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Elena Merino y Salvador Larroca nos meten "En la piel del asesino"

  • Un libro que viaja al interior de la mente de 34 famosos asesinos
  • Destacan las ilustarciones del dibujante valenciano

Por
Erzsébet Báthory, "La Condesa sangrienta'
Erzsébet Báthory, "La Condesa sangrienta'

Aunque nos aterroricen, siempre hay algo que nos fascina de los asesinos. Personas que son capaces de cometer los crímenes más atroces sin ningún signo de arrepentimiento. Y que nos hacen pesar si nosotros seríamos capaces de cosas así. Elena Merino (1973) lleva casi ocho años estudiando a esos monstruos para su programa de radio El país de los horrores (Radio San Vicente) y ahora ha escrito el libro En la piel del asesino (glyphos publicaciones), para el que ha contado con la inestimable colaboración de uno de los mejores dibujantes del mundo: Salvador Larroca (Valencia, 1964).

En la piel del asesino –asegura Elena- es la recopilación de 31 casos criminales que incluye los datos biográficos, psicológicos, jurídicos… y toda la información sobre 34 conocidos asesinos. A eso le añadimos una confesión, imaginaria pero basada en hechos reales, en la que el propio protagonista nos cuenta por qué hizo lo que hizo, su propia visión. Y cada caso va acompañado de una lamina de Salvador y los retratos de los asesinos, tipo ficha policial”.

“Cada caso –nos cuenta Elena- tiene tres niveles de lectura diferentes. La primera parte es más objetiva, periodística o documental; en la que el lector puede encontrar toda la información sobre el caso, empezando por la infancia y la juventud del asesino y los detalles psicológicos de cada uno (según los informes de los psiquíatras, tanto antes como después de los hechos); también incluyo, a modo de homenaje, una lista de las víctimas y las circunstancias en las que fueron capturadas y asesinadas; y por supuesto la cronología de hechos, lugares, modus operandi de los asesinos… los delitos que cometieron, cómo se desarrollaron los juicios. Intento que haya el mayor número posible de datos”.

“El segundo nivel de lectura –continúa Elena- es más lúdico, ya que me meto en la piel del asesino y propongo al lector que haga lo mismo. Y que, con toda esa información, intente imaginar cómo pensaba, por qué cometió esos crímenes, si están arrepentidos… reflejar su personalidad, al fin y al cabo. Eso lo hago a través de las confesiones. La mayoría son imaginarias, aunque casi todas incluyen frases o testimonios reales de los asesinos. Incluso hay tres que son las confesiones reales de los criminales. Pero, para mí, todas son imaginarias porque, aunque sean palabras de los propios asesinos, creó que también son imaginarias debido a su retorcida visión de los hechos”.

“El último nivel de lectura –concluye la escritora- son las imágenes de Salvador Larroca. Suelen ser instantáneas de momentos claves de cada criminal, intentando que no sean desagradables. Pero dan una idea muy clara sobre lo que nos vamos a encontrar en cada capítulo. Finalmente, añadimos un bonus track sobre el policía encargado de la investigación o que capturó al asesino”.

“No es fácil meterse en la mente del asesino”

Elena confiesa que meterse en la piel del asesino no es fácil, aunque lleve varios años haciéndolo: “Desde 1997 tengo un programa de radio que se llama Elena en el país de los horrores (Radio San Vicente) y que siempre lleva una dramatización en la que el asesino nos cuenta lo que hizo. Es un ejercicio de imaginación y para eso es imprescindible que trates de ser él por un tiempo, que te metas en su piel. Porque lo fácil es rechazar lo que hacían. Es mucho más sencillo identificarse con la victima o el investigador, pero así no vas a entender por qué lo que hicieron esas coas atroces. Trato de ser ellos por un rato pero luego me salgo enseguida porque soy incapaz de hacer daño a una mosca”.

Destacar la excelente labor de documentación de Elena, que le ha servido para separar la realidad de la leyenda que suele acompañar a estos crímenes. “Me he documentado con monografías de todos ellos, pero intentando contrastarlas porque hay mucha bibliografía (sobre todo sobre de los americanos, que son muy mitómanos) y los hechos han terminado por confundirse con la leyenda; y yo pretendía limpiar todo eso. Por eso he recurrido a los sumarios de los casos, a la información de hospitales de enfermos mentales (donde acabaron algunos de estos asesinos) e incluso a lápidas de cementerios para comprobar los nombres de algunas víctimas. Siempre he procurado tener dos fuentes para los datos más sensibles. Y en algunos casos he conseguido corregir informaciones que se habían dado por buenas y no lo eran”.

Los crímenes más impactantes

De los treinta crímenes que recoge el libro, Elena confiesa que el que más le impactó fue el de la española Aurora Rodríguez, "la asesina de Hildegart": “Era una gran intelectual que estudió filosofía y las ideas del comunismo y el socialismo utópicos. Y cuando tenía 35 años decidió gestar al Mesías que debía cambiar el mundo. Para ello se apareó con un desconocido, las veces que fueron necesarias hasta que se quedó embarazada. Y cuando tuvo a su hija, Hildegart, la programó desde el primer minuto para que fuese un genio que pudiese cambiar el mundo”.

“Y aparentemente lo consiguió –continúa- porque la niña fue una experta en política y en sexología. Antes de los 18 años había escrito varios monográficos, había formado parte de tres partidos distintos e incluso H.G. Wells (La Guerra de los Mundos) se la intentó llevar a Inglaterra como ayudante. Pero cuando tenía 18 años discutió con su madre porque se había enamorado, quería más libertad o porque se había vuelto más coqueta, no queda claro en la investigación. Su madre entendió que el proyecto había fracasado y le pegó cuatro tiros”.

