ahora mismo hemos cerrado acuerdos con el 90% de las editoriales y somos socios: cuanto más libros vendamos, mejor nos va a todos. El precio lo marcan ellos, lo que hacemos es aconsejarles. A veces nos hace caso y a veces no”.

En España, el IVA del e-book es del 21%, mientras que el papel soporta el 4%. La historia del e-book en la UE está marcada por la directiva que considera el mundo digital como un servicio. “Dieron más importancia al continente que al contenido y, a pesar de que el mundo se mueve, ellos no se han movido”, dice Ávila. La medida beneficiaba a empresas como Amazon que, radicada en Luxemburgo, gravaba a sus e-books un IVA superreducido del 3%.

El 1 de enero de este año entró un vigor una correctora nueva directiva por la que las transacciones pasan a gravarse con el IVA del país del comprador. “Evidentemente, todas esa grandes compañías, Amazon, Google, Apple, no han dado ninguna batalla, la preocupación la hemos tenido nosotros, lo editores”, lamenta Ávila.

El libro impreso, un soporte de más de 500 años

O tal vez, la razón del estancamiento del e-book sea más prosaica y, sencillamente, el libro impreso, como tecnología, es suficientemente eficaz. O más poética e intangible: su historia de amor con los lectores es secular por algo.

“Lo que ocurre es que cada tecnología que da a conocer el texto tiene elementos que influyen sobre el texto”, sostiene el escritor y bibliófilo Alberto Manguel, poseedor de 50.000 volúmenes.

“Si tu lees un manuscrito de Proust, no lees lo mimo que un texto impreso, porque el manuscrito da una intuición de proximidad al autor. El contexto adjudica valores al texto a las palabras. Leerlo en una edición de bolsillo o de lujo, le da involuntariamente una jerarquía distinta para nosotros. Generalmente, los textos electrónicos quitan esa jerarquía y presentan un texto de Proust como un texto de un periódico, con el mismo valor gráfico. Cada tecnología influye, cambia, y da un tono distinto al texto. Y eso tenemos que tomarlo en consideración”.

Stephen King, en una entrevista para el Huffington Post el pasado noviembre, fue más gráfico: “Si te cae un libro en el retrete, puedes pescarlo, secarlo y leerlo. Pero si te cae el Kindle, estás acabado”.