En cuanto al peor asesino de los que retrata, Elena asegura: “El peor asesino para mí no es el que más víctimas se cobra, sino el más cruel. Para mí el peor sería Albert Fish, “el ogro de Nueva York”. Mató una niña de 9 años, la descuartizo, se llevó a casa las partes que le interesaron, las cocinó y se las comió. Por sí solo eso sería terrorífico, pero 8 años después mandó una carta a la madre de la niña dándole los detalles de lo que había hecho e incluso detallando la receta de cómo la había cocinado. Creo que esa burla, esa crueldad, no la tiene ningún otro”.

“Salvo quizá –continúa Elena- Enriqueta Martí, “la Vampira de Barcelona”, que secuestraba a niños pequeños atrayéndolos con caramelos, los hacía mendigar de día y los prostituía por la tarde. Como no aguantaban ese trato mucho tiempo y terminaban muriendo, comerciaba con partes de sus cuerpos e incluso hacía potingues y cosméticos con ellos, que vendía a las mujeres adineradas de la ciudad. Sería otro ejemplo de “alma inexistente”.

Dibujando el horror

Una de las cosas más originales y novedosas del libro son las ilustraciones del valenciano Salvador Larroca, uno de los mejores dibujantes del mundo, que lleva 20 años trabajando para Marvel Comics, que fue el primer español en conseguir el codiciado Premio Eisner (por su revolucionario trabajo en Iron Man) y que actualmente dibuja una exitosa serie sobre Darth Vader.

Quise hacer este libro por diversión – nos cuenta Larroca- porque me encantan los temas de misterio y me pareció interesante y divertido hacer una cosa tan diferente a mi trabajo para Marvel. Además, este ensayo me ha permitido jugar con otras técnicas y estilos muy distintos a los que uso habitualmente”.

Un estilo que el popular dibujante describe como “Muy suelto, casi abocetado… y que pueda recordar a los dibujos que los responsables de la policía forense hacen cuando llegan al lugar del crimen. Pero también quería que, a pesar de esa sencillez, cada lámina resumiera perfectamente todos los elementos de cada caso”.

Larroca asegura que decidieron utilizar dibujos casi por necesidad, ya que “las fotos eran de mala calidad o demasiado cruentas, algo que logramos suavizar con las dibujos. Elena había reunido una enorme documentación gráfica y me mandaba las fotos de los casos por Skype mientras yo dibujaba mis cosas para Marvel. Y encontramos la mecánica sobre la marcha para sacar el trabajo de una forma bastante rápida y eficaz”.

Rojo sangre

La mayoría de las ilustraciones del libro son en blanco y negro salvo cuatro en las que destaca el uso del color rojo. “Simplemente lo he usado como un elemento estético -asegura Larroca- para ilustraciones como la de Irma Grese “La Perra de Belsen”, para destacar la esvástica; o en la de Erzsébet Báthory, “La Condesa sangrienta”, que es la más bonita y la más estética, ya que la vemos metida dentro de su bañera de sangre. Pero sólo he usado el rojo por ese motivo estético que comento”.

Larroca confiesa que “Conocía la mayoría de los casos que Elena recoge en el libro. Aún así, cuando lees los detalles muchos te siguen impresionando, porque todos son muy pintorescos y algunos incluso peliculeros. Como Cayetano Santos Godino “el petiso orejudo” (un chaval que mataba a otros niños, incluso bebés) un tipo totalmente depravado. Pero ya digo que he hecho este trabajo por diversión, por hacer cosas distintas, y cuando dibujaba cada caso lo que más me interesaba era captar el entorno para que el lector entendiera rápidamente lo que estaba viendo y de qué iba cada historia”.

El rostro del asesino

Respecto al trabajo del dibujante, Elena asegura: “Destacaría su trabajo con las fichas policiales. Hay algunos retratos de los asesinos que son retratos muy claros del alma. Solo con verles los ojos ya te imaginas cómo era de terrible el personaje”.

No siempre teníamos disponibles las fichas policiales de los criminales –asegura Larroca- no son fáciles de encontrar en Internet. Por eso hemos tenido que recurrir a fotografías e incluso a capturas de video para poder sacar los retratos de frente y de perfil. Por supuesto, en casos históricos como los de Romasanta o Báthory, encontrar fotografías ha sido imposible”.

Después de retratar a esa treintena de asesinos, Larroca asegura que no es fácil distinguir a un criminal por su mirada “Si fuera fácil no haría falta la policía. Además muchos de ellos sabían disimularlo. Y psicópatas o gente con la que no empatizas, aunque no hayan asesinado a nadie, los hay a patadas. Y sólo los reconocemos cuando cruzan la línea. Yo personalmente espero no conocer a ninguno”.

“Pero cuando dibujé los retratos –continúa- tengo que reconocer que algunos de esos criminales tienen algo especial en la mirada, algo distinto. Y aunque algunos logren disimular lo que son, hay otros que se afanan para que los detengan, que incluso proporcionan a la policía las pistas necesarias para ello”.

En cuanto a sus proyectos, Salvador Larroca asegura que sigue con su trabajo en la serie de Darth Vader (del que os hablaremos en otro artículo), y que no le importaría “volver a trabajar con Elena en otro proyecto”. Aunque lo primero que veremos suyo es un libro de cuentos “que he realizado junto a unos amigos y del que ya hablaré en su momento”.

Si queréis conocer a los autores, este sábado, 28 de marzo, Elena Merino y Salvador Larroca presentarán el libro en la librería Akira Cómics, de Madrid, a las 11:00 de la mañana